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historia

Ruta de piratas en Canarias

La obra historiográfica de Antonio Rumeu de Armas sobre los ataques navales en las Islas cruza las fronteras de la mano de la edición digital de Carlos Álvarez

Ruta de piratas en Canarias

"Tan seguro como que las arañas abundan donde hay grietas y escondrijos, surgen los piratas donde hay un nido de islas que ofrezcan caletas, bajíos, farallones, rocas y arrecifes; en suma, facilidades para espiar, para atacar por sorpresa y para escapar". Así lo manifestó el capitán Henry Keppel, aniquilador de piratas de la Marina Real británica, quien esgrimió en esta metáfora las razones por las que Canarias, cruce de caminos de todas las rutas de la tierra, se erigió durante el siglo XVI en el escenario mundial de la piratería.

Estas páginas de la Historia universal y de las Islas, que recogen episodios gloriosos pero empolvados en el olvido y la desmemoria, se hicieron relato de la mano del historiador tinerfeño Antonio Rumeu de Armas en 1947, quien glosó en cinco volúmenes las numerosas batallas de corsarios y piratas que sacudieron el Archipiélago a lo largo de los siglos. Y precisamente con afán de intervenir en esa penumbra que aún envuelve el fenómeno de la piratería y los ataques navales en Canarias, el escritor canario-leonés Carlos Álvarez ha querido rescatar, actualizar y divulgar en las redes este trabajo enciclopédico.

Bajo el título Canarias y el Atlántico. Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias, que rebautizó esta obra en una reedición facsímil en 1991, el autor de La Señora Beatriz de Bobadilla, Señora de Gomera y Fierro emprendió el pasado 2015 el ambicioso proyecto de digitalizar los 16 títulos que componen la extensa investigación de Rumeu de Armas y que constituye, en palabras de Álvarez, "una obra capital para comprender la historiografía de Canarias".

En los últimos meses, el escritor ha puesto en órbita los seis primeros títulos digitalizados de Canarias y el Atlántico para su descarga gratuita a través del portal web de su proyecto editorial Hora Antes, que ha contado con las colaboraciones del Gobierno de Canarias, Parlamento de Canarias, Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, y de las empresas Tirma, Satocán y Grisaleña. Ahora, el escritor permanece a la espera de captar nuevos patrocinios para el lanzamiento virtual de los diez títulos restantes, que cartografían la evolución de la piratería en el Atlántico desde sus albores, en vísperas de la conquista de Canarias en el siglo XV, hasta finales del siglo XVIII, con el memorable ataque del almirante Nelson a Santa Cruz de Tenerife.

Para Álvarez, el relato historiográfico de Rumeu de Armas es clave para comprender "la expansión de Europa a través del Atlántico y el papel de las Islas como diana de la disputa entre las potencias europeas, y como eje del encuentro del Viejo y el Nuevo Mundo". Sin embargo, esta vocación divulgativa no es óbice para el desarrollo de un ejercicio estilístico y literario que destila "toda la belleza de la narración histórica del siglo XIX". Este aspecto concede a la obra de Rumeu de Armas un doble valor documental y estético que, por un lado, abre los textos a todo tipo de lectores, toda vez que las posibilidades del entorno virtual ya han favorecido su difusión en más de una treintena de países.

Además, la mirada global de Canarias y el Atlántico, que se detiene en las distintas piezas del puzzle intercontinental, permite recomponer el cuadro general de la piratería en Canarias y las Indias Occidentales, así como las claves de sus orígenes en América y su desarrollo en el contexto global. No obstante, el aspecto más interesante de la obra estriba en que, a todas luces, por su situación geográfica y por sus circunstancias particulares, "ningún otro lugar de la tierra se vio asaltado tantas veces en tan breve espacio de tiempo como lo fue Canarias en aquella centuria".

Y es que en el transcurso del siglo XVI, este nudo de islas en la encrucijada del Atlántico sufrió los ataques continuados de las más grandes figuras náuticas. Piratas, corsarios, almirantes afamados, descubridores, pilotos o cosmógrafos, procedentes en su mayoría de Francia, Reino Unido y Países Bajos, perpetraron ataques, saqueos, robos y crímenes sistemáticos a su paso por Canarias, pero que apenas se han documentado de manera parcial o arbitraria en los libros de texto. "La historia de la piratería en su acción contra España adolece de este defecto general: apenas si se ocupa de esbozar las hazañas de un Drake, de un Cavendish, de un Morgan, pero permanece en silencio la verdadera historia de esta fuerza oculta que hizo más de una vez conmoverse y tambalearse al más grande imperio que registran los siglos", escribe Rumeu de Armas en el prólogo de su investigación.

