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historia

"Fernando Guanarteme no fue patriota ni colaboracionista"

"Cuando Celso Martín de Guzmán levantó la lápida de la ermita de San Cristóbal de La Laguna no encontró nada", asegura el arqueólogo Jorge Onrubia

El profesor de arqueología Jorge Onrubia. QUIQUE CURBELO

¿Cuándo surge la reivindicación de Fernando Guanarteme?

En primer lugar debemos hablar siempre de Don Fernando de Guanarteme, porque hay documentados otros personajes históricos con ese mismo nombre y a menudo ha habido confusiones. Toda la historia es contemporánea, se hace desde el presente y muestra intereses y valores del presente, por eso es evidente que el momento en el cual el personaje se patrimonializa, incorporándose a la memoria de la historia de la Isla, fue en Tenerife tras la crisis del 98 por la actividad de un movimiento liderado por Manuel de Ossuna y José Rodríguez Moure, que iniciaron una búsqueda de una nueva memoria, identidad y patrimonio. Posteriormente, en los años veinte, con el insularismo y el florecimiento de los cabildos, los miembros de la Real Sociedad Económica de Amigos del País comenzaron reivindicar a los indígenas y buscaron entre ellos a personajes que pudieran ser considerados héroes. Entre todos estos aspirantes a nuevos héroes destacó Fernando Guanarteme por su importancia en la historiografía y la historia más allá de los avatares de su vida. A consecuencia de ello surgió la idea de recuperar sus restos. No era relativamente difícil porque el historiador del siglo XVII Tomás Arias Marín de Cubas afirmaba que había sido enterrado en la ermita de San Cristóbal de La Laguna, aunque ahora sabemos que eso es discutible. Precisamente en aquella época se reconstruyó la ermita y se añadió el cenotafio superpuesto en el suelo de la capilla mayor y tras reconstruirse la fachada en 1923 se colocó una placa conmemorativa. Luego en la posguerra, con la reivindicación nacional de finales de los cincuenta y la subsiguiente salida de la autarquía, Domingo Navarro, presidente de la Asociación de Cronistas de Guerra españoles, inició un movimiento que ahondó en lo mismo, pero ahora se trata no sólo de reivindicarlo, sino de traer sus restos a Gran Canaria.

¿En qué momento se comenzó a hablar en serio de traer sus restos a la Isla?

A partir de una embajada de Gáldar que se dirige a Tenerife en 1967. Esta delegación estaba encabezada por el alcalde Antonio Rosa y con Celso Martín de Guzmán, un arqueólogo galdense que estudiaba en La Laguna, levantaron la lápida. Luego vino la celebérrima canción que los Sabandeños dedicaron a este tema. La demanda de patrimonialización llevaba aparejada el traslado de los restos. En 1986 se inscribió el Instituto Canario de Estudios Históricos Rey Fernando Guanarteme, con lo que la elección de tal nombre para designar a esta sociedad conllevaba que mantuviese su memoria. Luego vino la declaración de hijo predilecto de Gáldar, la Asociación Cívico Cultural La Solana-El Plátano y finalmente la Proposición No de Ley registrada por el Partido Popular, que se debatirá el 27 de este mes en el Parlamento de Canarias. Por lo tanto el Gobierno Regional ha decidido impulsar este proyecto de localización y exhumación e identificación de sus restos.

¿Creen que podrán seguir ese orden con un objetivo alcanzable?

El empeño es muy complicado, estamos trabajando en la fase documental para asegurarnos de la información antes de proceder a la exploración del subsuelo de la ermita, porque hay mucho dinero en juego. Cuando estemos seguros lo trataremos con el obispado que quiere que lo que se haga obedezca a unos datos sólidos, que no se dañe el emplazamiento y se deje como estaba. Por eso en función a los datos nos plantearemos un estudio arqueológico preliminar con exploración del subsuelo empleando métodos no destructivos para localizar si hay huesos. Esta ermita ha experimentado tantos avatares que se parece muy poco a la del siglo XV en la que supuestamente se enterró el cuerpo, hasta el punto que posiblemente se haya procedido a su traslado.

¿Entonces es posible que hayan sido trasladados ya?

Esa idea circula entre algunos colegas y mentideros. Es posible, aunque también esos huesos pueden ser restos de personas enterradas en esa ermita pero no los de Fernando Guanarteme.

¿Qué fue lo que Celso Martín de Guzmán encontró cuando levantó la lápida de la ermita de San Cristóbal de La Laguna?

Él me contó que no encontraron nada, pero es posible que se halle enterrado en un nivel mucho más profundo. Lo normal en este tipo de edificaciones es que haya enterramientos, osarios con una mezcla caótica de huesos, así que de encontrar algo así luego habrá que saber cuáles pertenecen a Fernando Guanarteme.

