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El arte canario: del olvido al desprecio

Una subasta pone en evidencia la falta de apoyo público a nuestros artistas, cuyas obras sufren una caída "vergonzosa" de precios

Obra de Jerónimo Maldonado (200x200 cm.). Precio de salida: 440 euros. LP/DLP

El día 27 de este mes de enero, la sala de subastas Ansorena, de Madrid, ofrecerá al mejor postor obra original de los pintores canarios Juan José Gil, José Antonio García Álvarez, Pepe Dámaso, Fernando Álamo, Jerónimo Maldonado, Pedro González o Paco Juan Déniz. Lo novedoso no es el hecho de la subasta de la obra de estos artistas, sino los precios de salida que se anuncian en el catálogo.

Una pintura de García Álvarez de 200x200 cm del año 1982 titulado Partida de golf que su precio actual sería de 6.000 a 8.000 euros, tiene un precio de salida de 500? y otro del mismo autor que en su página virtual valora en 10.000 euros, el precio de salida en la subasta es de 440?.

Los collages de Pepe Dámaso de 50x65 cm del año 1969 que hoy tendrían un precio superior a los 3.000 euros, se ofrecen por un precio de salida de solo 180? cada uno. Las pinturas sobre lienzo de Juan José Gil del año 1979 de 120x120 cm que se deben vender de 4.000 a 6.000 euros, salen a subasta por 460?. Algo más valorado pero muy por debajo de su precio actual, se subasta un lienzo de Fernando Álamo titulado Media papaya y un trozo de sandía en el estudio, del año 2001 que tiene 146x114 cm y sale a subasta por 2.000?.

También se subasta un lienzo de Jerónimo Maldonado de 200x200 cm por 440?, un óleo de Paco Juan Déniz fechado en 1988 de 104x84 cm por 250? como precio de salida o un papel de Ricardo Montesdeoca de 43x47 cm por 150 ?. Lo deseable sería que estos precios subieran en el remate final de la subasta pero, habida cuenta del poco interés que ha suscitado en la exposición previa que comenzó el 12 de enero, es posible que ni siquiera se vendan al precio de salida.

¿Cómo es posible esta debacle y quién es responsable de todo esto? No voy a entrar en la valoración de cada artista o si sus precios son justificables en el mercado actual pero, es evidente que nuestros artistas no son conocidos ni valorados adecuadamente en el mercado artístico nacional.

Las instituciones utilizan el presupuesto de cultura para blanquearlo en cualquier cosa menos en promocionar con eficacia la cultura, y el artista es el tonto útil que sirve para reivindicar unos dineros que se destinan luego al aparato público de la gestión cultural, un contenedor sin fondo ni contenido que nos lleva a estas consecuencias.

La nefasta labor de promoción que hacen las instituciones culturales canarias por nuestros artistas más queridos es lamentable. En primer lugar porque lo poco que se invierte está en manos de políticos o de los responsables de ahora y siempre, amamantados por aquellos a los que solo les interesa su propia promoción, no la de los artistas.

Se pregunta uno a donde habrán ido a parar los millones de Septenio, un plan de acción a siete años (2008-2014) de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias dotado con 4.000.000 de euros al año "con el objetivo de enriquecer la producción de los creadores y científicos de Canarias, para potenciar en el plano internacional, las características de las islas y dotar al archipiélago de nuevas estructuras culturales y científicas", ahí es nada, o para qué sirven las publicaciones de la Biblioteca de Artistas Canarios si los libros no llegan a ninguna parte y se amontonan en los oscuros almacenes de la Consejería de Cultura, porque, según dicen, no les queda dinero para enviarlos por correo. Posiblemente los encuentres por un euro en los mercadillos locales donde los depositará algún que otro personajillo cercano al postureo oficial de nuestros responsables culturales.

Son incontables las veces que alguien de fuera me viene a preguntar dónde hay un lugar para ver lo que hacen los creadores canarios. Solo tenemos lo que de forma individual muestra el Museo de Néstor y, más recientemente, la Fundación Martín Chirino. Y, claro, si aquí no tenemos un espacio donde se muestre la obra de nuestros artistas, es que no valoramos lo que tenemos, por lo que tampoco podemos pretender que lo valore nadie en ninguna otra parte.

La pintura de nuestros artistas no vale nada porque no hay un sitio apropiado donde se pueda ver, valorar y respetar. Un cuadro de Nicolás Massieu, por poner un ejemplo, no se vende por cuatro duros en Canarias, y ya ni que decir en el mercado nacional.

También es normal que los propios canarios, si no tenemos la posibilidad de ver lo que hacen nuestros artistas en una sala permanente, tampoco sabremos valorarlos. Se han construido museos y salas públicas de exposiciones pero, en su mayoría, vemos a artistas del exterior y muy poco de los de aquí.

El Gobierno de Canarias de hace diez años no se gastaba el presupuesto de cultura en Septenios ni otras lindezas como, por ejemplo, alquilar un espacio de exposiciones en Madrid sin ninguna repercusión ni trascendencia, costeando transporte, catálogo y cóctel de inauguración.

En aquel entonces, la Consejería de Cultura concedía ayudas para el transporte y la participación de las galerías canarias en las ferias de arte, de modo que podíamos presentar a artistas canarios en las mismas condiciones que el resto de las galerías nacionales. Ese era el verdadero motor que mantenía la presencia de nuestros artistas en el contexto nacional. Ahora es preferible participar con artistas residentes en la península o en cualquier otro país de la Unión Europea.

Lo que tendría que hacer ahora el Gobierno de Canarias es comprar toda la obra de esta subasta para intentar paliar la vergüenza que representa si, como parece, no le interesa a nadie. Se podrían adjudicar el lote por solo 5.000?, menos de lo que se gastan en cócteles, brindis y copas de honor en sus actos culturales o en el catálogo de algún artista foráneo.

Señores del Gobierno: hágannos ustedes el favor de dejar el presupuesto para la promoción de artistas canarios en manos de un profesional independiente capaz de conseguir que sean valorados aquí y fuera de aquí, y pongan los libros y comisariados a la responsabilidad de críticos de arte con credibilidad nacional, y no a los mismos de siempre que, como se ve, resultan intrascendentes.

(*) Manuel Ojeda dirige en Las Palmas de Gran Canaria (calle Buenos Aires 3) la galería de arte que lleva su nombre.

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