La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Jekyll y Hyde

Imagen de Muamar el Gadafi. LA PROVINCIA / DLP

Coinciden en la mesa de novedades La última noche del Rais y Los susurros de la guerra, dos novelas que tienen como protagonista a dos personajes antagónicos, una especie de doctor Jekyll y mister Hyde del mundo árabe. En La última noche del Rais, Yasmina Khadra narra las últimas horas de vida del dictador libio Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi (Hyde), oculto en las afueras de su ciudad natal, Sirte, a la espera de huir del asedio de los rebeldes. En Los susurros de la guerra, Masood Khalili relata, en forma de diario dirigido a su mujer, sus experiencias vividas al lado del inmortal líder de la resistencia afgana Ahmed Shah Massoud (Jekyll), más conocido como "el león del Panjshir", ya que en este valle, a unos 100 kilómetros al norte de Kabul, se forjó la leyenda del carismático guerrillero.

Novelar la vida de un dictador se ha convertido en un recurso literario nada desdeñable, incluso en términos comerciales. Que se lo digan si no a Augusto Roa Bastos (Yo el Supremo), Gabriel García Márquez (El otoño del patriarca) o a Mario Vargas Llosa (La fiesta del chivo), cuyas novelas figuran muy arriba en la tradición de la "novela del dictador", un subgénero narrativo característico de la literatura latinoamericana. Una innegable afinidad de intenciones une La última noche del Rais con estas obras, pero si uno profundiza en su lectura, pronto se dará cuenta de que la caricatura del tirano libio recuerda a la de Calígula, la primera pieza de teatro de Albert Camus, basada en la vida del emperador romano obsesionado con lo imposible y envenenado por el desprecio y el horror.

"Las cosas no se consiguen porque nunca se las sostiene hasta el fin. Pero quizá baste permanecer lógico hasta el fin. [...] Yo he decidido ser lógico, y como tengo el poder, veréis lo que os costará la lógica", escribe Camus en Calígula sin imaginar que Muamar el Gadafi suscribiría todas y cada una de las palabras de su obra décadas más tarde. Al igual que Calígula, que llegó al poder en medio del clamor popular, Gadafi es un déspota iluminado que se ganó la aclamación y el respeto de todas las clases sociales. En La última noche del Rais el tirano libio no reconoce ningún límite, y todas sus acciones son llevadas más allá de cualquier frontera: poder, libertad, lógica, crueldad. "El mando es una cultura compatible con un solo ingrediente: la sangre", afirma el Gadafi imaginado por Khadra.

Muy diferente es el retrato que Masood Khalili hace del héroe nacional afgano Ahmed Shah Massoud en Los susurros de la guerra. Massoud combatió contra los soviéticos, contra los talibanes, contra Al-Qaeda, hasta que el 9 de septiembre del 2001, dos días antes de los atentados del 11-S, fue asesinado por dos acólitos de Bin Laden para quien el comandante militar supremo de la Alianza del Norte era la última muralla a batir para extender su dominio sobre todo Afganistán. Más que como una biografía tradicional, y lejos de una hagiografía, Los susurros de la guerra es una hoja de ruta narrada al ritmo seductor de una novela, que subsana algunas lagunas habidas en torno a la figura de Massoud, al tiempo que reflexiona sobre la libertad y la pobreza.

Compartir el artículo

stats