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"Imagínate que somos"

Las aventuras de 'Alicia a través del espejo' reviven de la mano de Nórdica, que publica una edición ilustrada con dibujos del artista Fernando Vicente

Una de las ilustraciones de 'Alicia a través del espejo' de la editorial Nórdica. FERNANDO VICENTE

"Ojalá pudiera contaros la mitad de las cosas que decía Alicia a partir de su frase favorita: Imagínate que somos". Y con esta invitación a la fiesta de la imaginación, el maestro de la lógica literaria, Lewis Carroll, abría las puertas a un nuevo mundo al revés con las aventuras de Alicia a través del espejo (1871), que sucede al clásico Alicia en el país de las maravillas (1865).

La edición ilustrada que publica Nórdica, esa editorial que reivindica la literatura escandinava y los clásicos de siempre, coincidió con el estreno en cines de una nueva versión fílmica de esta secuela, protagonizada por Mia Wasikowska y Johnny Depp, la pasada primavera. El trabajo artístico de esta joya ilustrada corre a cargo del dibujante madrileño Fernando Vicente, quien imprime un estilo vintage y cosmopolita al universo de Carroll a través de un Sombrero dandi, una Alicia inspirada en la modelo australiana Gemma Ward y un jardín de flores, presidido por las reinas Roja y Blanca, ataviadas con vestidos de alta costura que combinan corsés y brocados del siglo XIX.

"Imagínate que el espejo se hace blando como una gasa y lo podemos atravesar" - reflexiona Alicia, en el umbral de la novela. "Y el caso es que el espejo, efectivamente, como una brillante niebla de plata, comienza a deshacerse". Así es como el lector cruza el espejo de la mano de Alicia y se interna en un universo de metáforas que sugiere que, debajo del sinsentido de la existencia, las cosas se perciben con más nitidez si les damos la vuelta. O, al menos, con mucha más diversión.

En el interior del espejo se extiende un paisaje onírico de normas inversas, con nuevos y viejos personajes, donde las flores son mujeres hermosas, "algunas del tipo espinoso", que discuten a la hora del té y donde, como advierte la Reina Roja, "has de correr tanto como puedas para permanecer donde estás. Y dos veces más rápido si quieres ir a otro sitio".

Los acontecimientos de este universo fantástico ilustrado por Vicente se desenvuelven como la reverberación de un espejo, donde la memoria funciona en ambas direcciones y, para partir una tarta, es necesario repartirla primero. Por esta razón, un Rey atónito y contrariado le revela a Alicia que un lápiz caótico escribe por su cuenta "en un idioma que no sé", hasta que la protagonista deduce que consisten en versos escritos boca abajo, que se enderezan al confrontarlos con el espejo.

Además, conviene recordar las sabias palabras de la Reina Blanca, quien advierte a Alicia que "creer cosas imposibles sólo es cuestión de práctica": "Cuando yo tenía tu edad, practicaba media hora al día. Ha habido veces que me he llegado a creer seis cosas imposibles antes del desayuno".

Con todo, la narración de Alicia a través del espejo se articula como una partida de ajedrez, donde los senderos, arroyos y setos dividen las casillas, mientras que Alicia es un peón que juega a ser reina. Aunque, en el fondo, es Lewis Carroll quien pone en jaque al lector con sus reflejos literarios, juegos de lógica y paradojas lingüísticas, envueltos en el acento sarcástico que ya destilaba El país de las maravillas. Y en la novela ilustrada de Nórdica, las aventuras de Alicia transitan de la mano del exquisito trabajo gráfico de Vicente, que redondea la inmersión en el mundo de los sueños que concibió Lewis Carroll hace 151 años.

Una de las principales apuestas de Nórdica es su exquisita y variada colección de obras ilustradas, que engloba desde relatos de Julio Cortázar, Roald Dahl o Virginia Woolf hasta textos de Edvard Munch o poemas de Sylvia Plath. Ahora incorpora a su catálogo esta brillante edición de Alicia a través del espejo, que pone de manifiesto que el libro ilustrado está más vivo que nunca frente a otros tiempos en que parecía relegado a piezas de coleccionista, pero que hoy son reliquias al alcance de cualquier soñador que se atreva a asomarse al otro lado del espejo.

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