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Entrevista

María Pagés: "Carmen es un archimito y he asumido el riesgo de deshacerlo"

En 'Dunas' queríamos llegar prácticamente desnudos para descubrir qué eramos capaces de hacer, manifiesta la coreógrafa

La coreógrafa y bailaora sevillana María Pagés, hace unos días, en el patio del teatro Cuyás

Quienes sientan interés por los procesos creativos, tendrán curiosidad por saber cuál es el germen de Dunas, el largo dúo creado y estrenado por ti y Sidi Larbi Cherkaoui hace ya siete años. Qué fue lo primero que surgió. ¿Una imagen tal vez, una vivencia...?

Lo primero fue el deseo de hacer algo juntos, no sabíamos el qué. Pero no porque uno viniera del flamenco y el otro de la danza contemporánea. No era eso, porque hay mucho flamenco y mucho contemporáneo que te pueden interesar. Lo que nos interesaba era ver cuánto coincidíamos en nuestra forma de entender el trabajo creativo. Tuvimos muchas conversaciones antes de descubrir que era lo que podía unirnos. Por ejemplo, al pensar en nuestra forma de movernos nos dimos cuenta de que los dos siempre hemos prestado mucha atención a las manos y a los brazos. Pero, como te he comentado, no sabíamos exactamente qué queríamos hacer. Él me decía, es que yo quiero bailar esa coreografía, eso que tú haces... Cabían distintas opciones, que yo le montara algo a él o que él creara para mí; que él bailara y yo no, o al revés. Al final decidimos que lo mejor era hacerlo todo juntos, que los dos bailáramos y que cada uno creara algo para el otro.

En Sueños de Babel

Sí, porque es algo muy cercano a él, las manos son su medio de expresión más inmediato. A mí me pasó igual. Me acuerdo que de pequeña cuando me decían "venga, baila", lo primero que hacía era ¡así! [levanta los brazos y mueve las manos como una bailaora]; es lo que primero que te sale, lo más inmediato. Estas expresiones espontáneas son muy importantes y nos gustó descubrir que los dos también teníamos eso en común. Pero había otras cosas que compartíamos, como el interés por el otro.

Guiarse por sintonías personales, cuando se trata de crear o de elegir compañeros de baile, en vez de imponerse objetivos, tiene sus implicaciones éticas.

Si algo nos une es que no creamos y bailamos por nada más, siempre hay un mensaje, un compromiso de fondo. Ha de haber un mensaje claro. Lo encuentras en sus creaciones y también siempre en las mías; por ejemplo, en Utopía o en Yo, Carmen. Y eso nos unía,

Y también muestran un compromiso con el respeto a la diversidad individual, porque si ustedes se impusieran por adelantado objetivos como, por ejemplo, "vamos a fusionar flamenco y danza contemporánea", anularían su propia idiosincracia.

Por eso la obra tiene ese título. Que se llame Dunas tiene un sentido clarísimo, porque ése es el espacio donde nosotros pensamos que tendría más sentido nuestro encuentro. Pensamos que nos gustaría que fuera un lugar como ese, donde no existe nada preconcebido. Elegimos un lugar que se está siempre transformando porque asumimos que cada día nosotros también lo estamos haciendo, y que nos vamos adaptando a los cambios que se producen. Para nosotros, el espacio metafórico ideal era ése, el desierto, por su amplitud, por la impresión de libertad que trasmite. No hay otro espacio tan desecho, ni tan poco fijo, tan cambiante. Todo lo que se ve un Dunas tiene un sentido clarísimo, empezando por el título, que explica muy bien cómo concebimos nosotros las cosas. Queríamos llegar practicamente desnudos para descubrir qué éramos capaces de hacer juntos.

Si no recuerdo mal, hay un momento del montaje en el que Sidi Larbi pasa a tu alrededor y se para a mirarte con seriedad. ¿Te has sentido así, interrogada?

Sí, pero fíjate, igual puede pasarme a mí respecto a él. Bueno, aquí hay varias cosas curiosas, sobre cómo nos situamos físicamente. Porque claro, somos un hombre y una mujer. Este es uno de los asuntos sobre los que estuvimos hablando durante la creación de Dunas. Uno de los mensajes de la obra es: al ser él un hombre y yo una mujer, ¿Cómo nos situamos? ¿El hombre va a ser el fuerte y la mujer la frágil? Podríamos actuar en correspondencia con los roles establecidos y ya está. Pero no lo hicimos. Cuando tratábamos sobre esto él siempre decía, aquí yo quiero dejarme dominar y que tú seas la fuerte. Lo importante en Dunas es transmitir el mensaje de que la mujer y el hombre no tienen ya ese papel preestablecido. Durante la representación, entonces, se ve cómo él pasa a mi alrededor y me mira, o cómo lo miro yo. Pero a veces también estamos totalmente unidos, fusionados; y a veces nos apoyamos el uno en el otro, para que él caiga y yo me levante. Dunas se mantiene gracias a un juego de equilibrios.

Y es que realmente ocurre así, podemos encontrar muchos tipos de hombres y mujeres en el mundo.

