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Chicas malas

La editorial Anagrama comienza la rentrée literaria con 'Las chicas' de Emma Cline, basada en los asesinatos perpetrados por Charles Manson y sus discípulas

Chicas malas

Novelistas norteamericanos de la talla de Truman Capote (A sangre fría), Norman Mailer (La canción de verdugo), Jon Krakauer (Obedeceré a Dios), John Berendt (Medianoche en el jardín del bien y el mal), Thomas Harris (El silencio de los corderos), Stephen King (It) o Robert Bloch (Psicosis), cada uno con sus características compositivas y registros estilísticos casi contrapuestos, se han sentido tentados a añadir a sus novelas criminales una base real para abordar la naturaleza violenta y perturbadora del ser humano. A esta lista se suma ahora la escritora Emma Cline (Sonoma, California, 1989), con su primera novela, Las chicas (Anagrama), basada libremente en los asesinatos perpetrados por Charles Manson y su séquito de chicas malas (Susan Atkins, Lynette Fromme, Patricia Krenwinkel, Leslie Van Houten) el 9 de agosto de 1969 en Los Ángeles.

En 1971, Charles Manson, conocido por liderar lo que se conoció en los medios de comunicación como "La Familia Manson", fue condenado a muerte junto a cuatro de sus seguidoras por ordenar un asesinato en masa en la mansión del director de cine Roman Polanski, ubicada en el número 10050 de Cielo Drive, en Beverly Hills. Entre las víctimas de la matanza se encontraba su mujer, la actriz Sharon Tate, que estaba embarazada de ocho meses en el momento de su muerte, así como el guionista polaco Wojciech Frykowski y su mujer Abigail Folger. Sin embargo, la pena de muerte de Manson fue conmutada por cadena perpetua después de que los tribunales declararan inconstitucional castigar con la pena capital a los reclusos en el estado de California en 1972. En 2012, una junta penitenciaria negó la libertad condicional por duodécima vez a Manson.

En Las chicas, Cline se sirve de estos hechos trágicos para crear una literatura de emergencia, una literatura que nos recuerda el estúpido mundo que habitamos y los frágiles que somos. La protagonista es Evie Boyd, una adolescente californiana sumida en la indolencia y la desgana que busca una salida a su situación uniéndose a un grupo de chicas misteriosas, etéreas y fuertemente sexuadas, como vestales de un culto primitivo. Evie las acompaña-rá hasta a un rancho solitario, donde, lideradas por Russell, un músico reconvertido en gurú de la sanación con las manos y el amor libre, comenzará a descubrir las primeras señales de su faux pas, paso en falso. En el rancho Evie no sólo perderá el contacto con su familia y con el mundo exterior, sino que también será testigo de las maquinaciones de la mente perversa de Russell, cuyo alimento básico son las "chicas delgadas, agobiadas, con la licenciatura a medias y padres descuidados".

Al igual que Las vírgenes suicidas, el prometedor debut de Jeffrey Eugenides, aparecido hace ahora veintitrés años (y publicado también por Anagrama), Las chicas pertenece a esa selección de novelas norteamericanas que son hoy paradigmas, síntomas, poderosas paráfrasis de la adolescencia desarraigada en una tierra de nadie. Sin duda la novela más famosa (y quizá punto de partida del género) es El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, cuyo protagonista arrastra un desorden emocional contra el cual no puede hacer nada: "Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido".

Narrada en dos tiempos, en 1969 y en la actualidad, la novela de Cline entra de lleno en el tratamiento de una enfermedad que afecta por igual a chicos y chicas: el momento en el que rompen todos los lazos que los unen con lo más próximo que tienen para caer bajo el poder de una mente engrasada para las más mortíferas paranoias, para los más espantosos crímenes, que por desgracia se siguen produciendo actualmente en cualquier rincón del mundo y del que todavía estamos esperando a sus Capote o Mailer para contarlo. Cline demuestra que hay cantera y viene con fuerza. Háganle sitio.

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