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cómic

La perfección marítima

'Esteban', de Matthieu Bonhomme, refleja el mundo de los balleneros en una aventura épica ambientada en la Antártida

El egoísmo y las ansias de acumular riquezas del ser humano no tienen límite. Y casi siempre acaban en tragedia. Esa es unas de las reflexiones que se hace el protagonista de esta obra ambientada en un viaje por mar en el año 1900 entre el Cabo de Hornos y la Antártida. El Leviatán, uno de los últimos navíos balleneros a vela, está en plena campaña de pesca.

A bordo, tanto de día como de noche, la tripulación trabaja para transformar la grasa de ballena en el aceite más fino y precioso. Esteban, procedente de la tribu de los Tehuelches, es el más joven de la tripulación y tendrá que enfrentarse a la dura realidad de los adultos, donde las continuas disputas, el odio y las ansias de poseer y dominar están a la orden del día.

Esta historia, en la que se pueden encontrar ecos de autores de novelas clásicas de aventuras como Hermann Neville, Robert Louise Stevenson o Emilio Salgari, ha sido creada por el ilustrador francés Matthieu Bonhomme, conocido por trabajos tan interesantes como Texas Cowboys, Omni-Visibilis o la magnífica El Marqués de Anaon, y que aquí debuta como guionista en una obra de cinco volúmenes que acaba de publicar la editorial Norma en dos integrales.

El protagonista pasará por todo tipo de vicisitudes. Desde sufrir prisión en la Antártida, hasta naufragar en un mar lleno de tiburones, pasando por participar en una rebelión de presos contra la metrópolis de unas colonias del Caribe. Pero lo mejor de todo es como presenta el mundo de los adultos ya que el protagonista reflexiona sobre las mezquindades y miserias de los individuos que le rodean. En este sentido, Esteban parece como un híbrido entre los personajes de Ishmael de Moby Dick y Jim Hawkins de La isla del tesoro. Y es que, muchas veces, la obra adquiere un tono introspectivo realmente prodigioso que demuestra la capacidad de este medio para presentar diferentes estados anímicos y penetrar en los miedos y las dudas interiores de sus personajes.

Bonhomme realiza un dibujo versátil y detallista, en la línea de la mejor escuela centroeuropea, con tonos claros y luminosos cuando transmite la inmensidad del océano y la sensación de libertad, pero con una paleta más oscura y sucia cuando se trata de reflejar el transcurso de la vida en el barco con las bodegas infestas de ratas o la grasa, el aceite y la sangre de los cetáceos.

El autor francés puede reflejar con detalle una escena de gran tensión en el que un temporal se ceba sobre una frágil canoa en un mar enralecido, para a continuación plasmar una calma absoluta de la embarcación en medio del océano.

La coloración a cargo de Delphine Chedru respeta el código artístico del autor y pone de relieve las atmósferas y luces de una forma más intensa. Esteban es una obra que surge de un momento coyuntural concreto en el que se demandan las aventuras épicas marítimas tras el éxito de obras como Long John Silver, Barracuda o Los supervivientes del Atlántico. Un género que ha tenido desde siempre un impresionante reflejo en el noveno arte porque presenta la estructura ideal para el lucimiento de los artistas, con un amplio muestrario de escenas de la naturaleza en toda su inmensidad y ebullición. Bonhomme pasa la prueba con nota.

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