Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), autor de más de una treintena de libros, se ha convertido en uno de los escritores claves de la literatura mundial. Premiada su obra en numerosas ocasiones, hace unos meses recibió en Guadalajara (México) el Premio FIL de Literatura, antiguo Premio Rulfo. Se trata de un premio que distingue la obra de autores "con un aporte significativo a la literatura de nuestros días." No hay duda de que su obra se ajusta a esta premisa, porque él escribe en la necesidad de encontrar escrituras que nos interroguen desde la estricta contemporaneidad, en la necesidad de encontrar estructuras que no se limiten a reproducir modelos decimonónicos que quedaron obsoletos. Basado en encuentros y en intercambios virtuales de Enrique-Vila Matas con Dominique Gonzalez- Foerster, reconocida artista en la escena internacional, Marienbad eléctrico indaga en la amistad entre ambos, cuyo cordón umbilical es su compartida fe absoluta en el arte.

¿No está harto de que numerosos críticos mareen la perdiz preguntándose si 'Marienbad eléctrico' es o no una novela? Dicho de otra forma: ¿Cree que en el siglo XXI sobra o no preguntarse sobre el género, que en algún momento Juan José Saer llamó "esclerosis de la literatura?

Yo mismo he dado pistas citando a Moisés Mori que en su reseña La edad del arte dijo que Marienbad eléctrico era una "novela sin género". Pero ni así. Algunos reseñistas se estrellan contra un problema tan tonto como éste. En música no pasa lo mismo. Un crítico de música entiende, por ejemplo, que Zebda mezcle punk, rock, reggae y raï, e incluso música tradicional y ligera.

Considero que 'Marienbad eléctrico' es uno de sus libros más poéticos. ¿Se debe tal vez a la libertad plena con que lo ha escrito?

Entre los cinco elementos -irrenunciables, imprescindibles- que decía en Perder teorías que debían estar en toda novela futura se hallaba, detrás de la intertextualidad, "las conexiones con la alta poesía". Y creo que en Marienbad eléctrico no están ausentes estas conexiones. El libro es mi "ars poética". Como el librito Un pedigrí es el "ars poética" de Modiano. Lo vio muy bien Christopher Domínguez Michael en su discurso de Guadalajara: "Marienbad eléctrico es una breve y contundente poética a modo de relato".

La confluencia de arte contemporáneo y literatura en 'Marienbad eléctrico', que también se da en Kassel no invita a la lógica, ¿supone para usted una vuelta de tuerca en su modo de ir más allá de los cánones tradicionales de la literatura?

Kassel no invita a la lógica aparece en el famoso artículo sobre la "novela conceptual" que Shaj Mathew publicó en The New Republic acerca del "último movimiento de la novela contemporánea". Este es el momento duchampiano de la literatura, dice Mathew. Entre los autores que unen literatura y arte y que él señala se encuentran una serie de autores que a mí precisamente me interesan mucho: Ben Lerner, Sophie Calle, Teju Cole, Tom McCarthy, Alejandro Zambra, Siri Hustvedt, Sheila Heti, Orhan Pamuk?

¿En su manera de entender la ficción, ¿es más importante el mensajero o el mensaje?

A esto no sé qué contestarle. Tendría que pensarlo mejor. Pero creo percibir que todo es lo mismo. En todo caso, elijo el mensaje, porque al mensajero siempre lo puedes matar.

¿Qué entiende por "literatura expandida", expresión que aparece en 'Marienbad eléctrico'?

Es un término de Ana Pato, escritora brasileña que ha escrito un libro sobre la obra de Dominique Gonzalez-Foerster, donde investiga la poética de esta artista, los nuevos modos de escritura presentes en su producción. Para Pato, la singularidad de Dominique Gonzalez-Foerster se revela en cómo se articula ensayo y narración y cómo eso se traslada al campo de las artes visuales.

¿Por qué cree que se omite con tanta frecuencia a las mujeres escritoras cuando se escribe sobre escritores? Pienso,

No lo sé. ¿Será que los hombres, siempre tan competitivos, se miden siempre con los hombres? Yo acepto enseguida que una mujer sea más inteligente que yo, y sin duda me cuesta mucho más aceptarlo en otro hombre.

En 'Marienbad eléctrico' afirma que su relación con DGF se ha basado siempre en una sucesión de felices equívocos creativos. Durante la lectura del libro he pensado que estos le llevan a crear su propio relato imaginario, paralelo al de la artista, y que en el libro toma la forma de relato múltiple. ¿Se lo planteó así, si se tiene en cuenta que en un momento determinado del libro, reconociéndose usted a la vez en la figura de Watson, se lee "ella era ella, y yo era yo; lo nuestro eran dos mundos"?

Mientras escribía el libro me pareció que entre ella y yo había una relación parecida a la de el hombre y la mujer del film de Resnais, que se hallan en dos planos distintos (como el hombre y la mujer de La invención de Morel, de Bioy), hasta en dos veranos distintos e incluso en dos espacios que no van a converger nunca.

En la habitación única, de espacio cerrado, del Splendide Hotel encontró usted una cáscara vacía, la luz de una ausencia absoluta, y libros encuadernados atados a una mecedora. ¿Esta luz hace referencia o no a eso que usted dice en un lugar de su libro: "Escribir equivale a ausentarse"?

Encontré lo que encontré. Lo anoté y ahí está escrito. No lo relaciono por ahora con nada en concreto.

¿En 'Marienbad eléctrico' es usted quien narra o es un autor inventado a la medida de su gusto?

Es la voz de muchos de mis libros. Álvaro Enrigue me asombró al ser la primera persona que lo explicó a la perfección: "No es un escritor fantasma que se difumine detrás de lo que cuenta, sino un autor espectacular. Pertenece a la estirpe de Montaigne o de Quevedo -una estirpe rara entre los autores de ficción. Lo que se escenifica en un libro de Vila-Matas no es una trama o una serie de ideas o una batalla contra el lenguaje, sino a Vila-Matas tramando, pensando o escribiendo bajo el avatar de un narrador."

¿Hasta qué punto la labor creativa implica la autodestrucción del autor?

Toda mi obra ha sido definida como una gran Central Creativa. Ahí yo creo que no hay autodestrucción nunca.

Se ha escrito bastante sobre el bloqueo de los escritores y la poética del No. Sin embargo, casi nada, que yo sepa, del bloqueo de los lectores, cuya personalidad, por llamarle de alguna forma, está compuesta de lecturas. ¿Acaso el escritor, en su modo de sentir, no se asemeja al lector activo?

¡El bloqueo de los lectores! Debe de llegar cuando uno de ellos, de buena fe, lee toda la obra de Isabel Allende, de Paulo Coelho y de Haruki Murakami y luego un día se le ocurre asomarse a un libro de Giorgio Agamben o de Maurice Blanchot. Al cambiarse de bando, debe de quedarse ese lector tan anonadado que seguro que cree que no puede leer ni los signos del libro que tiene en sus manos. Y no hay para menos, porque es como si hubiera pasado de Belén Esteban a David Bowie.

"La gran admiración que nos despierta un escritor se nota no tanto en que nos impone la lectura de su obra sino la lectura de sus lecturas preferidas", escribió Julio Ramón Ribeyro en los Diarios que usted cita en Marienbad eléctrico. ¿Qué le sugiere la cita?

Me recuerda esta cita que seis años después de escribir eso, Ribeyro escribió: "Ahora ni siquiera sé qué libros me llevaría a una isla desierta"