La Provincia - Diario de Las Palmas

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CINe

Días sin perdón en Las Palmas

De las ocho semanas de rodaje de 'Cien años de perdón', de Daniel Calparsoro, éxito de taquilla que sigue en cines, dos y media se llevaron a cabo en la capital

La película sitúa el pabellón Gran Canaria Arena en Madrid. Raúl Arévalo interpreta a Ferrán, jefe de gabinete de la presidenta del gobierno. LP / DLP

Daniel Calparsoro no ha tenido nunca un arranque tan exitoso en taquilla como con Cien años de perdón, la película de atracadores rodada entre Buenos Aires, Valencia y Las Palmas de Gran Canaria, estrenada el pasado 4 de marzo y que lideró las preferencias de los espectadores de cine en España durante su primer fin de semana. ¿Se siente feliz? "No, no me siento feliz, porque, aunque he hecho películas que han funcionado bien en salas, todo ha sido siempre muy traumático. Estoy acostumbrado a que las cosas sean bastante más complicadas y duras, mis mecanismos no están preparados para manejar una situación de este tipo". El primer fin de semana, Cien años de perdón recaudó 1,59 millones de euros. Lideró la taquilla española. El segundo alcanzó los 1,15 millones. La previsión es que el filme distribuido en salas por Twentieth Century Fox que costó 3,7 millones de euros pueda llegar a los seis millones en total. La película está funcionando mejor entre semana.

Calparsoro es vasco aunque nació en un taxi en Barcelona, en 1968. Se ha criado en San Sebastián. Vive en Madrid. Conoce bien Gran Canaria por "un primer amor que era de ahí, con 18 años, al principio de la Universidad". Sus islas preferidas son Lanzarote y Fuerteventura. "Me fascinan sus paisajes, el océano". A ellas viaja con frecuencia con su familia. Precisamente en estas dos islas rodó su filme Invasor (2012), un thriller ambientado en la guerra de Irak. Después de un día de escapada a Francia, el director que debutó en 1995 con Salto al vacío conversa con el periódico a su vuelta a Hondarribia, donde residen sus padres. Cien años de perdón es una película muy entretenida y divertida, con un punto canalla, una película que está viva. Cuenta la historia de un atraco, sí, pero no es un thriller puro. Cuando me senté con el guionista Jorge Guerricoechevarría para ver cómo la desarrollábamos, estábamos de acuerdo en hacer una historia en la que los personaje fueran los que hicieran girar la trama, no al revés. También, en que estos utilizaran el sentido del humor como palanca. El guión es de los mejores que ha escrito Jorge".

El rodaje de la película, como afirma el propio Calparsoro, fue complejo por la necesidad de unificar filmaciones realizadas en Argentina, donde se rodó el interior del banco, las escenas de calle en la fachada y el metro inundado; Valencia, que acogió el rodaje de los exteriores; y Las Palmas de Gran Canaria, donde se filmaron todas las secuencias interiores en las que no aparecen los atracadores, salvo dos rodajes en exteriores y una escena con Luis Tosar (que interpreta a el Gallego en el filme). "Jorge Guerricoechevarría y yo habíamos pensado en los serbios Pink Panther para la banda de atracadores, pero el idioma podía dificultarnos que el espectador los hiciera suyos. A la vez, la historia exigía que fueran de un país lejano. Así dimos con Argentina". La localización principal, el banco donde se perpetra el atraco, intentó hacerse en España, pero se llevó a cabo finalmente en Buenos Aires. "Los que encontramos en Madrid, Valencia y Bilbao no estaban disponibles. Mereció la pena el viaje. Así que hicimos tres equipos de rodaje, en Buenos Aires, Valencia y Las Palmas de Gran Canaria. Esto nos ha dado una película rodada en dos hemisferios, dos continentes, una isla, una aventura maravillosa".

