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cine entrevista

"Descubriré a Pepe Dámaso detrás de sus máscaras"

"Los documentales son seres vivos, y son también un camino para el conocimiento de uno mismo", afirma el director Sigfrid Monleón

Sigfrid Monleón, en los jardines del hotel Santa Catalina el pasado martes. JUAN CARLOS CASTRO

Diplomado en dirección cinematográfica y televisiva por el Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma, Sigfrid Monleón (Valencia, 1964) ha dirigido los largometrajes de ficción La isla del holandés (2001), La bicicleta (2006) y El cónsul de Sodoma (2010). Además, participó en el largometraje documental colectivo ¡Hay motivo! (2004), contra las políticas de Aznar en su segunda legislatura como presidente del gobierno, y ha dirigido los documentales Karlitos (2004), El último truco / Emilio Ruiz del Río (2009) y Ciudadano Negrín (2011), este último con Carlos Álvarez e Imanol Uribe. En teatro ha dirigido las obras La rendición, Un cielo, Teatro y Suite nupcial. Actualmente es profesor de dirección en la Escuela de Cine y Audiovisual de la Comunidad de Madrid (Ecam).

Al tiempo que rueda su documental sobre el pintor canario Pepe Dámaso, Monleón finaliza las mezclas de Cántico, "una inmersión en la poesía del cordobés Pablo García Baena y el grupo Cántico al que perteneció, un conjunto que intentó mantener, desde Córdoba, la llama estética de la Generación del 27. A sus 94 años, García Baena es el ultimo superviviente de este grupo olvidado hasta que su trabajo fue recuperado por los Novísimos en los años 70. Respecto a mis trabajos anteriores tiene como peculiaridad que aparezco por primera vez en pantalla, es un diario de rodaje".

Sigfrid Monleón ha venido a Gran Canaria a rodar la Rama, una celebración "esencial para entender a Pepe Dámaso". La entrevista se finaliza mientras él filma el alboroto del día grande de la fiesta acompañado por un equipo encabezado por el productor Andrés Santana y el director de fotografía Chechu Graf. "Pepe Dámaso lleva la Rama como tema ya a su primera exposición en Madrid en 1963, que se exhibe inmediatamente después en Copenhague (Dinamarca). Es él, con otros amigos, los que la devuelven al mar, quitándole la connotación de romería cristiana y convirtiéndola en una fiesta pagana. Además, en los 70 la rueda bellísimamente en soporte Súper-8, en los 80 hace su película sobre ella?" Al hablar de Pepe Dámaso, a Sigfrid Monleón es como si el pecho se le llenara de aire.

¿En qué momento del trabajo se encuentra?

Llevamos un año. He pasado en total veinte días con el pintor, en dos tandas. En Agaete, en su casa y paseando por el Huerto de las Flores, y en su casa de La Isleta. ¡Hay que ver cómo es de excepcional ese barrio! De los inmigrantes (entre muchos otros sitios, también de Agaete) y los emigrantes. En La Isleta se ha bailado la Rama, es una isla dentro de la Isla, me recuerda a la famosas muñecas rusas. Dámaso no podría vivir en otro lugar. También he visitado lugares emblemáticos de Agaete, como Tamadaba y Guayedra, con José Antonio Godoy, que ha sido un gran cicerone. Ahora mismo trabajo la estructura del guión, todavía me queda trabajo en esa inmersión, consultar algunas carpetas. Un documental es un animal que está siempre vivo, hay que estar abierto a lo que pase, dejarse sorprender, porque los documentales también son un camino para el conocimiento de uno mismo.

¿Por qué un documental sobre Pepe Dámaso?

Mi interés se redobló cuando lo conocí personalmente, el flechazo fue instantáneo. Si, por un lado, el recorrido de su obra es importantísimo, que conserve a lo largo de tantos años ese compromiso con el mundo intelectual y artístico canario, esa faceta suya como memorialista, le otorga un valor extraordinario. De alguna forma, Dámaso es decano y depositario de nombres que han sido muy importantes para la cultura e historia de las Islas, tanto de generaciones anteriores como la suya propia. Tomás Morales, Alonso Quesada, Néstor, Manolo Millares, César Manrique, Celso Martín de Guzmán... Hablar de Pepe Dámaso es hablar de la identidad cultural canaria, o de una parte de ella muy relevante. Esa memoria será también parte importante del documental.

