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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

El hombre de las multitudes

Un ejemplar de 1940 de 'Mein Kampf' de Adolf Hitler. LA PROVINCIA / DLP

En 2016 llegarán a las librerías españolas muchas novedades literarias con nombre propio: Christopher Isherwood, Henning Mankel, Frédéric Beigbeder, Stephen King, Rafael Chirbes, Joël Dicker, Karl Ove Knausgard, Annie Proulx y Ben Brooks, entre los escritores conocidos; y Antonio Moresco, Eugene Chirovici, Marlon James, Péter Gárdos y Kevin Maher entre los nombres a descubrir. Pero, sin duda, la novedad más esperada, al menos en Alemania, es el famoso libro antisemita Mein Kampf (Mi lucha) de Adölf Hitler, que publicará el Instituto de Historia Contemporánea de Munich. Mi lucha llegará a las librerías alemanas 70 años después de la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial, con la consiguiente prohibición expresa de publicar el ideario ideológico de Hitler, cuyos derechos de autor poseía el Ministerio de Finanzas de Baviera.

Según la legislación alemana, los derechos de autor terminan 70 años después de la muerte del autor (en este caso, el suicidio de Hitler el 30 de abril 1945 en Berlín), por lo que ya no hay nada que impida que Mi lucha pueda imprimirse en suelo alemán, pese a la oposición de grupos judíos que se resisten a que el libro vea de nuevo la luz. Pero no todas las opiniones de personas relacionadas con el judaísmo coinciden. El jefe del Consejo Central de Judíos de Alemania, Josef Schuster, sostiene que el conocimiento de Mi lucha es importante para explicar el Holocausto, por lo que "no nos oponemos a una edición crítica, contrastando las teorías raciales de Hitler con los hallazgos científicos".

Hitler escribió Mi lucha en 1924 mientras cumplía condena en la fortaleza de Landsberg tras su fallido golpe de estado. Charles Chaplin, en El gran dictador, imaginó a Hitler como un fantoche de opereta, un don nadie histriónico, un hombre sin atributos. No supo ver (nadie pudo, en realidad) lo que tenía enfrente. "Se engaña", escribió Hitler en Mi lucha, "quien creyere que la abundancia de conocimientos teóricos constituye necesariamente una prueba de la posesión de las cualidades y la energía necesarias para mandar. Todo lo contrario. Un gran teórico resulta rara vez un gran caudillo. Siempre resultará mejor como caudillo un agitador capaz de transmitir una idea a las muchedumbres que el teórico retraído que nada sabe acerca de los hombres. Porque el hecho de ejercer la dirección exige capacidad para conmover a la multitud".

Es difícil explicar mejor lo que ocurrió en Alemania, y ocurre ahora en los países árabes. No obstante, el pasaje más controvertible de Mi lucha es aquel en el que Hitler identifica al judío como la fuente de contaminación de la raza aria: "Cada vez que la sangre aria se mezcló con la de otros pueblos inferiores, la consecuencia fue la destrucción de la raza portaestandarte de la Cultura. [...] El antípoda del ario es el judío. El judío no poseyó jamás una cultura propia... Nada mueve al judío fuera del más puro interés personal... sea cual sea la cultura que el judío aparente poseer, esta será hoy en lo principal, propiedad de otros pueblos, corrompida, eso sí, gracias a sus manejos... el judío fue invariablemente un parásito en el cuerpo de otras naciones".

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