Cien años de perdón es, también, una mirada a la España de hoy. "Pero sin pretensiones", aclara rápido Calparsoro. "La película está pensada para que el espectador lo pase bien. Es más importante que disfrute que el mensaje que se está contando". Le pregunto por la opinión que le merece el país: "Una buena y una mala. Por un lado es una situación tediosa y terrorífica, el saqueo de lo público de una manera tan organizada y desde hace tantos años, la política como un medio para robar y no para administrar o mejorar la vida de las personas. ¡Lo que le cuesta al ciudadano ponerse en pie cada mañana y ver cómo se lo están levantando todo con esa impunidad! Pero la película también quiere reírse de eso, que sea liberadora". ¿Y la parte buena? "Que por fin esto sale a la luz, hay juicios, a la gente se la señala. Eso significa que estamos a las puertas de una regeneración, que no ha sucedido, pero que puede llegar a suceder. Que esto sea conocido era algo impensable hace unos años. La enfermedad es nacional, no de las siglas de un partido concreto", añade el director vasco, "y sucede de norte a sur, empezando por mi tierra, porque ¿qué hay más corrupto que pegarle un tiro en la nuca a tu vecino si no piensa como tú o no le pagas lo que le pides? Nos tenemos que quitar de encima esta lacra, pero el primer paso necesario es reconocer que lo tienes, lo mismo que cuando se está enfermo".

El público aprecia en Cien años de perdón sus chispazos de humor. También que, a medida que avanza, el guión se vaya distanciando de los estereotipos que son necesarios para empezar a construir los personajes de una película de género como esta. Porque en el filme los verdaderos malos están claros, pero también es cierto que entre los atracadores y rehenes se establecen rivalidades y complicidades que los hacen débiles, humanos. "Creo que la gente empatiza con la película porque la ve cercana. No hay que olvidar que, al final, Cien años de perdón es una historia de amistad entre el Gallego y el Uruguayo (interpretado por Rodrigo de la Serna) en un mundo donde todos se ocultan algo, todos mienten, ellos incluidos. También viene a decir que si trabajas en equipo tienes oportunidad de llegar más lejos. Mientras tanto, los de fuera, que son los verdaderos criminales, son incapaces de hacerlo, siguen mintiéndose hasta el final. Las personas incapaces de aceptar el fracaso están condenadas a naufragar".

Antes de despedirnos le pido a Daniel Calparsoro que destaque algún elemento de su película. "Esto ha sido posible, sobre todo, gracias al elenco, que está brillante, tanto los españoles, Luis Tosar, Raúl Arévalo, Patricia Vico, José Coronado, Luis Callejo, Marian Álvarez, como los argentinos, que han sido un descubrimiento para mí, Rodrigo de la Serna, Joaquín Furiel y Luciano Cáceres. Ellos son los que han sabido darle ese brillo, convertir la película en un artefacto que eleva el guión. Pero si la actuación es el corazón de la historia, si la fotografía y el montaje son también de mucho nivel, la música de Julio de la Rosa es espectacular. Julio ha entendido la película mejor que nadie, ha sabido sacar la música del corazón de la película, como si hubiera compuesto lo que el filme tenía encerrado dentro". Es cierto, como afirma el director, que muchas veces el espectador no se da cuenta de la música que sigue sonando, y que ese es uno de los mejores indicativos para detectar la excelencia de una banda sonora. "Todo el final, que apenas tiene diálogos, está envuelto en esa especie de ópera rock que te hace salir del cine con un subidón".

Catorce jornadas

Morena Films, Vaca Films y Telecinco Cinema son las tres productoras de la película. Si para Calparsoro, los rodajes de cine son "muy buenos para las Islas, por supuesto, porque generan negocio, y mejor si es cine español," para el productor Juan Gordon, de Morena Films, "estas filmaciones van más allá de las exenciones fiscales, porque han permitido construir un sector audiovisual que estaba dormido, o era pequeño, en la Islas, que se hayan formado equipos y productoras, y que se pueda seguir rodando. Lo que hay en Canarias es un plató natural maravilloso, donde puedes acoger escenas que ocurren en países complicados para rodar, como Irak o Afganistán, hay escenarios fantásticos para películas que tengan que ver con el agua, que ocurran en barcos, submarinas, con escenas en puertos, en lugares de vacaciones, películas que necesiten desiertos, bosques? Con los muchos países que hoy tienen problemas de seguridad muy serios y que cuentan con los mismos paisajes de Canarias, de repente las Islas se han convertido en una alternativa real". Además de Cien años de perdón, Juan Gordon ha rodado en Canarias Invasor (Daniel Calparsoro, 2012), Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero, 2014), y Ma ma (Julio Medem, 2015).