¿Qué cosas le ha aportado profundizar en Dámaso?

Me ha abierto una lectura completamente nueva y apasionante del mundo canario, algo que, por cierto, la mayor parte de la gente de fuera desconoce, en muchos casos nos hemos quedado en lugares comunes referidos al turismo. Toda su pintura es un saber, en ella encontramos superpuestas múltiples capas del pasado desde una mirada presente y contemporánea. Su sensibilidad artística, pasional y reflexiva a la vez, su capacidad de interpretar e interpolar los tiempos, le da una dimensión riquísima para interpretar una historia, una cultura, un paisaje.

Explíquele a alguien ajeno al pintor y a Canarias, quién es Pepe Dámaso.

Desde mi punto de vista, Dámaso es un vehículo contemporáneo para entender muy bien una realidad canaria, su historia y sus mitos. En su obra hay muchas capas del pasado, desde la cultura aborigen hasta el modernismo canario, tanto el literario de Tomás Morales y, sobre todo, Alonso Quesada, como el pictórico de Néstor. Dámaso posee también una sensualidad tropicalista, que él ha reivindicado mucho, como también ha reivindicado el africanismo, muy presente en su obra. Como hombre comprometido que es, fue protagonista en movimientos importantes, como cuando defendió preservar el yacimiento de La Guancha, en Gáldar, en 1976, en los tiempos más voraces del desarrollismo.

Y nació en Agaete, un enclave esencial para la cultura canaria.

Eso es fundamental. Pepe es un hombre muy culto, leído, pero tiene también esa ventaja de lo vivido, lo que se lleva en la sangre. De pequeño se ha subido al mítico pinar de Tamadaba, ha bailado la fiesta de la Rama, ha paseado por la necrópolis del Maipés de Agaete, pateado las cuevas de Berbique, ha encontrado un refugio de libertad en la playa solitaria de Guayedra donde, como Guanarteme, se ha reunido con amigos íntimos como César Manrique y Manolo Millares. Sin salir del pueblo, además, pudo experimentar la fascinación por el Tríptico Flamenco de Nuestra Señora de las Nieves, del maestro del renacimiento holandés Van Cleve. Además, al resguardo de lo que queda en pie del antiguo ingenio azucarero de Agaete que fuera del conquistador Alonso Fernández de Lugo, en lo que hoy son esas tomateras, descubre los placeres de la pubertad. En Agaete está el Huerto de las Flores, donde los padres de la modernidad canaria organizaban sus tertulias. Alonso Quesada escribe allí su obra teatral La umbría, que Dámaso llevaría al cine cincuenta años más tarde...

Un artista, además, que eligió no abandonar las Islas.

A mi juicio, Dámaso ejemplifica una encrucijada entre el aislamiento y el cosmopolitismo que forma parte del hecho insular. En él coexisten de manera ejemplar las dos tendencias del isleño, una ensimismada y otra que te lanza hacia fuera, tanto por la necesidad de salir como de recibir lo mucho que viene de fuera. Teniendo una proyección internacional como artista desde muy joven -que no perdió nunca- es muy importante subrayar que decide quedarse en Canarias. Dice que es la decisión más importante de su vida. El lector debe entender que hablamos de una época en la que había grandes problemas, seguro que muchos más que ahora, para trasladar los cuadros desde las Islas por las aduanas. Él sabía que una decisión le condicionaría como pintor para siempre. Pero resolvió que aquí estaba su nutriente como artista.

Tales eran los problemas con las aduanas que en su primera exposición individual en Madrid, en 1963, que tiene la fiesta de la Rama como tema, los cuadros no llegan.

