Todos conocemos algún un pijo aburrido de su condición de niño de papá que para entretenerse se da un paseo por el lado salvaje de la vida. Chicos con dinero que juegan a hacerse los rebeldes y convierten su existencia es un patético catálogo de la hipocresía de todos los jóvenes que utilizaron las manifestaciones del movimiento insumiso para hacer el vándalo y que confundieron hacer el vago con una estrategia antisistema. Tal personaje es Pablo Arkada, un anarka de marca, que nos demuestra que es posible convertir una manifestación por la paz en una protesta violenta, ser gótica y vestir en Zara, ser feminista y prestarse voluntariamente como objeto sexual, ser punki y lavar la ropa en casa de tus padres, y un largo etcétera que en algunas ocasiones hace reír y otras al acordarnos de ese personaje que tiene todo para llevar una vida placentera, pero prefiere trasformarse en aspirante fracasado a rebelde.
Oriol Jardí y Raúl Ariño han creado una historieta en la cual lo mejor no es el dibujo, claramente caricaturesco, pero que divierte tanto que lleva diez años publicándose en el semanario de humor satírico El Jueves.
