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Gainsbourg, el dandi provocador

Acaban de cumplirse 25 años de la muerte de uno de los más singulares compositores franceses, autor de la sensual 'Je t'aime, moi non plus'

"Es usted consciente de que si publicamos esta canción podemos acabar todos en la cárcel por atentado contra la moral". Con estas palabras un directivo de la discográfica Philips le expresaba a Serge Gainsbourg sus temores ante la edición del tema Je t´aime moi non plus. La canción acabó publicándose, el 22 de febrero de 1969 y el orgasmo finalmente se hace melodía. La pareja Serge Gainsbourg y Jane Birkin interpretaba una sulfurosa balada amorosa donde por primera vez en la historia de la canción popular se podía escuchar a un hombre y una mujer realizando el acto sexual.

A los 25 años de su desaparición, el 2 de marzo de 1991, la figura de Serge Gainsbourg, más allá de su canción escándalo -y que le reportaría sus buenos dividendos- no ha dejado de crecer. El goteo de publicaciones tratando de atrapar la compleja y a la vez mediática personalidad del músico y la reedición de sus álbumes, una amplia obra musical que abraza los más diversos géneros (jazz, chanson, pop, reggae) la composición para otros intérpretes, música para películas en paralelo a sus trabajos como actor, director y escritor, aviva y ensancha su leyenda y mito en todos estos años.

Hijo de emigrados rusos Lucien Ginzburg -mudará su nombre por el artístico de Serge Gainsbourg-, después de realizar estudios de Arquitectura y una primera vocación pictórica, debuta como pianista -siguiendo la profesión paterna- en los cabarets que iluminan la Rive Gauche de la postguerra parisina. Su personaje, una imagen poco agraciada, con su nariz eslava y grandes orejas y su verbo cáustico llaman la atención. Las canciones surrealistas de Boris Vian le sirven como manual y fuente de inspiración. Gainsbourg siempre reconocerá su deuda con el escritor adoptando sus maneras de dandi insolente o recogiendo en sus canciones muchos de los hallazgos literarios, juegos de palabras, caprichos lingüísticos, insolencias ortográficas, avanzadas por Vian en sus composiciones.

Los primeros reconocimientos musicales no tardarán en llegar gracias a cantantes como Juliette Gréco que interpreta con éxito La Javanaise, otra de sus canciones destinadas a convertirse en himno, mientras publica su primer álbum, Du chant a la une. Voces como las de Brigitte Bardot, Petula Clark o la musa de la Nouvelle Vague, Anna Karina, pasarán a formar parte de su futuro cuadro interpretativo. Sus textos ácidos y sus músicas, entre el jazz y ritmos de moda como el cha-cha-chá, forman una asociación seductora y a la vez sofisticada. Esta capacidad para filtrar las diferentes sensibilidades y al mismo tiempo adelantarse a las modas señalará su trayectoria como creador. Gainsbourg define su imagen de dandi un poco sombrío y con acentos misóginos. El triunfo de su canción Poupée de cire cantada por France Gall en el Festival de Eurovisión de 1965 lo convierten en el compositor de moda reclamado por la nueva ola juvenil ye-yé.

Su reencuentro con Brigitte Bardot con motivo de un especial televisivo de fin de año en 1967 señala uno de sus periodos dorados componiendo para la estrella temas como La ballade de Bonnie and Clyde, Harley Davidson o Je t´aime moi non plus que finalmente no verá la luz a petición de la actriz en aquel momento casada con el magnate Gunter Sachs. Gainsbourg a manera de balada elegíaca crea Initials BB como despedida de su relación. Pero otra mujer está a punto de entrar en su vida, la actriz británica Jane Birkin que desembarca en París para rodar la película Slogan junto a él. Compositor y actriz acabarán formando la pareja de moda, entre la imagen chic y la proyección escandalosa. A partir de ahora la petite anglaise se convierte en el principal y casi único argumento creativo protagonizando el álbum conceptual L´histoire de Melody Nelson (1971) mal recibido en su momento por el público y en el futuro obra de culto. Trabajos musicales, como Vu de l´extérieur (1974), un provocador Rock Around the Bunker (1975), l´Homme à la tête de chou ( 1976) lo consagran entre las nuevas generaciones musicales como pionero y referente. La grabación de una versión a ritmo de reggae de La Marsellesa desata las iras de la ultraderecha mientras su figura como artista transgresor vuelve a reverdecer.

A partir de la década de los ochenta Gainsbourg vive una segunda edad de oro como compositor y cantante mientras su vida sentimental queda marcada por la separación de la que ha sido su musa y cara B, la actriz Jane Birkin, que abandona el domicilio de la calle Verneuil con sus hijas Kate y Charlotte. Gainsbourg todavía tendrá tiempo de crearle algunos de sus trabajos más bellos a su antigua musa mientras fortalece su imagen de gran provocador en sus apariciones televisivas. Fotografiado por William Klein aparece como drag queen para la portada del álbum Love on the beat (1984) cantando a dúo con su hija Charlotte un incorrecto Lemon Incest. Compone canciones para la actriz Isabelle Adjani y una jovencísima Vanessa Paradis que cierra el álbum de honor de intérpretes gainsbourianas. Varias crisis cardíacas -fumador empedernido de Gitanes y alcohólico sin voluntad de penitencia-, proyecta en sus últimos años la crónica de una muerte anunciada que tendrá su último acto la noche del 2 de marzo de 1991 en su domicilio a raíz de una nueva y esta vez fatal crisis cardíaca.

Poeta mayor de un arte menor -como le gustaba definir la creación de canciones-, cínico y sentimental por vocación, su obra recorre la segunda mitad del siglo XX como creador intelectual y popular, elitista y prolífico. El músico que ha sabido conjugar y a su vez, atrapar, los más variados y sofisticados ritmos -latino, jazz, afro, psicodelia, glam, funk, reggae- sin necesidad de ser adscrito en ninguna escuela; el creador literario que supo trazar un puente de unión entre Baudelaire y Cole Porter al tiempo que libraba a la canción de corsés y censuras. El mito, de momento, sin fecha de caducidad.

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