Claro, es absurdo negarlo, ¿no? Escénicamente, a veces yo puedo ser más potente, pero no por el hecho de ser físicamente más fuerte... o yo que sé, ¡por lo que sea!. La cuestión es que jugábamos con eso. Él es muy flexible, puede tener una apariencia frágil, aunque luego pueda parecer muy fuerte; pero siempre me dijo, "aquí yo quiero que tú seas la fuerte". Yo creo que en Dunas hay tanto equilibrio... Ese cartel juega muy bien con el concepto de la obra. [Señala el cartel en el que los dos aparecen de perfil en el centro de la imagen, con el cuerpo de cada uno cubierto hasta el pecho por un pliego de tela color arena que se extiende, estirado, por detrás de ellos mismos. Están de pie, frente a frente, con los brazos algo extendidos y mirando cómo las yemas de sus dedos están a punto de tocarse] Ese cartel expresa simetría, equilibrio; y yo creo que Dunas es eso.

Una vez escuché decir a un psicólogo que en cualquier tipo de pareja: sentimental, creativa, amigos íntimos... tiene que darse esa polaridad para que salte la chispa. Aunque suene políticamente incorrecto decirlo, en toda relación que realmente funcione siempre hay uno que se deja llevar y otro más o menos dominante, que marca el ritmo.

Ya, pero entonces, lo que tratábamos de hacer en Dunas es que todo eso se jugara de una manera equilibrada. Porque sabíamos que cualquier mensaje de este tipo podía contribuir a crear otro prototipo. El proceso de creación de Dunas es tan interesante para mí como los mensajes, unos más directos y otros más subliminales, que transmite. Si hay una característica que describe esta obra es la fluidez, la armonía. Trabajamos muchos días y muchas horas, pero no recuerdo ningún tirón, ningún choque, porque siempre íbamos avanzando.

Dunas nos hace llegar también otros mensajes. Cuando Sidi Larbi se encuentra de pie ante la mesa de luz, haciendo con arena esos dibujos tan simbólicos que se proyectan simultáneamente sobre el fondo del escenario, canta una canción en hebreo. Dunas

Y eso tiene todo un sentido. El mensaje es que aquí todos somos iguales, aunque siempre haya esa pugna entre judíos y muslmanes. En Dunas también se escucha un canto en latín, el himno de Santiago, el matamoros. Sidi se ha criado en Amberes, una ciudad por la que ama pasear cuando vuelve de sus viajes, y donde hay mucha población musulmana y también judía. Desde ese punto de vista, tiene áun más valor que él cante en hebreo. Esta es una cuestión que queríamos dejar reflejada por nuestros propios orígenes: yo soy andaluza, con claros orígenes árabes como todos sabemos, y él es musulmán o de origen musulmán. Pero sobre todo queríamos hacer llegar un mensaje de igualdad.

Las alusiones a los roles establecidos para cada género da pie a hablar sobre Yo, Carmen

Carmen es un archimito que está muy presente en nuestro días. La Carmen está tan presente que nos rodea. Somos muchos los que hemos crecido de alguna manera con ese mito. Siempre ha estado ahí, sobe todo si eres coreógrafa, si desde pequeña estás bailando, si además naces en Sevilla, si además te dedicas al flamenco, si además... Era casi obligado que algún día Carmen fuera a caer. Me la han pedido muchísimas veces en esos festivales con los que colaboramos. Pero yo siempre he dicho que no, que no haría una versión de Carmen. He dicho que no porque, fíjate, igual que he crecido con el mito de Carmen, también he ido madurando con la necesidad de desmitificarlo; una necesidad que tenía sobre todo como mujer; pero una necesidad que finalmente ha asumido esa parte de mí que es creadora. ¿Has leído Carmen, la novela de Mérimée?

La verdad es que aún no. Pero conozco la trama.

Pues léela, porque cuando la abras y leas la primera página te vas a quedar impactado. Hay una cita del escritor griego Páladas que Mérimée coge como epígrafe para presentar su obra. Dice: "la mujer es como la hiel, tiene dos momentos buenos en la vida, uno cuando hace el amor y otro cuando muere". Así se presenta la obra. Carmen es el producto de la fantasía y de la imaginación de los hombres. Ellos ven a la mujer así o les gustaría que fuera así, o se reflejan en ese mito. Carmen no es una mujer que cuente cómo es, desde su condición de mujer. Además, el novelista o Bizet, el autor de la ópera, o su libretista, no sólo eran hombres, además eran extranjeros. Para ellos España era un lugar exótico, como el nombre de Carmen. Pero Carmen es una mujer que en nuestros tiempos sería considerada una víctima de la violencia de género.

¿Qué es lo que le interesaba mostrar, sobre todo?

A mí lo que me interesaba era dar voz a la mujer, porque para mí Carmen es mi prima, es mi mejor amiga, mi vecina, mi tía Maricarmen; es todas las mujeres, y todas las que no han tenido la posibilidad de hablar y de decir lo que son, lo que realmente quieren ser y lo que les gustaría representar en la sociedad. Y me interesa preguntar porqué no hemos conseguido aún esa igualdad. El reto era muy arriesgado, porque yo quería desmitificar ese nombre. Cuando la gente oye ese nombre, "Carmen", ya casi se la imaginan, es tan inmediato. Quienes conozcan ese mito, que son la mayoría, se imaginan a una mujer bomba, a una sinvergüenza, a una putita, vamos. Ya la tienen en su cabeza con todos sus tópicos, con el color rojo...

