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El profesor del deseo

Libros del Asteroide publica la novela 'Cómo se hizo La guerra de los zombis', en la que el escritor bosnio Aleksandar Hemon satiriza la sociedad americana

El profesor del deseo

Nacido en 1964, el escritor bosnio Aleksandar Hemon publicó en Estados Unidos su primer libro, La cuestión de Bruno, aparecido en 2000 en Doubleday (en España lo publicó Anagrama en 2001). Se trataba de un recopilación de siete cuentos (Islas, Vida y andanzas de Alphonse Kauders, El acordeón, Una moneda, Imitación a la vida, Charlas agradables, La red de espionaje de Sorge) y una novela corta (Blind Jozef Pronek & Dead Souls), fruto de las más intensas experiencias vividas durante la infancia, la emigración y la guerra de los Balcanes, esta última vista a través de la televisión estadounidense, pues cuando la guerra llegó también a la región de Bosnia-Herzegovina en abril de 1992, estallando las hostilidades entre las tres nacionalidades principales del país, Hemon se encontraba en Chicago perfeccionando su inglés.

Desde entonces Chicago es el cuartel general desde el que Hemon escribe sobre el desarraigo como materia prima, aunque en El libro de mis vidas (hay edición española en Duomo, 2013), enumera las veinte "razones por las que no deseo abandonar Chicago". La número 8 dice: "La bendita escasez de famosos en Chicago, casi todos los cuales son deportistas perdedores que cobran una barbaridad. Oprah, del grupo de los amigos, y muchas otras personas cuyo nombre no he sabido nunca o que no recuerdo ahora, se han ido a Nueva York o a Hollywood o a algún centro de rehabilitación, donde pueden lucir la falsa medalla de sus humildes raíces en Chicago, mientras que nosotros podemos reivindicar éstas sin sentirnos responsables de la vaciedad de sus vidas de primera plana".

Al igual que Hemon, Joshua Levin, protagonista de su última novela, Cómo se hizo La guerra de los zombis, publicada por Libros del Asteroide, vive en Chicago sin más aliciente que la futura retribución millonaria que espera por vender los derechos de un guión que está escribiendo a una productora de Hollywood, sin más gloria que los suplicios con que eran atormentados los cristianos, aunque él es judío. Mientras espera el golpe de suerte, Joshua trabaja dando clases de inglés para extranjeros, en particular a emigrantes de la Europa del Este: un oficial de la KGB y su mujer, dos matrioskas rusas, un antiguo científico espacial, una mujer de Kazajstán y Ana, una atractiva bosnia de treinta y tantos años, casada con un marido violento y celoso, a quien conoce en una fiesta en casa de Ana; desde ese momento, todo se trastocará y habrá locura donde había sensatez y desgracia en lugar de dicha.

Hemon presenta a sus personajes tímidamente, envueltos en la nebulosa de los actos rutinarios, en superficiales conversaciones mientras asisten a talleres de escritura de guión (Joshua, Bega, Dillon) o de inglés para extranjeros, en colarse en la casa del vecino y oler su ropa interior (Stagger); y poco a poco crecen, se hacen complejos y corpóreos, seres corrientes que han desperdiciado partes sustanciales de su vida (aunque en el caso de Joshua eso no "le hubiera dejado rastro alguno de traumas o de arrepentimiento. [...] Tenía el cuerpo de un luchador de peso ligero que hubiera dejado de combatir a los catorce años; unos ojos soñolientos que, si se juzgasen de un modo mucho más positivo, podrían considerarse contemplativos y melancólicos") que resultan absolutamente cercanos y entrañables.

Cómo se hizo La guerra de los zombis no se trata de una novela de conflictos morales, sino de una obra hilarante, de humor negro, planteada sobre el dilema del deseo: por qué lo buscamos, por qué huimos de él, y cómo la angustia de no dominar los resortes de nuestro mecanismo sentimental puede hacer que nuestra vida estalle en mil pedazos. Lo que sobre todo parece haber interesado a Hemon, y en ello radican los mejores logros de la novela, es el esbozo de algunos tipos novelescos. Por encima de todos, el de Stagger, un veterano de la guerra del Golfo, que vive conflictivamente el pasado, el presente y el futuro y que, por si fuera poco, se siente atraído por el olor corporal de Joshua, a quién uno imagina dando vida en la pantalla a Paul Rudd o Seth Rogen. Y es que Cómo se hizo La guerra de los zombis tiene algo de comedia de terror, pero aferrada a la realidad más pedestre.

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