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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

El mar de hielo

'El mar de hielo', por Caspar David Friedricht. LA PROVINCIA / DLP

Conservo una postal antigua del HMS Beagle, un bergantín de la Marina Real Británica que zarpó por primera vez del río Támesis el 11 de mayo de 1820 para recorrer hasta el último confín de la Tierra, y recuerdo cómo me decepcionó el escaso número de libros publicados en España sobre esta embarcación que se adentró por primera vez en el mar de hielo. El Beagle realizó dos expediciones a la Antártida (la segunda, bajo el mando del comandante Robert Fitz-Roy, contó con el joven naturalista Charles Darwin en el equipo de investigación), que abrió el camino a otros dos buques de exploración, el HMS Terror y el HMS Erebus, que después de explorar la Antártida entre 1839 y 1843, al mando del comandante James Clark Ross, se quedaron atrapados en el Ártico con 129 hombres a bordo, entre oficiales, marineros y soldados.

El HMS Erebus y el HMS Terror, cuya historia contó Dan Simmons en una estupenda novela titulada El terror (hay edición española en Roca, 2008), fueron enviados a buscar un paso al noroeste que nadie sabía si existía realmente. Sin poder hacer nada por continuar su travesía y completar su expedición, rodeados por hielo y el frío polar, todos fueron muriendo de neumonía, disentería o botulismo hasta no quedar ninguno. No me negarán que no es una buena historia, de esas que, como decía Hemingway, tienen que ser como un iceberg: sólo una pequeña parte debe asomar por encima de la superficie, mientras que la mayor parte debe quedarse ahí abajo, pues proporciona más fuerza emocional que si la sacásemos fuera.

Desde hace unos días está en las librerías Horizonte móvil (Ático de los Libros), del escritor italiano Daniele Del Giudice, volumen que narra su propia expedición a la Antártida siguiendo las grandes expediciones del siglo XIX, expediciones como la del comandante británico Robert Fitz-Roy al mando del Beagle (su antecesor, el capitán Prigle Stokes, se suicidó en Tierra del Fuego en 1828 "a causa de la ansiedad" ), la del italiano Giacomo Bove con el barco Cabo de Hornos, o la del belga Adrien de Gerlache de Gomery en el barco Bélgica, que debido a la tormentas y arrecifes que encontró en su camino parte de la tripulación cayó enferma y tuvo que dejarla atrás en Chile. Con todo, en 1898 el Bélgica llegó al punto más al sur que había llegado hasta el momento ningún barco.

El interés mayor de Horizonte móvil estriba en su capacidad para conmover con la simple narración de un encuentro con un pingüino: "Al me miró sorprendido, luego intentó atravesarme como si yo no existiera. Avanzaba, chocaba contra mis piernas, retrocedía. Me entraban ganas de reír. Como no me movía, dio una vuelta completa a la colonia; yo, a la vez, caminé para esperarlo en el lado opuesto. Cuando llegó y me vio allí mostró una expresión de absoluta incredulidad. Una vuelta entera implica que las cosas cambien, si no, ¿de qué vale?" Es un honor acceder a las experiencias de Del Giudice cuya peripecia vital no tiene nada que envidiar a los exploradores que le precedieron. Son infinitas las facetas de esta narración fascinante que deslumbran por su sencillez y luminosidad.

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