Las mujeres como la Carmen de Mérimée, ¿no han contribuido a dar contenido a esa imagen internacional de la mujer latina -y de lo latino en general- que se difunde, por ejemplo, a través de vídeos musicales?

Sí, es ése tipo de mujer, y todavía más exagerado. Bueno, pues imagínate lo que significa deshacer ese mito que se ha construido a lo largo del tiempo, empezando por escoger ese título. Cuando acabes de leer la novela te vas a acordar, vas a decir, !pero si ella no ha contado su vida¡ Yo, Carmen trata de darle la vuelta al mito y contar qué somos las mujeres, porqué no estamos donde tenemos que estar; quiere contar cuáles son nuestros deseos, entendiendo el deseo como una responsabilidad ética, es decir, entendiendo que uno es libre cuando puede elegir. Carmen no era libre. Ella asumía que aunque eligiera la iban a matar. Eso que se dice de que era libre no es para nada cierto. Entonces, yo asumo esa responsabilidad ética porque necesitamos contar las cosas tal como las sentimos, y porque creo que el deseo es algo que nos permite soñar y ser reales, y tener aspiraciones y concretar las cosas, y elegir cuándo queremos hacerlas.

Este mito es peligroso por que además saca a las mujeres como Carmen de su contexto histórico, ¿no?

Claro. En esa época la mujer no podía reivindicarse. Tenía que someterse siempre. Lo interesante es que yo intentaba reflejar que la cuestión de la mujer no es local. No es que yo como bailaora decidiera hablar de Carmen. No se trataba de eso. Vengo de Hong Kong y lo más hermoso es lo bien que fue entendida Yo, Carmen por la mujer china. Fue entendida desde nuestro lenguaje. Para montar Yo, Carmen estuve hablando dos años con mujeres del mundo, desde Japón, Rusia, Nigeria... lo hice aprovechando las giras.

Entonces, la creación de la obra fue precedida por un trabajo de campo enriquecedor.

Fue una experiencia maravillosa. En Australia estuve hablando con la hija de un activista aborigen. ¡Cómo son las mujeres allí! En Japón estuve con una geisha de ochenta y tantos años que vivía en Kyoto; en Moscú entrevisté a una actriz reconocidísima que ha vivido todos los períodos históricos desde el final del zarismo hasta la actualidad. Era una mujer de noventa y tantos años que todavía trabajaba en el teatro. Para hacértelo más corto, déjame que te lea uno de los mensajes que me mandaron después de bailar en Hong Kong, hace un par de días. Este dice: "simplemente quiero contarte que mi conservadora mamá de ochenta años y yo misma estábamos entre el público femenino que anoche se sintió emocionalmente liberado por tu interpretación. Espero que nos vieras gritando olé entre el público que permanecía de pie ovacionándote. Tu mensaje verdaderamente cruza todas las barrerras culturales y generacionales." Qué alivio. Tras leerlo pude decir que lo que quería contar está ahí.

Sidi Larbi ha aclarado más de una vez que él nunca ha pretendido convertirse en bailarín de flamenco, ni en maestro de kung fu, ni de danza kachipudi, aunque haya empleado muchísimas horas en aprender de maestros de esas tradiciones. Él explica que su ilusión es crear un lenguaje intermedio que se nutre de las aportaciones de los dos bailarines que conforman el dúo ¿Crees que esto se entiende? Cuando Akram Khan e Israel Galván bailaron juntos aquí hace unos meses, algunos espectadores pensaron que el bailarín sevillano había hecho una imitación fallida de la danza kathak.

A la gente que tiene un concepto tan hecho de lo que deben ser las cosas le cuesta cambiar de parecer. En Dunas hay un mensaje claro desde el principio. Aquí no se trata de fusionar; el flamenco ya está muy definido y siempre ha sido muy libre, nunca ha estado tan sujeto como otras expresiones dancísticas. Entiendo que haya gente así, pero yo no lo entiendo así. Como tengo tan asumido que el flamenco es libre, que tiene esa doble vertiente, lo vivo así. No hay necesidad ni interés de querer ser como otro. Esa crítica que has mencionado se centra en lo técnico y no en la intención; y el baile es intención.

Quien te vea bailar a contraluz esa petenera en Flamenco

Esa es una de las cosas, cuando ya te asumes como eres. Pero luego hay mucho más. Siempre me he sentido una creadora que baila, más que una bailaora que crea. Yo creo que con la madurez eso lo echas pa' fuera. ¿Me entiendes? En flamenco empiezas como bailarina, como intérprete -una intérprete que a la vez es creadora, aunque no se reconozca-. Y luego, con el paso de los años, la creación va tomando el mando.Yo me siento una creadora que baila porque primero tengo la idea.

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