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AMALGAMA

Pablo Iglesias, Galdós y Sade

En este caso creo que Iglesias no es un gamberro, sino un sinuoso artista con raíces profundas en la literatura francesa. De la española no tanto y vamos a constatarlo

Pablo Iglesias, Galdós y Sade

Pablo Iglesias, icono de moda de la política española, y, en gran número, entre señoras maduras de izquierdas, ha inaugurado unos modos erótico-sexuales que, ahora que es pleno verano, vamos a rastrear para determinar que, al fin, nihil novum sub sole. La cuestión comienza mucho antes, pero lo que nos da un apoyo estético substancial es su frase literal, referida a una presentadora de televisión, Mariló Montero, exmujer de Carlos Herrera, vivaz y veterano locutor de derechas, de la cual Pablo Iglesias, hablando "entre amigotes", por ser castizos a fuer de ser precisos, dijo: "la azotaría hasta que sangrase", tras lo que se autodefinía, el tardojoven Pablo, como "marxista algo perverso convertido en psicópata".

Lo primero que podríamos pensar es que Pablo Iglesias es un soez gamberro, que sabe poner buena cara a las señoras de edad, a las cuales oculta sus fechorías para que le voten. Eso tenderíamos a pensar si recordamos que a una periodista de El Español, cuando le preguntó algo incómodo hace unos meses, le respondió, con ánimo de afrentarla por su clasismo: "precioso abrigo de pieles que trae usted". También podríamos deducir que es la frase de un gamberro al que las señoras de edad votan por truhán, si conocemos que defiende al matón Bódalo, y se enorgullece de Los Chicos del Maíz o de Pablo Hassel, cantantes que se ríen en sus canciones de las víctimas asesinadas por ETA, o proliferan insultos de todo tipo contra los adversarios a los que ellos atribuyen el mote de "fachas", o si conocemos que en youtube hay innúmeras manifestaciones de él mismo defendiendo que se utilicen cócteles molotov, se ejerza violencia contra el partido conservador de turno, o se sacralice la guillotina como elemento democratizador. Está ahí y es muy fácil verlo. Pero ¡Voilà! Creo que no, que, en este caso, Iglesias no es un gamberro, sino un sinuoso artista con raíces profundas en la literatura francesa. De la española no tanto, y vamos a constatarlo. Benito Pérez Galdós cursó romance con Emilia Pardo Bazán, como es conocido, sobre todo por las 93 cartas que ésta, señorita de treinta y pico, expedía a su amor con las siguientes dicciones. Estamos hablando de 1889: ella se refería a él como "miquiño mío", "monín", "pánfilo de mi corazón", "roedor mío" o "bobito". Y a la hora de describir actos motrices se expresaba: "Te aplastaré... Te morderé un carrillito, o tu hocico ilustre... Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote... Búscame casita, niño... Te beso un millón de veces el pelo, los ojos, la boca y el pescuezo". Apurando más la perversión: "Sí, yo me acuesto contigo, y me acostaré siempre, y, si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria". O esta otra más intrigante: "Yo haría por ti no sé qué barbaridad". Pues si tornamos a las raíces erótico-perversas francesas nos vamos directamente a Donatien A.F., Marqués de Sade, en La Filosofía en el Tocador, cuando Dolmancé, alcanzando el éxtasis sexual, le dice a Madame de Saint-Ange: "Le juro que será azotada... hasta hacerla sangrar ¡Ah, Dios de mierda! ¡Estoy volcando! ¡Trague, trague, Eugenia... que no se le pierda una gota!". Aquí sí está el Iglesias más genuino.

Lo más a la altura que, si volvemos a España, encontraríamos, sería ya, muchos años después, cuando el idilio de Pérez Galdós y Pardo Bazán había terminado, la anécdota que se cuenta, cuando se cruzaron por la calle, y ella le dijo "Adiós viejo chocho", y Galdós le respondió: "Adiós chocho viejo". De nuevo, más el estilo del podemita Iglesias. No obstante, viendo que, en cuestiones eróticas, sus congéneres Rita Maestre o Ada Colau, muestran sus senos en una capilla católica, o promueven un Padrenuestro blasfemo con tintes puramente sexuales, tenderíamos a pensar que a esta gente le excitan más las parafilias y el fetichismo religioso.

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