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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Prueba de vida

Detalle de la portada del libro de Eugenio Baroncelli. LP / DLP

Decía Carmen Martín Gaite, una escritora que habría que leer más y seguido ahora que la editorial Siruela está reeditando toda su obra (les recomiendo empezar por El cuarto de atrás), que "el material del que se nutren nuestras narraciones no es tan importante como la forma que tenemos de hacerlo nuestro, es decir, de aplicarle una particular interpretación". Esto es lo que hacen Bernard Pivot y Eugenio Baroncelli en Las palabras de mi vida (Confluencias) y Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos (Periférica), respectivamente. Ambos libros, de difícil catalogación, permiten al lector conocer y disfrutar de un sinfín de anécdotas y curiosidades literarias que nos recuerdan los Cuadernos de todo de Martín Gaite, esos cuadernos en donde la escritora salmantina anotaba la vida, la suya y la de otros muchos, bajo la mirada del narrador.

Apoyado en su excepcional trayectoria profesional como divulgador, gracias al legendario programa de televisión Apostrophes (donde entrevistó a grandes escritores como Albert Cohen, Marguerite Duras o Vladimir Nabokov), en Las palabras de mi vida Pivot reúne recuerdos, conversaciones y anécdotas de todo tipo, transformados en una galería de imágenes que, a la manera de los vitrales góticos medievales, revela en la suma de sus fragmentos el relato de una vida íntimamente vinculada a las palabras: "La gente no me cree cuando digo que no pasa un día sin que abra un diccionario. Podría exagerar para dar ejemplo o por modestia. Pero sin embargo es verdad. Ante la menor duda acerca de la ortografía de una palabra, de su uso, de sus acepciones, de sus sinónimos, abro el Petit Larousse [...] Es un placer porque aprendo, descubro, recuerdo, comparo y rectifico. Soy un ignorante ilustrado".

En Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, Baroncelli consigue lo que no consiguieron hacer los espejos del célebre aforismo de Jean Cocteau: "Los espejos podrían hacer algo más antes de devolvernos las imágenes". Las breves semblanzas de Cervantes, Melville, Proust, Zweig, Gógol, Kafka o Céline, entre otros muchos autores que Baroncelli congrega en su libro, pretenden menos escarbar en la parte oculta de sus vidas que presentar las realidades que caben entre uno mismo y su doble, es decir, su imagen. Los relatos biográficos de Barocelli son, en realidad, como estrellas: su luz es muchas veces tenue y normalmente tarda un tiempo en llegar hasta nosotros, pero cuando lo hacen, es con una luminosidad diferente al resto.

Es difícil resumir la riqueza de este libro, que en poco más de trescientas páginas nos cuenta dos mil años de vida, de Herodes Antipas a Federico Caffé, un economista keynesiano declarado oficialmente muerto en 1998, tras su misteriosa desaparición en 1987: "Al amanecer del 15 de abril de 1987 salió de su casa en Roma para no volver nunca más. Desde entonces nadie lo ha vuelto a ver. ¿Adónde fue a parar? Algunos dicen que a un mundo menos triste que éste, otros que al corazón de una isla perdida o a la cima inviolada de una montaña. Otros dicen que a una paginita que pasará inadvertida, como ésta".

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