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pensamiento EL 18 DE JULIO DE 1936

Semiología de 1936

De los tres fascismos de la Europa de los años 30 sólo pervivió el de Francisco Franco, precisamente el que se vinculó bajo palio a la religiosidad cristiana

Semiología de 1936

Cuando Hugo Chávez se hizo con Venezuela a través de sus propuestas populistas, jamás dejó de lado el componente religioso, y portaba en sus alocuciones al país una biblia con la que se ganaba ese oscuro y leal sentimiento cual es la religiosidad de la masa. De los tres fascismos de la Europa de los años treinta, solo pervivió el de Franco, justamente el que se vinculó, bajo palio, a la religiosidad cristiana carpetovetónica. Hitler intentó resucitar las ruinas desde el norte, y Mussolini su culto personal basado en una justicia socialista, pero ambos intentaron limpiar del ambiente el sustrato cristiano, y sustituirlo por cultos más apolíneos: pues se encontraron de frente con la muerte y la aniquilación.

La religiosidad, entendida como engrudo estructural, invisible, es principal en el dominio de las masas y de la historia. La religiosidad es como el idioma, que se hereda, y si se quiere transformar lo será, siempre, en base a lo aprendido, pero nunca ex nihilo. De ahí que atrayendo la religiosidad de la masa a la causa, ésta colabore en dos vertientes: la de reforzar el culto a la personalidad desde que se le da al Duce, Caesar, Führer, etc, la investidura "por la Gracia de Dios", y la de vincularse a la tradición.

Y al entroncar religión y épica política, se dan correlaciones como las de "¡Una, Grande y Libre!" o, en otro ámbito de la derecha española el "Dios, Patria y Rey". Tres en uno, la tríada trinitaria (Padre, Hijo y Espíritu Santo), o la tríada eclesial (Católica, Apostólica y Romana). Esta observación ha sido hecha por un estudioso como Georges Dumézil, en Les Dieux des Indo-Européens (París, 1952), donde contrapone el orden triádico propio de los panteones patriarcales, al orden del mero contraste, dialéctico, del yin-yang, masculino-femenino, más propio de las estructuras matriarcales.

Bien impostado, pues, el simbolismo triádico, protopatriarcal, en la España en llamas, ésta resurgió de sus cenizas. "¡Una, grande y libre!" se localiza hacia el 18 de julio de 1932 con un artículo, en la revista Libertad, del vallisoletano Onésimo Redondo, fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, aunque otros dicen que su origen estuvo en Ramiro Ledesma, en la revista La Conquista del Estado: "Por España libre, grande, única, respondamos con el arma en la mano a la provocación de los que preconizan el crimen. Formemos los cuadros de la juventud patriótica y belicosa. ¡Amemos la guerra y adelante!" (16 de mayo de 1932, número 49). En la Alemania nazi se utilizaba una expresión triádica y parecida: "Ein Volk, ein Reich, ein Führer", es decir: un pueblo, un imperio, un líder.

En un diálogo en los años ochenta con el prehistoriador Celso Martín de Guzmán, valorábamos el hecho de que un cohete espacial salga de la tierra y llegue a la Luna, tras lo cual hay millones de personas con sus cerebros y voluntades a pleno rendimiento para, decía Martín de Guzmán, al final producir una acción equivalente a la de una piedra lanzada hacia el cielo, hacia arriba. Con mayor o menor sofisticación, al final se trata de ir arriba. Pues no menos que ese "¡Arriba!" tenía que estar presente en medio del jaleo de la guerra. Esa verticalidad del arriba se mostraba por un grito, "¡Arriba España!". Adjunto al arriba estaba el brazo en alto con la mano abierta al estilo cesarista romano, contraposición simbólica a la del puño en alto, para resituarse cada quien en su terreno.

El verbo de la plebe da en apelar hoy en día a todo lo que no le gusta como fascista. Muchas veces no se conoce de dónde viene la palabra. Fascismo viene de fascio, y el fascio viene de muy atrás. El ser humano es un péndulo que pivota a lo largo de la historia entre el fascismo voluntarista y la revolución popular revanchista, entre el victorioso y el fracasado, entre los de arriba y los de abajo. La dinámica de los seres humanos está hecha para que una élite dirija a la masa haciendo que ésta se sienta protegida y liderada. Fascio, en italiano, significa "haz", cuyo símbolo es el de que una varilla es frágil, pero un haz de varillas es fuerte: "la fuerza a través de la unidad". Pero la palabra se popularizó en la historia reciente desde finales del siglo XIX, de manos de los obreros revolucionarios "fascistas" (como decir unidos) que se rebelaron contra las duras condiciones económicas de la Italia sureña, y luego provocaron el ánimo guerrero de Italia en la primera gran guerra. De la mezcla de la lucha obrera fascista con el nacionalismo surgió Benito Mussolini, cuya historia posterior es más conocida. Paradójicamente, pues, el fascismo, como concepto simbólico, nace de la lucha obrera mezclada con el nacionalismo en el sur de Europa, hace ahora más de un siglo.

