La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

AMALGAMA

Cartografía de las nubes

La observación de las sombras de las obras de Robayna sobre las paredes nos revelaron más impresiones aún de las que la propia obra en sí producía con regia siderurgia

Cartografía de las nubes

Semanalmente en el Hotel Madrid, en Vegueta, bajo el almanaque que marca un impasible 17 de julio, nos reunimos tres filósofos a filosofar. Fue el caso que el último día sólo acudimos dos. Una vez terminamos, fuimos a la sala de arte S/T a visitar las esculturas de José Robayna. Y aquí surgió la discusión del día. En el exordio de su texto expositivo, Robayna ha elegido dos observaciones de Leonardo da Vinci: "Cuando las nubes se interponen entre el sol y el ojo, los contornos de sus formas redondeadas resplandecen y su parte central es oscura? pero cuando el ojo está situado entre la nube y el sol, esa nube se comporta de muy contraria suerte: los contornos de sus redondeces son oscuros y su parte central luminosa". Jugando con esta propuesta el filósofo con el que visitaba la sala, estuvo estudiando y sacando fotos de las esculturas de Robayna, captando en ellas las formas de las esculturas en sí y las formas de estas mismas esculturas en las sombras que, provocadas por las luminarias sobre la pared, venían a materializar la observación de Da Vinci de interposición del ojo entre la luz y la obra. Y nos fuimos a estudiar el tema. Hicimos un alto en la calle Peregrina y entramos a tomar una infusión a un bar. Mi interlocutor se excusó para ir al mingitorio y volvió espantado, dado que cuando llegó vio como alguien que se le abalanzaba y él se apartó para darle paso educadamente, y cuál fue su sorpresa que la otra persona hizo idénticamente lo propio, hasta que se dio cuenta de que era él mismo sorprendido en un espejo que había confundido con la realidad. Retengamos esto. La sombra en la cartografía de las nubes, las sombras de la caverna de Platón, las sombras de las esculturas de Robayna sobre las paredes, y la propia sombra de sí mismo que se abalanzó sobre su propio origen en el caso de mi amigo filósofo, son una misma cosa en sí. Todo movimiento del ser produce un efecto sobre el entorno que, si se acerca a ser reflejo, aunque sea pálido, de su origen, genera un misterio, revela la continua gestación de un secreto tras el que vamos y no llegamos a prender. La siniestra caverna de Platón es la forma más clásica de verlo. Estamos separados del origen, al punto en que ese origen se asusta a sí mismo cuando se le llega a entrever. O se asombra. La observación de las sombras de las obras de Robayna sobre las paredes nos revelaron más impresiones aún de las que la propia obra en sí producía con su regia siderurgia fruto de la lucha en la fragua. Le propuse al filósofo observar cómo los pintores como Antoni Tàpies o Salvador Dalí llegan a viejos y mueren con la paleta en la mano, y le propuse otra manera de vivir el arte, es decir, vivirla como la juventud: al principio la belleza es visible, instrumental, pero llega una edad en la que hay que abandonar todo lo que significa visibilidad e instrumento, e intentar sublimarlo en el interior, hasta desarrollar el arte a otro nivel en el que el instrumento, el objeto, sobre. El filósofo me contestó con una historia zen: se trataba de un maestro y un discípulo; éste le mostraba al maestro la precisión de su puntería atravesando certeramente un ave, en pleno vuelo. Pero el maestro, serenamente, le respondía que por muy bien que lo hiciera, eso no era suficiente, y para demostrárselo se posicionó ante el vuelo de un ave, abrió su pupila, y miró hondamente; transparentóse el rápido vuelo del ave al principio, después ese ágil aleteo volvióse más lento, como cansado de un largo viaje, y pronto, a medida en que el anciano maestro se sumía en una profunda concentración, el ave se fue inmovilizando hasta que, finalmente, quedó anclada en el centro preciso de su pupila. La enseñanza es clara: la inutilidad o la tosquedad de los instrumentos materiales en un momento determinado. Dedujimos que la propuesta de Robayna de observar las nubes a través del hierro, venía a ser como saltar del hierro a la nube, al vapor estético que se desmaterializa sin dejar de estar cargadísimo de información.

Compartir el artículo

stats