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Novedades

A. G. S.

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El esperadísimo debut de la nueva revelación del pop británico no defrauda. Tras varios magníficos EPs en los que se podía traslucir una estética y propósito que tendía sendos puentes con la Nina Hagen o Siouxsie and the Banshees más tecnológicas, la artista multimedia, con la ayuda de Marc Collin, de Nouvelle Vague, publica este Rose and thron, un trabajo que pone al día muchas de las corrientes más avanzadas de la música electroacústica que se está haciendo en Europa. Nada más empezar, los temas Sweet dedication y Rebel rouses, desprenden la misma falsa candidez de los Soft Cell más inspirados. La diva se deja invadir por los arreglos orquestales para la canción que titula el disco que trae a la memoria una Anne Clarke reivindicativa y que se une a una In ghost we trust que es puro Depeache Mode del Black celebration. Pero aires más experimentales, con la sombra de los últimos Radiohead bien presente, son los que exhalan títulos como Be gentle o Love form the moon que muestran cómo la electrónica puede transitar por caminos cercanos al krautrock y sonar, a su vez, amable y accesible.

Tras la publicación de su primer y revelador trabajo hace dos años, Lonely The Brave se han colocado como la opción más asequible del post-core para alcanzar a un público multitudinario. Este Things wil matter presenta un sonido que se mueve a medio camino entre el pop accesible de carácter comercial cercano a Coldplay y las texturas inesperadas del indie. En el primer grupo podrían situarse títulos como What if you fall in que podría ser la quintaesencia de su sonido con ese recitado de guitarra sostenidas con un fondo casi AOR. O Rattlesnakes que muestra su interés por el pop épico de mediados de los ochenta entre The Mission y Echo and The Bunnymen. En el otro lado estarían las rabiosas Play dead, Radar o Strange like I que transmiten la misma garra de los primeros U2 con una aroma post-punk. O Tank wave que los acerca por el terreno del post-rock. Sin embargo, su mejor cara la muestran cuando sacan a relucir el lado más ortodoxo del pop anglosajón de bandas como Travis, Muses o Radiohead en títulos como Dust & bones, Diamond days o en la neospicodélica Jaws of hell.

Sólo de Brooklyn podía salir un proyecto tan versátil y multidireccional como el de Xenia Rubinos, que se reafirma con este segundo disco en un decálogo de interesantes texturas en el que actualiza una gran parte de la música negra de los últimos veinte años. De origen latino, pero radicada en el popular barrio de Nueva York, la cantante comienza con dos temas en la onda Prince de los ochenta para atacar un Mexican chief que roza el indie pop con recitado en castellano inclusive. Pero Rubinos tiene tiempo para elaborar un auténtico collage musical en donde reaparezcan muchas de sus inspiraciones que van de Marvin Gaye a Brian Owes. Así, Just I like es una adaptación del funk entre Terence Trent D'arby y Stevie Wonder. Incluso se pasea por los pasajes más tópicos del r&b con un heterodoxo manto dub en Right? o coloca un I won't say que desprende la misma frescura de la edad dorada de la Motown. Pero lo mejor es que a veces roza el terreno del jazz contemporáneo con una marcada fijación experimental (Now ur being the girl y How strange it is). Otra de las renovadoras del soul.

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