¿Qué podemos decir de Daniel Clowes que no se haya dicho ya? Quizás que en 1989, antes de dedicarse en exclusiva a las historias independientes de gran formato, el poliédrico historietista estadounidense recogió sus primeras creaciones en una serie de cómic books titulados Bola 8, nombre de un juego de billar muy popular en casi todo el mundo.
Estos recopilatorios se distinguen del resto de su obra por combinar cómics muy breves, que van desde los ásperamente mordaces (como Zubrick y Pogeybait o El Santa sensual), a los que recogían invectivas más comunes (Chicago o Abandonado en una isla desierta con la gente del metro?) o simplemente sátiras (como Confidencias de la escuela de arte o Hablemos de deportes). Pero por muy diferentes que sean están unidos por dos elementos comunes. El primero es que se trata de historietas cortas autoconclusivas. Y el segundo es que quizás son un poco más desagradables de lo conveniente, así que gustarán especialmente a los amantes del humor más corrosivo. Otra sátira de la sociedad contemporánea con la aparición de algunos personajes de sus grandes obras.