Así es, y aquí damos con otro rasgo de Dámaso: su modernidad. Porque ¿qué hace ante la ausencia de su obra? Inaugura la exposición sin cuadros. Era la sala Prado del Ateneo de Madrid, de las más importantes de entonces. Antes de Pepe, solamente el francés Yves Klein había trabajado el tema del vacío expositivo. Esta acción artística en toda regla suponen dos páginas en el diario Pueblo refiriéndose a ella como "el acontecimiento artístico del año" y liga a Dámaso con el arte conceptual.

Su acción también podría interpretarse como una muestra de su capacidad para sacar el mejor partido de las circunstancias adversas.

Lo suyo fue una reflexión sobre los límites de la insularidad y el vacío expositivo. La reflexión conceptual es una constante en toda su obra, a veces solo de forma latente, otras más presente.

Otro valor que le reconoce es que conserva todo el material que ha producido y publicado en relación a él.

La gran retrospectiva comisariada por Alfonso de la Torre en 2009 en Cajacanarias (Santa Cruz de Tenerife) lo puso en valor como no se había hecho antes. Dámaso no ha mantenido una relación mercantilista con su arte, no ha tenido esa pulsión por vender que tienen otros artistas. Ese es el motivo por el que guarda mucha obra. Más aún, la ha atesorado con gran criterio, tiene perfectamente documentadas las distintas etapas de su pintura. Programas, catálogos, bocetos, su propio material filmado, todo perfectamente organizado. ¡Es muy fácil encontrar cualquier cosa en los archivos de Pepe, es la caja de Pandora! No habrá pintor vivo que pueda enseñar toda su obra sin salir de su casa. Y tiene una memoria prodigiosa. Con el paso del tiempo, y gracias a que ha ido conservando su obra con tanto criterio, es posible leer su coherencia con mucha claridad.

Usted ha ido profundizando en el conocimiento de las Islas Canarias en el proceso de indagar sobre César Manrique para el documental que estuvo preparando y ha quedado, por ahora, en el cajón, y antes, también, por su participación en la dirección de Ciudadano Negrín (2010), sobre el Juan Negrín, el último presidente del Gobierno de la Segunda República española. ¿Qué ha ido aprendiendo?

Canarias es un lugar donde se han producido unas mezclas muy poderosas por ser lugar de confluencia de gentes de muchas partes del mundo. Es una cultura muy rica que no es todo lo conocida que debiera, y en la cual también ha tenido mucha importancia la propia emigración. No hay más que ver los sustratos de historia que hay en ese paisaje y comprobar cómo esa cultura ha ido reformulándose, creciendo, con los siglos.

¿El documental tiene título?

Todavía no. Tengo un título de trabajo: "Plantaba raíces secas para que salieran mariposas". Es un verso de Juanita, la mujer que le enseñó los primeros lápices de colores a Pepe en el parvulario -entonces era conocido por Pepito, el de Elvira-y a quien Dámaso le dedicó una exposición años después, cuando ella se había convertido en un ser marginado en Agaete, algo parecido a una bruja para los niños. Juanita había vuelto de vivir la experiencia de la emigración en Cuba y vivía soltera con su hermana, sobre ella pesaba una leyenda de santería. Pues bien, después de lo que comentamos antes del Pepe conceptual con aquella primera exposición sin cuadros en Madrid, con esta otra exposición Dámaso se anticipa al movimiento del Arte Povera italiano. La muestra la realiza con enseres suyos de la cocina, encajes y objetos cotidianos que incorpora como materia al lienzo. Se inauguró en 1967 en la galería Seiquer de Madrid, una de las más importantes de la época, y en 1968 en la Galería Módulo de Las Palmas de Gran Canaria. En esa exposición también había poemas de Juanita. Ese verso, lo utilizó el pintor en el catálogo. Todavía sigue recordándolo.

Cuenta que hay facetas del pintor aún por descubrir.

Las mostraremos en el documental. Algo que también me resulta muy importante de su obra es la vocación antropológica, presente en sus películas, donde vecinos del propio pueblo interpretan a los personajes. Ahí entramos en otro de sus puntos de interés, el cine.

