La vida de una joven francesa que padece dolores de espalda por el exagerado tamaño de sus pechos sirve al joven historietista galo Bastien Vivès para crear, en Los Melones de la Ira, un ejercicio alucinado a medio camino de varios géneros. Por una parte el dibujo debería ser calificado de esbozo, bosquejo o apunte, porque casi parecen proyectos, pruebas o trazas de viñetas. Esta vaguedad hace que el resultado no sea propiamente un cómic erótico, ya que estos muestran mucha más precisión para que el lector pueda reconocer los desnudos y los cuerpos, pero es que además el guión no es el de una comedia, un drama ni tampoco ambas cosas (una tragicomedia). El resultado es un cómic que más bien parece un borrador antes de la obra definitiva, porque no sólo los contornos y detalles del dibujo no están totalmente definidos, sino que la propia historia aparece esquematizada hasta el punto que el final queda completamente abierto. Una obra austera y experimental recomendable especialmente para los admiradores de Bastien Vivès, sin duda uno de los autores más personales e innovadores del noveno arte actual.