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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Palabras familiares

Los temas de Natalia Ginzburg son arquetípicos. LA PROVINCIA / DLP

A Natalia Levi, más conocida como Natalia Ginzburg, apellido tomado de su primer marido, Leone Ginzburg, asesinado por los fascistas en 1943, se llega más directamente a través de sus ensayos, reunidos bajo el título Las tareas de casa, que de sus novelas autobiográficas Léxico familiar y Todos nuestros ayeres, títulos reeditados recientemente por Lumen con motivo del centenario del nacimiento de la escritora italiana. Las tareas de casa reúne en un solo volumen dos libros de ensayos: Nunca me preguntes y No podemos saberlo. Ambos libros están conformados por colaboraciones que Ginzburg escribió para la prensa italiana en un período que va desde 1965, cuando era una escritora con cierto renombre, sobre todo después de obtener el Premio Strega por Léxico familiar, hasta 1990, un año antes de su muerte en Roma a causa de un tumor que le habían diagnosticado tan sólo unos meses atrás.

En Las tareas de casa se encontrarán datos suficientes para conocer los elementos dispares del mundo doméstico de Ginzburg. Como indican los títulos de muchos de los ensayos (La casa, La vejez, La pereza, Infancia, El sexo es mudo, El niño que vio osos, El valor y el miedo), los temas son variados, cotidianos, como la limpieza de una casa, la búsqueda de un lugar donde vivir, el turismo sedentario, el uso de las palabras o la muerte: "En la muerte pensamos continuamente, durante toda la vida, pero nunca de la misma forma. Es difícil recordar todas las formas, los paisajes y los colores que ha adquirido a lo largo de los años dentro de nosotros. Es la idea más cambiante que se puede tener; no hay nada más cambiante en nosotros que la idea de la muerte".

También la literatura, cualquiera que sea la dimensión en que se la aborde, y el cine atraviesan los ensayos del libro enlazando un tema con el otro. Así, Dillinger ha muerto, El Saló de Pasolini, No entiendo a Dario Fo, El mal (sobre la película Andy Warhol's Bad dirigida por Jed Johnson) o El sol y la luna, donde la escritora nos habla de la muerte de Italo Calvino: "Me resulta imposible imaginarlo muerto. No sé por qué, pero me parecía que la muerte estaba muy lejos de su persona. Cuando lo conocí era un muchacho, tenía veintitrés años. [...] Nunca se transformó en el aspecto físico, siempre pareció un muchacho. Pero en la mente y en el ánimo sufrió, en un momento dado, una profunda transformación. No sabemos cuáles fueron las razones y cómo se transformó. Era algo que se traslucía quizá en su forma de caminar, de sonreír, de mirar. Se reflejó en su escritura".

La fascinación que sigue ejerciendo la obra de Ginzburg se basa fundamentalmente en la facilidad para describir el misterio de las cosas sin necesidad de palabras rebuscadas, sino antes bien con palabras familiares. Los temas que trata son arquetípicos al margen de que sean autobiográficos, también lo son las situaciones que narra: la incomunicación entre padres e hijos, los traumas, la violencia, el detalle oscuro de lo cotidiano. De ahí que Las tareas de casa sea un libro grave, pero no hay nada en él que desaliente al lector. Al contrario, en seguida se siente uno con ganas de devorar el resto de sus libros.

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