¿Qué encuentra de interesante del Dámaso cineasta?

Él ama el cine. Tiene gran cantidad de películas en Súper-8 de principios de los años 70, retratos, formas artísticas, películas sobre la Rama, viajes con César Manrique, inéditos. Es un material extraordinario, que también se va a ver en el documental. Filma con criterio, es un buen cineasta. A mí me recuerda al Pasolini que salía con la cámara en sus Apuntes para una Orestiada africana (1970) por el norte de África, filmando rostros y asignándoles nombres de personajes. Por otra parte, no hay que olvidar que Pepe, además, ha hecho tres películas fundacionales del cine moderno canario. La umbría (1975), Réquiem para un absurdo (1979) y La Rama (1988).

¿Qué destacaría de ellas?

La Rama es una forma interesante de contar la raíz pagana de la fiesta, tiene grandes hallazgos, si bien no es la película que él hubiera querido montar. De Réquiem para un absurdo recuerdo que habla de forma muy abierta de la homosexualidad. A mí me gusta mucho La umbría porque trata el tema principal de Pepe, la muerte.

La muerte despojada de toda carga de solemnidad.

Dámaso retrata una muerte viva, con la que puedes hablar o irte a bailar. Quizás esa elección como motivo principal sea su forma de remitirse a esa parte inmemorial que tanto le ha preocupado, ese poso de lo que ha quedado no vivido, lo que es engullido de forma incesante desde el origen. Esa carga inmemorial que está en el mundo pictórico y poético de Pepe Dámaso quizás sea lo principal de él. También por eso, porque él ha estado en los últimos meses entre la vida y la muerte, este documental llega en un momento tan bonito.

¿Puede ser que el personaje Pepe Dámaso se haya comido al artista?

Él tiene sus dudas al respecto. Su carácter a veces excéntrico, esas máscaras tan ostentosas realmente esconden detrás a un artista de mucha soledad, hijo único y elegido. Hay temas en Pepe Dámaso que conozco y nunca han salido en nuestras conversaciones. Por ahora. Mi impresión es que él está deseando hablar sobre ellos.

¿Qué asuntos?

El documental los desvelará. La película va a tratar de descubrir su verdadera identidad, cuál es el Pepe detrás de las máscaras. Él ahora mismo está en este viaje que califica de último y testamentario, está dispuesto a mostrarse desnudo. Pepe Dámaso habla de esta película como de una prolongación de su obra, como una reflexión final, un punto final.

Enfrentarse a un trabajo que es casi una última voluntad del personaje que retrata es mucha responsabilidad.

No voy a hacer una película fúnebre, menos de Pepe, que tiene un sentido tan vitalista de la existencia. Aunque está bien de salud, y con años por delante, es verdad que después de la última operación importante, hace unos meses, hizo unas declaraciones muy significativas: "A mis 82 años me he dado cuenta de que soy viejo". Toda la emoción de la película parte de ahí. Por fin se dio cuenta de que le quedaba menos vida por delante que la que ya tenía por detrás.

¿Con qué estilo de documental se encontrará el espectador?

No será una película de entrevistas, Pepe es un hombre de acción y el filme debe mostrarlo así. Por la cantidad de elementos de la historia, mitológicos, históricos, pienso mucho en Una historia del viento (1988), de Joris Ivens, gran maestro del cine documental holandés. A la manera lograda por Ivens, la figura de Pepe puede imantar todos estos elementos de los que hemos hablado en esta entrevista. Aparte, no puedo dejar de pensar en Dámaso como un personaje herzogiano, que te atrapa y fascina.

¿Cuándo veremos el trabajo?

Estoy en un documental que no quisiera acabar nunca. Quisiera estar acompañando a Pepe mucho más tiempo. No tenemos establecida ninguna maquinaria para llegar a ningún sitio. No hay cronómetro. Hay libertad. El plan es terminar de rodar en octubre en Agaete, por la luz. Después veremos cómo nos va hablando el material durante el montaje.

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