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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Hoy es fiesta

Richard Ford. LA PROVINCIA / DLP

Hoy es fiesta. Al celebrar el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 en su 36a edición concedido a Richard Ford, cabe afirmar que la literatura americana, toda América está de fiesta. La vida de Richard Ford no siempre fue fácil; su trayectoria como escritor tampoco (tuvo que alternar la escritura de sus primeras novelas con un trabajo de periodista deportivo en la revista Inside Sports), pese a que nunca tiró la toalla. Tras la publicación en 1986 de El periodista deportivo, finalista del Premio Faulkner, en la que hace por primera vez su aparición el emblemático personaje Frank Bascombe, parecía instalado en la cumbre, pero Ford es un escritor lento, como él ha dicho en más de una ocasión, y todavía tendría que pasar nueve años para la consagración definitiva con El día de la Independencia (1995), segunda novela protagonizada por Bascombe, galardonada con el premio Pulitzer.

Lo curioso es que, habiendo dado con una fórmula de éxito, él mismo no dejó de exigirse más. Así nació su etapa como escritor de relatos, reunidos en dos volúmenes, De mujeres con hombres (1997) y Pecados sin cuento (2002), hasta llegar a sus obras mayores Acción de Gracias (2006), tercera novela protagonizada por Bascombe, y Canadá (2014), que tiene uno de esos comienzos famosos y novelescos, que recuerdan las primeras palabras de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust o Moby Dick de Herman Melville: "Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí en las sendas que acabarían tomando nuestras vidas. Nada tendría sentido si no contase esto antes de nada".

Si algunos agoreros han sentenciado como irreversible la muerte de la novela, la obra de Richard Ford (publicada en España por Anagrama, en versión de Mariano Antolín Rato, Jesús Zulaika, Damián Alou, Benito Gómez Ibáñez y Marco Aurelio Galmarini) supone un mentís en el que basar nuestra esperanza de que este arte de siglos, que tiene su precedente en las obras épicas de Virgilio y Homero, tiene aún futuro. No es pequeño motivo para considerar que hoy es fiesta. "La escritura", escribe Ford en el libro de ensayos Flores en las grietas, "y su pariente más venerable, la literatura, son permanentes. Una vez que nos hemos internado en ellas, lo que hemos hecho queda para siempre".

Richard Ford pertenece a una generación afortunada (Charles Bukwoski, Raymond Carver, Tobías Wolff, Barry Hannah, Larry Brown, Frederick Barthelme), que nació del boom del realismo sucio, y que aupada por ese momento feliz de las letras americanas (aunque sus historias no lo fueran), desbordó la realidad como nadie lo había hecho hasta entonces: "Nuestra época pasó rápidamente mientras transcurría. Y el tiempo intermedio también ha pasado rápidamente. Sin embargo, la recuerdo larga. [...] Fue una época plena, alegre, complicada, cargada, un tiempo de entrega en el que no sentíamos las barreras de la vida, no podíamos volver atrás, sólo seguir adelante". Tomen nota, esos nuevos escritores jóvenes que tienen prisa por relevarlos.

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