De las ocho semanas de rodaje de Cien años de perdón, dos semanas y media se llevaron a cabo en Las Palmas de Gran Canaria. Concretamente, del 1 al 17 de diciembre, en un total de 14 jornadas de rodaje. Los trabajos de localización se iniciaron en septiembre y el equipo completo se marchó de forma definitiva el 23 de diciembre. Este periódico daba esos días de 2014 los siguientes datos: 600 noches de hotel, 110 empleos a personas de la Isla, 210 personas entre figurantes y coordinadores de figuración, la contratación de servicios a unas 20 empresas locales y solicitudes de catering a nueve restaurantes de la capital. Las localizaciones principales fueron en la primera planta del AC Hotel Iberia y calle trasera del hotel; pasillos del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín; pabellón Gran Canaria Arena (cancha y vomitorios); garajes y pasillos de la Ciudad de la Justicia; pasillo del edificio de Usos Múltiples II; vivienda en la calle Buenos Aires; oficina en la calle Venegas y exteriores en la calle Rafael Cabrera.

Juan Gordon, que atiende al periodista desde Berlín mientras prepara un nuevo rodaje, recuerda la filmación de Cien años de perdón como "muy agradable. En Las Palmas se rueda bien, hay buena disposición de la ciudad para facilitar las cosas. El equipo dormía en el AC Hotel Iberia, con lo cual la mayor parte de los días bajábamos a la planta uno y rodábamos. Eso era una maravilla. El permiso del Gran Canaria Arena fue lo que nos llevó una negociación más larga. Pero, en general, mi experiencia ha sido perfecta, hemos trabajado mucho con el productor local Antonio Batista, tanto en esta como en Las ovejas no pierden el tren. Para mí, las dos o tres semanas que he rodado en las Islas en las cuatro películas que he hecho allí han sido la parte del rodaje más tranquila".

El productor grancanario Antonio Batista fue jefe de producción y localizaciones de la película durante el rodaje en Las Palmas. "El cuartel general de producción se montó en mi empresa, Ikaisen Producciones. Todos los días teníamos la película en nuestras manos, ya que el material de rodaje se iba editando en Canarias. Aquí trabajó también el montador". En la planta de salones del AC Hotel Iberia se construyó el decorado que representaba el puesto de mando de la policía, mientras que en la calle Rafael Cabrera se rodó la secuencia cercana al final con Ferrán, el jefe de gabinete de la presidenta del gobierno, interpretado por Raúl Arévalo, dentro de un coche que debe hacer un giro brusco. En el Gran Canaria Arena, el espacio más reconocible (que en la ficción se ubica en Madrid), Ferrán es informado del atraco durante un acto público. Por otro lado, en un edificio de cristal de la calle Venegas se montó el set donde negociaban los políticos, el que aparece con los monitores de televisión como fondo de decorado. La casa de Soriano, un político, se rodó en el interior de un conocido despacho de abogados de la calle Buenos Aires. Y también se usó la Isla para rodar algunos planos detalles que completaban secuencias rodadas en Buenos Aires, como la cristalera con persiana por la que miran los atracadores.

