La Provincia - Diario de Las Palmas

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El paiche

En el imaginario occidental la selva son peligros, hombres y mujeres semidesnudos, lianas, humedad, plantas que no dejan ver el sol. Y muchos animales. "La selva es vida por todos lados. Sea volador, reptil, trepador, nadador. Los animales lo inundan todo de forma abrumadora. Y tienes que tener en cuenta algo que no se da en ningún sitio como aquí: estás en su territorio. La selva hay que respetarla, hay que ser muy humilde, es tan hermosa como peligrosa. Cuando te has dado un pateo de unas horas, cuando has entrado por caminos estrechos en zonas profundas, todo es vida. La densidad vegetal puede hacerte sentir que te falta el oxígeno. Lo que piensas que es un rama puede ser un animal, y al revés. Cada decisión para grabar, plantar el monopie, siquiera dar un paso, hay que tomarla después de poner mucha atención en lo que te rodea".

En el imaginario occidental de la selva tampoco fallan los mosquitos. "Están creados para destrozarnos la piel, no la de los waoranis, esa está encallecida, ellos apenas los sufren. Todos los insectos son más grandes y exuberantes que lo que conocemos, las hormigas congas tienen el tamaño de un dedo índice, hay mariposas del tamaño de una bandeja." Pero si hubo un animal que le cortó la respiración a Manuel Cardenal es el paiche, del que apenas hay rastros en Internet. "Es una especie de gamba marrón gigante. Estábamos en una laguna enorme de las miles que hay, grabando recursos de paisajecon un indígena quechua en una canoa muy frágil cuando, de repente, notamos moverse la barca y vemos salir del agua unas burbujas más grandes que esta mesa", dice señalando una mesa cuadrada de un metro de lado a lado. Era el paiche respirando. "Nos vimos de pronto navegando en medio de una familia de estos bichos. En un momento, a solo dos metros de distancia, asomó una parte del tronco del que debía ser uno de los adultos. Tres o cuatro escamas enormes, gruesas, en total aquella especie de gamba debía medir tanto como un coche. Es el rey de la laguna, nadie le hace sombra, y estábamos en su terreno, se movía rapidísimo, mientras nosotros éramos muy lentos. Con un latigazo de la cola podía perfectamente tirarnos al agua".

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