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Melancolía

Caimán en una laguna del Yasuní. MANUEL CARDENAL

Las petroleras han entrado en el Amazonas a buscar el oro negro y en su destrozo también han arrinconado a los habitantes de la selva. Antes los convirtieron a la religión católica. Hasta finales de los años 50 del siglo pasado, los waorani no habían sido contactados por el hombre blanco. El primer encuentro fue en la zona del Yasuní, hoy Reserva Mundial de la Biosfera. "Un misionero católico llegó sobrevolando el lugar en avioneta desde la ciudad de Shell. Solo y con un altavoz desde el que les hablaba en idioma waorani, avisando que volvería". Regresó. Los waorani se dividieron y el misionero, que murió lanceado unos años más tarde, cristianizó a los que quisieron pactar. Detrás vinieron las carreteras. Hoy hay ciudades con zonas que se han despoblado, las petroleras buscan el maná en otros lugares. "Con la civilización llegaron los vehículos, el cemento, la electricidad, pero una de las cosas que más choca es la cantidad de iglesias en la selva, grandes, medianas, pequeñas, abandonadas, a medio construir. Algunos ecuatorianos dicen que son como sectas. El catolicismo en esta zona es muy incisivo".

En la historia de lo que hicieron los waorani que se negaron a negociar con el misionero lanceado palpita el más hermoso misterio. "Se les llama los no contactados. Son los clanes de Taggaera y Taromenani. No tienen reparos en matar a quien intente acercarse a su territorio. Hace poco se dio el caso de un matrimonio waorani que navegaba con su hijo en canoa por uno de los cientos de ríos que hay en la zona cuando, de pronto, el hombre murió en el acto, lanceado. La mujer, sin embargo, sobrevivió, aunque también recibió el impacto de una lanza que la tiró al agua. Cuando logró llegar al hospital donde pudieron tratarle le dijeron que sobrevivió por medio centímetro. Y también que los asesinos habían sido niños. La razón de por qué estaban tan seguros es porque los no contactados adultos nunca fallan. Al haber cada vez menos territorio virgen, los no contactados pierden capacidad de movimiento". También hay que hablar del grupo de los contactados a la fuerza, "gente mayor casi toda que no ha podido huir del hombre blanco. Estos hombres y mujeres hablan de la selva con mucha melancolía".

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