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AMALGAMA

Museos de lo correcto

Definiciones que antiguamente tenían fuerza descriptiva y una carga neutra han sido señaladas como denigrantes.

Museos de lo correcto

En una especie de feedback autodestructivo, las élites políticas de los estados europeos y, en general, occidentales, acorde a su momento histórico de decadencia, empiezan a desbarrar tanto en el lenguaje como en sus acciones. Se ha implantado una especie de fórmula del hablante, según la cual queda prohibido denotar certezas como las que hasta ahora se nombraban sin más malicia que la del propio habla en su desarrollo natural.

Por mor de una culpa que gravita sobre una población generalmente educada en un neurótico odio a sí misma, definiciones que antiguamente tenían fuerza descriptiva y una carga neutra, han sido señaladas como denigrantes, con el mismo ignaro acierto con el que la ley de memoria histórica ha cercenado, por encargo a los funcionarios, nombres que nada tuvieron que ver con un nebuloso franquismo.

Esas mismas personas, sin embargo, pueden hacer chistes ofensivos con intencionalidad política contra los semitas, la iglesia o las víctimas del terrorismo, lo cual indica que, al fin, se trata de imposiciones cargadas de política, no de un desarrollo natural del habla. El pasado 17 de enero, el exalcalde, y actual concejal, de Robledo de Chavela, Mario de la Fuente, habló de la inmigración citando a los refugiados por las agresiones sexuales de Colonia, y pasó a acusar a las personas de origen extranjero de ser las causantes del 80% de las muertes por violencia machista.

Inmediatamente, la ONG SOS Racismo llevó a la Fiscalía de Delitos de Odio y Discriminación de Madrid sus declaraciones como constitutivas de un delito de odio conforme al artículo 510.1 del Código Penal español. Sin embargo, si acudimos a las estadísticas, publicadas por el Consejo General del Poder Judicial en 2011, elaboradas por el Grupo de Expertos en Violencia Doméstica y de Género, un 57% de los asesinos de sus parejas eran españoles, en tanto que el 43% eran extranjeros. Teniendo en cuenta que en ese año el 12% del total de ciudadanos residentes en España eran extranjeros, la proporción relativa es mucho más grave que la señalada por el mentado alcalde, es decir, 10 veces superior entre extranjeros que entre españoles.

Puro cálculo de los datos del Consejo general del Poder Judicial. Lo mismo ocurre cuando se omite en los libros de estilo de los periódicos, citar el origen étnico de los delincuentes, dato que sociológicamente resulta interesantísimo conocer, por pura metodología científica, como lo es el saber si una enfermedad determinada se propaga más o menos entre unas poblaciones que entre otras.

Lo terminamos de ver en un reciente trabajo de Martine Gosselink, la responsable del departamento de Historia del Rijksmuseum, de Amsterdam, que quiere evitar 23 vocablos de entre los títulos de la colección museística, como negro, cafre, indio, enano, esquimal, moro, mahometano, etc. La colección es de un millón de obras, y ya van en camino de cambiar los rótulos de 300 dibujos, grabados o lienzos que generan conflicto según sus gestores; por ejemplo Jovencita negra, del pintor holandés Simon Maris (1873-1935), ha sido mudado por Mujer joven con un abanico.

Las expresiones jíbaro y esquimal también son proscritas por motivos semejantes. Lo mismo hace la National Gallery de Londres. Es de prever que la explosión étnica y multicultural que produce estos efectos, al generar fricciones incontrolables, invierta lo correcto y pase a estar proscrito lo que ahora parece desplegarse como una especial bandera contra la manca finezza, enarbolada por los actuales snobs, que se acercan a su fin de ciclo.

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