"La colaboración del ayuntamiento de Las Palmas, a través del concejal Jaime Romero, fue espectacular", recuerda Batista. "Dispusimos de dos técnicos durante todo el rodaje y línea telefónica directa los fines de semana por si surgía algo. Teníamos que crear lluvia constantemente y se nos facilitó la maquinaria necesaria". El rodaje con mayor número de figurantes fue en el Gran Canaria Arena, "pero extras hacían falta a diario, uniformados como policías nacionales y guardias civiles, de cuerpos especiales y policías de paisano". Batista recuerda de forma especial el rodaje en exteriores en la calle Rafael Cabrera, celebrado el primer domingo que los comercios abrían en Triana por la campaña navideña. "Íbamos a rodar durante la mañana, pero el director de fotografía cambió de opinión en el último momento y nos pidió hacerlo por la tarde. El riesgo de colapso en la zona, con la calle Rafael Cabrera cerrada al tráfico, era notable. Lo salvamos gracias a la colaboración de la Policía Local. Ese día movíamos once vehículos que circulaban junta el Audi negro del personaje de Raúl Arévalo, contamos con cuatro especialistas de acción y figuración para la calle".

El madrileño Gonzalo Hernández, director de Stunts Canary Islands, residente en Gran Canaria desde 2013, fue el coordinador de acción y especialista de Cien años de perdón. "El rodaje en la calle Rafael Cabrera fue delicado, con muchos vehículos de escena, uno de acción (el que conducía yo) y dos más con especialistas de mi confianza que me aseguraran la maniobra. Debía salir fuerte y hacer un giro a la derecha por Pilarillo Seco. Como anécdota, recuerdo que tuvimos un problema porque el coche era un Audio A8 nuevo tan inteligente que a poco que intentaba trampearlo, te avisaba con todo tipo de pitidos y alertas en la pantalla. Lo neutralizamos llamando al mecánico de la casa". Hernández ha trabajado en todas las películas que se han rodado en Gran Canaria en los últimos años. Ahora en la producción estadounidense The Titan, que se sigue filmando en la Isla, en calidad de actor especialista y asistente del coordinador de acción inglés. Mientras, busca apoyo de las administraciones públicas para un nuevo curso en la Isla de iniciación al cine de acción. "Hay que formar a gente nueva para los rodajes que vienen".

Desde Berlín, Juan Gordon apunta lo importante que es para los rodajes de cine en las Islas que "siempre haya formación de equipos y de proveedores, por si se sigue ampliando la oferta. Sería malo saber que porque se estén rodando dos películas grandes no se pueda trabajar en Canarias. Está el riesgo de que en un momento determinado la demanda caiga, y que equipos y proveedores se queden parados, pero eso es inevitable y es lo que hay que saber prever con el apoyo de las administraciones locales". Morena Films se encuentra a las puertas de dos nuevos estrenos, Altamira (Hugh Hudson), protagonizada por Antonio Banderas, el 1 de abril; y El olivo, la nueva película de Iciar Bollaín, el 6 de mayo, protagonizada por Javier Gutiérrez. "Me interesa producir un cine que no sea puro divertimento, sino que tenga contenido en relación a la realidad en que vivimos. Pero sin perder de vista el público, no estoy para hacer películas que no funcionen", dice Gordon. Su productora está detrás de títulos que se han hecho un hueco entre lo más destacado del cine español de los últimos años, como Celda 211 (Daniel Monzón, 2009) y También la lluvia (Icíar Bollaín, 2010).

Para terminar le pido al productor su valoración del momento que vive hoy el cine en España . "La nueva línea de ayudas del Gobierno es mejor que la anterior. Son ciertas las pegas que se le hacen de que está diseñada para fomentar las empresas grandes, y que por lo tanto los productores más pequeños tienen mayor dificultad, pero creo que esto se explica por el interés del Gobierno en consolidar un sector industrial. También es bueno que las ayudas sean por anticipado, que no se esté ligado a obtener un número de espectadores, se ha visto que eso puede llevar a una manipulación de las cifras. Es cierto que todo no es de color de rosa, y la nueva norma da bastante importancia a las distribuidoras y televisiones, pero con todo, creo que el sistema ha mejorado. Ahora toca adaptarnos a este modelo".

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