¿Llegados a ese punto que método de identificación mortuoria emplearán?

Buscamos a un candidato a Fernando Guanarteme, un hombre adulto, en torno a los cincuenta o cincuenta y cinco años, que muriera a finales de siglo XV, aproximadamente en 1496. Es cierto que los métodos no permiten afinar tanto, hay una horquilla de entre treinta y cuarenta años, así que a partir de lo encontrado veremos cómo podemos identificarlo. Ojalá estuvieran los restos en un ataúd o una arqueta identificado con un nombre, pero es poco probable. No tenemos una descripción del personaje, un molde dental, su estatura exacta, aunque sabemos que era alto, pero según los cánones de la época. Entonces entraran en juego el estudio de su ADN. En este aspecto su estado de conservación será fundamental, si sus restos se han movido, mezclado o contaminado, no podremos saber si son de él, de otro o de alguien que los tocó. Si conseguimos su DNI genético, que está en todas las células de los huesos, se compararía con aquellos parientes más cercanos en el tiempo y el parentesco.

¿Cómo es posible que se sepa tan poco de un personaje tan famoso?

No debe extrañarnos, porque ni siquiera sabemos su nombre indígena. El de Tenesor Semidán aparece en el siglo XVII y no es un antropónimo contrastado, sino discutido. Su hija se refiere a su padre como Fernando de Guanarteme. Que a alguien le guste más Tenesor Semidán que Fernando de Guanarteme me parece bien, pero la relación entre ambos es muy tenue. En cuento al apellido no sabemos si era Guanarteme, Gaudartemene, Guanartem, Guanasteme o etc? lo cierto es que no era un título indígena sino del de un linaje, eran nobles entre los nobles que formaban el gobierno de la Isla.

¿Se sabe a ciencia cierta donde fue enterrado?

Sin duda en Tenerife, muchos pensamos que en la Laguna porque se disponía a realizar un viaje a la Península por lo que debía de haber estado cerca del núcleo de poder, pero puedo haber sido en Los Realejos, donde había un núcleo indígena grande. Marín de Cubas dice que está enterrado en la ermita de San Cristóbal de La Laguna, pero él es un autor desasosegante, su uso de las fuentes es libérrimo, por lo cual ese dato se debe tomar con mucha cautela. Incluso de ser cierto puede tratarse de su sobrino homónimo.

¿Por qué Fernando de Guanarteme se ha convertido en una figura tan debatida?

Porque es un personaje que no deja indiferente a nadie, para unos fue un villano, un traidor, para otros un héroe, un principe del Renacimiento que ahorró sufrimiento y unió la Isla a Europa. No creo que fuera un colaboracionista ni un patriota, porque esos conceptos son anacrónicos, y el anacronismo es el colmo de la historia. ¿A quién traicionó? Quizás consideraba a los Reyes Católicos parientes más cercanos que los aborígenes con los que convivió. Fernando Guanarteme era una figura política y religiosa importante en el mundo indígena canario que tenía el papel de árbitro entre las disputas. En la conquista fue un mediador entre dos mundos como Malinche, Catalina de Guzmán o el Inca Garcilaso, es decir, una figura que hace mucha falta en la sociedad actual. Es fácil proyectar los intereses del presente en el pasado, es cierto que colaboró en el aniquilamiento de sus coterráneos pero ¿los consideraba su gente o era más pariente de Alonso Fernández de Lugo, el conquistador responsable de la incorporación definitiva del Archipiélago a la Corona de Castilla, que del Faicán de Telde? No debemos olvidar que las identidades son caleidoscópicas, flexibles, poliédricas, no existía un cohesión inter tribal que aportase a los aborígenes una idea parecida al concepto de patria o nación. Sin embargo es innegable que la suerte de sus coterráneos le preocupó cuando visitó Sevilla y consiguió que muchos volviesen a Gran Canaria.

¿Es posible que todo esto termine en un esperpento como el de la recuperación de los restos de Cervantes?

Espero que no. Juan Francisco Navarro Mederos y yo recibimos el encargo formal de coordinar la elaboración de un proyecto para localizar los restos. No oculto que la primer idea que tuve fue la de decir que no, lo he dicho antes en la prensa, porque conozco sus dificultades. Pero la lealtad a la memoria de Celso fue lo que me llevó a aceptar este papel que es muy incómodo. Vamos a hacer una hoja de ruta, estamos tratando con fondos públicos y vamos a manejarlos con total transparencia. Comenzaremos por analizar la fiabilidad del testimonio de Marín de Cubas. La responsabilidad es muy grande, iremos paso a paso, pero aun así no es algo fácil porque no hay evidencias incontestables, primero agotaremos la fase documental, pondremos los documentos sobre la mesa y luego las autoridades que financian el proyecto decidirán.

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