La vida de un chicano en el sur de Estados Unidos, desde su nacimiento en 1900 hasta su muerte en el año 2000, podría dar mucho de si en cuento supone repasar la crónica del siglo más violento de la historia. Sin embargo, Gilbert Hernández, más conocido como Beto Hernández, a pesar de su enorme reputación, desaprovecha esta fantástica oportunidad de realizar un cómic en mayúsculas. El día de Julio podía haber dado para mucho más. Ni siquiera la descripción de varias generaciones de la familia del protagonista anima una historia decepcionante, aunque trate sobre temas tan universales como el amor, la vejez, la muerte y la sexualidad en todas sus formas. En cuanto a las viñetas, poseen la elegancia a la que el autor estadounidense nos tiene acostumbrados que se resume en una historia de una enorme expresividad, a pesar de su sencillez blanquinegra.