Fue a finales del siglo XIX cuando Friedrich Nietzsche formalizó la muerte de Dios junto a la Voluntad de Poder, en contraposición conceptual a la teoría de la evolución según Darwin, que, a su vez, se desarrollaba por la misma época. Los instintos primarios irracional y perpetuo de sobrevivir y reproducirse son sobre los que se constituye la humanidad: el deseo de ir más allá de todo. El fascismo es una representación plena de esta fuerza irreverente, irracional y transmortal que pervive dentro del ser humano. Los himnos fascistas de la España en llamas de los años treinta son representación de la voluntad de poder: "Cara al Sol con la camisa nueva, que tú bordaste en rojo ayer, me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver... Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán prendidas cinco rosas las flechas de mi haz" (compuesto por Rafael Sánchez Mazas y otros dos escritores vascos, con la indicación de José Antonio Primo de Rivera: "Nuestro himno debe ser una canción alegre, exenta de odio, pero a la vez de guerra y amor").

Pero ¿cómo prendió la chispa del odio que puso en marcha la lucha? A partir del enfrentamiento religioso. Uno de los primeros estudios acerca de las víctimas religiosas asesinadas en la zona republicana es de 1961, de Antonio Montero Moreno: 6.832 víctimas religiosas, de las cuales 13 obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas. Al principio de la segunda República, en 1932, se ordenó la disolución de la Compañía de Jesús. En junio de 1933 se aprobó la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, que declaró el laicismo del estado y prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas, además de confiscar monasterios e iglesias. Un año más tarde sobrevino el levantamiento de Asturias, con miles de proletarios sublevados, a los que el ejército republicano sofocó, con 1.400 muertos y 3.000 heridos, y durante el que se asesinó a 34 religiosos y se destruyeron 58 iglesias. Al comienzo del alzamiento militar contra la República, entre el 18 y el 30 de julio, se asesinó a 839 religiosos, y en agosto se mató a 2.055 religiosos. Las estadísticas son reveladoras: asesinados el 66% de los religiosos de Lérida, el 62% de Tortosa, el 48% de Málaga, el 49% de Menorca, el 55% de Segorbe, el 48% de Toledo, 334 sacerdotes fusilados en Madrid, 279 sacerdotes asesinados en Barcelona, 327 religiosos asesinados en Valencia...

Tras el holocausto de la España en llamas de 1936 a 1939, las aguas volvieron a su cauce, pero con unos vencedores embrutecidos por la victoria, y el refugio volvió a ser la religión. Francisco Franco, inmersa la nación en su culto como salvador y soldado de la cruzada contra el comunismo ateo, constituyó para la infancia el arquetipo del padre protector, "por la gracia de Dios". España entera rezaba, ayunaba en semana santa, se reproducía bíblicamente con más de 4 hijos por familia? Fueron 36 años de recogimiento y auto represión seguidos de una fiesta de liberación que trajo los felices años ochenta. Y cuarenta años después estamos en paz, pero pasados de vuelta.

Los nuevos representantes llegan, otra vez con el mismo cuento, gritando "Arderéis como en el 36", como Rita Maestre, o "Soy descendiente del soldado que mató a Cristo", de "Los Chikos del Maíz", o frases semejantes de Pablo Hassel, todos amigos de los líderes del partido de moda. Este espíritu revanchista que vuelve al ambiente histórico, una vez más, provocará, de nuevo, una reacción defensiva que se convertirá, como siempre, en ofensiva.

La diferencia es que el actual contexto geopolítico europeo y transeuropeo, más grave que el español, es el que marcará el tempo. Pero los símbolos principales, simples, casi simplones, siempre estarán ahí, para acompañar las explosiones de épica, de un lado u otro, lo mismo da: arriba, la tríada, el caudillo, el Víctor, las flechas, el nudo gordiano, el amanecer, la cara al sol? gritos, sangre, sudor y muerte seguidos de la paz de los cementerios, tras los cuales comienzan otra vez a crecer ultramuros el comercio, la luz, el bienestar, las metrópolis y vuelta a empezar: es la rueda del samsara, el ciclo del eterno retorno.

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