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El horror golpea dos veces

'Libros de sangre', de Clive Barker, una de las obras más ricas, estimulantes y totalizadoras del género de terror

Al igual que el mundialmente célebre Stephen King, durante mucho tiempo, el escritor británico Clive Barker ha pagado el precio del éxito popular con un insuficiente reconocimiento crítico, intelectual o académico, que en el caso de King se resolvió en 2003 con la concesión del National Book Award por su trayectoria y contribución a las letras estadounidenses. Contrariamente, algunos han defendido las cualidades por las que merece el máximo respeto. King, parafraseando una frase del crítico musical Jon Landau, dijo: "He visto el futuro del horror y su nombre es Clive Barker". En el mismo tono, Ramsey Campbell, autor de Los sin nombre, escribió: "Barker es el escritor de ficción de terror más original que haya aparecido en años, y en el mejor sentido de la expresión, el escritor más profundamente perturbador que trabaje en este campo".

La reedición en España de sus relatos reunidos bajo el título genérico de Libros de sangre (Valdemar), en un solo volumen y con una nueva traducción de Marta Lila Murillo que recupera el estilo y la fuerza en su integridad, es circunstancia propicia para valorar a Barker, un escritor necesario, renovador, sin renunciar a que sus obras se vendan como churros, y dueño de un estilo, vale decir de una mirada original sobre el género de terror que se expresa con una versátil forma propia, entroncada en la tradición literaria (Edgar Allan Poe, William Blake, William Hope Hodgson) y pictórica (El Bosco, Goya). En suma, un creador de verdad importante al que sólo puede reprochársele una torrencialidad que no se impone siempre el mismo nivel de exigencia de Libros de sangre.

Observados a vuelo de pájaro los dieciséis relatos (entre ellos, algunos antológicos como El tren de carne de medianoche, Terror, Hijo del celuloide y Restos humanos), que componen Libros de sangre, nos hacen percibir un sentido profundo de crónica viva y plástica un mundo subyacente y oculto donde el horror tiene su señorío. Como escribe el crítico Jesús Palacios en el prólogo de esta edición, sus relatos ofrecen "exactamente aquello que pedíamos con gritos mudos en medio de un silencio preñado de pasiones inconfesas. Ser golpeados por el horror. Ser desafiados por palabras y frases que sangraran y palpitaran. Sentirnos sucios. Ser violados (a ser posible, incluso sodomizados) por letras nunca escritas y palabras nunca antes pronunciadas. Vernos arrastrados a leer y leer [...] letras de sangre".

No obstante, como el propio Barker declaró en una entrevista: "Mis libros son tontamente diferentes a los de James Herbert [autor de La invasión de las ratas] y Stephen King. Los suyos están orientados hacia la muerte, los míos hacia la vida. Yo escribo acerca de las cosas raras que se ven con el rabillo del ojo, esperando que ocurran aventuras reales. James Herbert y Stephen King quieren sangre. Sus libros tienen una mentalidad burguesa, que se manifiesta en la idea de que si algo es raro, dispara. Sienten terror ante la diversidad y piensan que si algo es diferente, pertenece al lado oscuro; si algo es diferente, hay que acabar con ello".

Esta defensa de la diversidad, que para el autor de Cabal y Hellraiser es un imperativo ético, inseparable de su condición homosexual (lo que, en cierta medida, ha influido en su obra: "Pienso que como gays tenemos más espacio para soñar"), es lo que confiere a sus relatos su principal característica. La otra es el estilo: limpio, descarnado y sorprendentemente poético. El lenguaje prepara al lector para los sucesos que ocurrirán: "Los muertos tiene autopistas. A través de la tierra baldía que queda tras nuestras vidas discurren líneas inequívocas de trenes fantasmales, de vagones de sueño, que transportan un tráfico interminable de almas difuntas. Se puede escuchar su zumbido y tamborileo en los lugares devastados del mundo, a través de grietas abiertas por actos de crueldad, violencia y depravación".

Barker, ya es hora de decirlo, es de lejos el mejor escritor de terror de hoy (a bastante distancia de King, quien prefiere que la imaginación se agote en el pudor) y Libros de sangre una de las obras más ricas, estimulantes y totalizadoras del género. Sin duda a Poe (cierro los ojos e invoco su espíritu) le habría encantado. Sólo dejaría indiferente a un muerto.

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