Recorrido

A lo largo del siglo XVI, "el verdadero Siglo de Oro de corsarios y piratas", el Archipiélago fue la avanzada hacia América y el lugar donde se ensayaron los grandes sistemas de colonización, "que han dado tan imborrable impronta espiritual a la hispanización de islas y continentes".

Cuenta Rumeu de Armas que por sus aguas navegaron primero los pueblos náuticos de la Edad Media y que, más adelante, con la conquista y explotación de nuevos territorios, Canarias se convirtió en la estación de espera de cientos de flotas cargadas de tesoros, que se disputaban los pueblos desheredados de Francia, Inglaterra y Holanda.

Los primeros piratas que atacaron las Islas fueron los lusitanos, en el contexto de rivalidad política entre Portugal y los reyes de Castilla por el dominio del mar. Pero en pocos años, los piratas de Francia se lanzaron al océano para litigar este puesto a los lusitanos, con la mirada puesta en los galeones de Indias. El más ilustre cosmógrafo francés, Jean Alfonse de Saintonge; el sanguinario pirata Pie de Palo; o los almirantes Durand de Villegaignon y Paris Legendre protagonizaron los episodios de piratería más encarnizados contra el Archipiélago, bajo el reinado de Carlos V. Esta "odiosidad" se acentuaría en la regencia posterior de Felipe II con colosales expediciones de ataques contra Canarias, donde se entrecruzaban las guerras de religión que azuzaron la intensidad de las operaciones terrestres y navales.

Más adelante, Reino Unido se incorpora a este mapa bélico con el desembarco de sus corsarios en Canarias, que se establece como marco de sus operaciones y, a medio plazo, como escala obligada en la ruta de navíos hacia las Indias. Por las islas desfilaron los nombres de los marinos más ilustres, que salpicaron las eras más gloriosas de la historia naval británica, como Edward Cooke, John Poole o John Lowell. Esta sucesión de batallas y hazañas que enlaza la narración de Rumeu de Armas registra también los cambios en las dinámicas, estrategias y mañas de la piratería porque "la piratería, como todo lo humano, evoluciona". En este sentido, la relación de hechos señala la transición de una primera fase puramente militar y conquistadora, de rivalidad entre Portugal y Casilla, a "una verdadera piratería comercial". Junto a su condición de epicentro de lucha de poderes, las islas se consolidan como espacio de tránsito de galeones atestados de tesoros, y los piratas y corsarios, como arañas en las grietas, se agazapaban en sus inmediaciones a la espera del asalto.

Así, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, Canarias se afianza como escala obligada en la travesía hacia las Indias Occidentales, y la piratería es potenciada a un tiempo por Francia, Inglaterra y Holanda con el propósito de labrarse sus respectivos imperios coloniales y hacerse con el dominio del mar y del mundo. Esto supone que los ataques no procederían únicamente de piratas aislados, sino de potentes escuadras de las naciones enfrentadas con España, que desataron las batallas más cruentas de esta época.

Esta profusión de asaltos en mar y tierra integran los seis primeros volúmenes de Canarias y el Atlántico, disponibles en la Red, que registran las citadas rivalidades hispano-portuguesa por el dominio del océano; la rivalidad hispano-francesa con las luchas de Carlos I de España contra Francisco I de Francia y de Felipe II contra Enrique II; los orígenes de la piratería inglesa en las Indias Occidentales; y el relato de algunas de las operaciones navales de mayor envergadura, como los ataques del famoso pirata Francis Drake a Santa Cruz de La Palma, en 1585, y a Las Palmas de Gran Canaria, en 1595, o el desembarco del holandés Pieter van der Does en Gran Canaria, en 1599. Además, el Título VI: Fortificaciones en el Archipiélago, ilustra cómo las islas emprenden a finales del siglo XVI la construcción de castillos y fortalezas en sus puertos y ciudades principales, que reducen poco a poco las potencialidades del asalto por sorpresa.

El recorrido de la serie completa de Canarias y el Atlántico refleja la evolución de la piratería hacia nuevas formas hasta su desintegración final, pues el cambio de rumbo en la actividad colonizadora de Francia e Inglaterra irá restando poder a las fuentes de la piratería, que apenas se reduce al "desecho de los hombres del mar" o "filibusteros". Cuenta Rumeu de Armas que, tras el descenso en la piratería en los siglos XVII y XVIII, sólo a principios del siglo XIX cesan los ataques navales contra el Archipiélago, pues la guerra de la independencia contra Napoléon y la emancipación de América absorben las inquietudes de España. Pero el autor cierra las páginas de Canarias y el Atlántico con el broche de los ataques de Blake y Nelson, para culminar a lo grande un viaje exhaustivo por el océano abisal de la piratería en el Atlántico.

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