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Arco deja los artificios

Queda a un lado la provocación y se asienta el mensaje de la seriedad y el compromiso. Hay una mayor serenidad en la puesta en escena de las galerías

'El hombre desnudo' del artista mexicano Emilio Rojas. C. D. G.

La historia de esta Feria de Arte Contemporáneo de Madrid (Arco) está plagada de polémicas. De obras curiosas, extrañas, metafísicas, difíciles de entender, pero ya se sabe que el arte, como explicaban los profesores de Historia "entra por el corazón y llega hasta la cabeza". Siguiendo esta fórmula infalible recorrer Arco supone una aventura prodigiosa, un gran divertimento. Junto a los consagrados, siempre hay obras de Picasso, Dalí, Millares, Barceló, Juan Muñoz, también hay un gran espacio para los llamados emergentes con piezas impresionantes que superan el millón de euros como la del autor alemán Georg Baselitz. Dentro del mundo complicado de las galerías y sus intermediarios parece que es de mala educación hablar de dinero, pero tampoco se puede obviar que esta feria es sobre todo las cosas un gran mercado, y al final, los precios ponen a cada cual en su sitio.

De hecho este año, coincidiendo con su 35 aniversario se ha querido contar con la presencia de las galerías más prestigiosas del mundo, y detrás de su estela se confía en que aparezcan por estos pabellones los coleccionistas más consagrados, los que son capaces de adquirir para sus fundaciones o para el amplio salón de su casa las piezas más caras y extraordinarias del mercado. También se confía en la generosidad y buen ojo de museos tan importantes como el Reina Sofía, la Colección Helga de Alvear o el Banco Sabadell que anuncian la compra de algunas obras para incrementar sus fondos.

Tita Cervera, vicepresidenta del Museo Thyssen-Bornemisza, y una de las mayores coleccionistas españolas se mostraba encantada con este sutil cambio experimentado en Arco, para ella por fin se abandonaba la provocación, "y la Feria está ganando en seriedad y calidad".

Aunque sin duda, para todo aquel que tenga el atrevimiento y la sana curiosidad de ver lo que han ideado estos artistas, nada mejor que dejarse llevar, a lo largo de estas 221 galerías de 27 países. Y en un recodo de estos amplios pabellones llega la primera gran sorpresa: metido en una jaula, hecha de palés, un hombre desnudo mira o deja que los demás se acerquen tanto que alguno hasta tiene la intención, eso parece, de meter el dedo en esta pequeña urna de madera y tocar la carne.

El hombre desnudo, que pasa así horas interminables, es el autor de la pieza. Un artista mexicano, Emilio Rojas, que pretende llamar la atención sobre el racismo. Cada palé aparece pintado de un color distinto, y en medio de la explicación que está ofreciendo la responsable de la galería, una señora algo perturbada por lo que está viendo pregunta, con una sinceridad de plomo, que si ella quiere llevarse la pieza, "también se incluye al chico", la respuesta de la galerista, al parecer acostumbrada a este tipo de cuestiones, resulta evidente: "en realidad ese es el objetivo del artista, que el ser humano no está en venta, usted se puede llevar la caja, pero evidentemente no al hombre que está dentro". Por cierto, esta pieza 'sin ocupa' vale 14.500 euros.

Las exposiciones se suceden en un ir y venir constante. Junto a determinadas stand se forman pequeños corrillos, sobre todo de amantes del arte, profesores de instituto, o familiares de artistas. Cada cual mantiene una versión distinta, en general reconocen que tal vez este año no hay tantas sorpresas, "como han venido estas galerías tan importantes, ha subido la calidad", eso dice Lina, una turista colombiana fascinada con la obra del cubano Reinier Nande, un artista multimedia que trae a la Feria un lavabo sobre el que se proyecta la imagen de unas manos que se lavan de forma incesante. Y en un segundo, Lina es capaz de hacer una especie de teoría de las cuerdas, al más puro estilo de Sheldon Cooper, el personaje de la serie norteamericana The Big Bang Theory. Al final de su alegato todo se resume en que esta obra es pura ficción.

En este largo recorrido hay que detenerse en la propuesta de Mauro Cerqueira y su 'esperando a George Clooney'. Cuesta verla, porque en realidad, después de tanto paseo, se puede entrar en bloqueo mental y así como primer impacto parece una mesa en la que alguien ha tratado de preparar un café, ha dejado la cafetera medio sucia, y dos pequeños vasos de plástico, con sobres de azúcar abiertos. Después, una vez, que se recobra la serenidad, la pieza adquiere sobre todas las cosas, los mimbres básicos de una gran ocurrencia.

En Arco hay tiempo para casi todo, para mirar, sentir placer ante una obra, y charlar con extraños sobre lo vivido. Al final, lo que ha quedado claro es que uno de los grandes triunfadores de esta edición será sin duda el desnudo de Emilio. Por los corrillos, todos preguntaban si era verdad que dentro de una caja de palés había un chico desnudo. "Antes de marcharme, quiero ir a verlo", dijo una artista anónima, que minutos antes hablaba sobre la apuesta de la galería de Juana de Aizpuru por la obra del portugués Pedro Cabrita Reis. Así es Arco y hasta el domingo, 28 de febrero, hay tiempo para ver esto y mucho más.

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