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Desde Hong Kong con amor

Libros del Asteroide publica 'Un amor que destruye ciudades', primera novela que se publica en España de la escritora china Eileen Chang

Fotograma de la película 'Deseo, peligro', de Ang Lee. LA PROVINCIA / DLP

El lector español tiene con la literatura china una asignatura pendiente. Escritores como Gao Xingjian y Mo Yan, ambos premiados con el Nobel de Literatura, en 2000 y 2012, respectivamente, han tenido la suerte de ver sus obras traducidas en España en forma vertiginosa tras la concesión del galardón. Otros, como Chi Li (Triste vida), Ha Jin (Sombras del pasado), Lisa See (Dos chicas de Shanghai), Harry Wu (Vientos amargos), Ba Jin (Familia), Wenguang Huang (El pequeño guardia rojo), Ma Jian (Pekín en coma), Yu Hua (Crónica de un vendedor de sangre) o Yan Lianke (El sueño de la aldea Ding), han sido traducidos al castellano a cuenta gotas. A ellos se suma ahora la escritora Eileen Chang con la novela Un amor que destruye ciudades, publicada por Libros del Asteroide, en la meritoria traducción de Anne-Hélène Suárez y Qu Xianghong.

Tiene Un amor que destruye ciudades una trama en su esqueleto sencilla pero audaz, amasada con razonables proporciones de deseo y peligro (por decirlo con el título de una de las novelas más conocidas de Eileen Chang, Deseo, peligro, llevada al cine por Ang Lee en 2007): la hermosa y joven divorciada Bai Liusu y el mujeriego y rico heredero Fan Liuyuan protagonizan una historia de amor que no tiene parangón con ninguna otra, resuelta con una admirable fidelidad de Chang al material que sostiene su relato, ambientado a principios de los años 40 en las ciudades de Shanghai y, sobre todo, Hong Kong durante la guerra chino-japonesa, periodo que la autora conoció de primera mano antes de su exilio en Estados Unidos en 1973.

Un amor que destruye ciudades es principalmente la historia de una mujer que está para pocas bromas, después de un matrimonio sin hijos y sin amor. Nadie lo está en el contexto donde transcurre la narración, el viscoso sudario de una normalidad familiar que está a punto de resquebrajarse cuando la señora Xu les presente a las hijas solteras de los Bai a un millonario de treinta y dos años que, no obstante, sólo tendrá ojos para la Sexta Hermana, la divorciada Liusu: "¿Le gustaba de verdad a Fan Liuyuan? Muy probablemente, no. Liusu no creía una sola palabra de cuanto él había dicho. Se notaba que estaba acostumbrado a mentir a las mujeres; tendría que ser cautelosa. No podía esperar apoyo de la familia, sólo se tenía a sí misma".

En Un amor que destruye ciudades, Chang ajusta las cuentas al mundo de su primera juventud y a la compleja realidad de Hong Kong, en cuya universidad estudió literatura hasta la ocupación japonesa en 1941, en que regresó a su Shanghai natal, donde comenzó a escribir sus primeros cuentos. Se las ajusta pero también, en cierto sentido, les rinde homenaje aun cuando sea por medio de la evocación nostálgica de su vida mundana: "Cada día [Liuyuan] la acompañaba en sus salidas y la llevaba a todos los lugares de ocio y diversión, al cine, a la ópera cantonesa, al casino, al hotel Gloucester y al Cecil, al café Bluebird, a las tiendas de seda india, a los restaurantes de comida de Sichuan en Kowloon".

El personaje de Liusu no se diluye en el variopinto paisaje que lo circunda. Su ambigüedad, su condición de mujer perpleja pero capaz de la más atroz contundencia ("Liusu estuvo reflexionando, preguntándose sí, al fin y al cabo, lo que valoraba Liuyuan no sería el amor espiritual. Ella no lo veía mal, porque un amor así siempre conducía al matrimonio, mientras que el amor físico tendía a estancarse llegado a cierto punto. [...] Sólo había un problema con el amor espiritual, y era que, en ese proceso, sucedía a menudo que la mujer no entendía lo que le decía el hombre"), está manejada con maestría. Pero tal vez donde mejor se percibe el consumado oficio de narradora de Chang sea en la tensión sexual que se establece entre los dos personajes, que rara vez ha sido expresada con tanta elegancia y profundidad.

Estamos ante una de las sorpresas literarias más agradables del año. Una obra de una enorme belleza, tan iluminada por la sencillez, la gracia y la autenticidad que leerla constituye una experiencia muy próxima a pesar de haber sido escrita hace más de setenta años. El poder de seducción que sostiene la escritura de Chang no decae jamás.

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