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AMALGAMA

La sociedad cerrada y sus amigos

Argüía que la historia por su naturaleza dialéctica tiene unos tiempos de felicidad y comercio y otros de austeridad y milicia

La sociedad cerrada y sus amigos

Presente en la celebración de la boda de dos jóvenes economistas de los nuevos tiempos, y siendo la contrayente la hija de un compañero y amigo filósofo, ocurrió que en su discurso, como padrino, fundamentó en el padre Suárez el origen hegeliano que dio lugar a una de las premisas filosóficas que en los años ochenta, sobre todo en filosofía del lenguaje, establecieron que el significado es intraducible en cualquier idioma, de donde el padrino recomendaba la búsqueda de la telepatía como ideal universal que false esta certeza formalizada por Willard Van Orman Quine. Se inició entonces un interesante corrillo de pensadores en el que el padrino me advirtió, ante la próxima reedición de mi viejo texto "Apuntes sobre Filosofía Occidental", que conoció a un joven que cursaba tercero de filosofía y que, en el estío de hace unos años, estaba leyéndolo y aportando unos comentarios de interés, pero a la vuelta de unos meses, dicho joven enloqueció y fue internado. Aprovechando esta anécdota quisieron convertir mi obra en una especie de Necronomicon ideado por H.P. Lovecraft. Terminadas las risas, salió a la palestra el sueco Dag Hammarskjöld, Secretario General de las Naciones Unidas desde 1953 hasta su fallecimiento en un accidente de avión en Congo, en 1961, que se dice que fue provocado por su decisivo empuje al pacifismo. No en vano, confirmaba el filósofo economista que lo había propuesto en la conversación, Hammarskjöld fue también un autor místico con intereses espirituales. Ya teníamos en el panorama contextual la telepatía y la mística, pero como en todo diálogo, surgió su extremo, y la vinculación por otro pensador sueco presente en el corrillo, del asesinato de Hammarskjöld y el de Olof Palme, como obra de la elite mundial capitalista, para favorecer sus ansias de avaricia estructural. Y entonces entramos a trapo. Yo argüía que la historia por su naturaleza dialéctica, tiene unos tiempos de felicidad y comercio, y otros de austeridad y milicia, lo que se traduce en la necesidad de gobiernos democráticos que aúpen la igualdad y la abundancia mientras la curva estadística de Poisson permita la subida que, lentamente, se convierte en bajada y decadencia, momento en el que corresponde el autoritarismo y el imperio como forma de gobierno. Parece que, tras la propuesta final y enfervorecida de Fukuyama en los primeros 90 del pasado siglo, con su obra sobre el Fin de La Historia, todos los países tenían forzosamente que ser democráticos, pero en tan solo 20 años se ha visto que el ciclo está a punto de estallar y es como decir que todos los países iban a entrar en un tiempo en el que la guerra estará prohibida. Evidentemente, se me opuso todo tipo de principios basados en los Derechos Humanos. Meros consensos con fecha de caducidad. Actualmente, redargüí, al igual que las guerras son hipercruentas, en número de muertes y en práctica de la barbarie, también llegará el momento tecnológico del cierre omnipresente de los derechos individuales para ser dirigidos desde la cumbre del panóptico mundial por el imperio al que toque dirigir. El populismo es la respuesta a la postura fofa y pusilánime de los demócratas barrigones, leguleyos, funcionarios y burócratas, que asfixian a los ciudadanos en el cenagal del desvalor. La propia característica de los políticos que se someten a la chita callando a las prebendas de sus puestos, a costa de mentir para aparentar y defender un ideario vacío que ni siquiera comprenden, provoca que surjan individuos ridículos tal vez, pero a los que toca el Volkgeist, como tocó a los duce de principios del siglo XX, y así disponemos de Trump, de Le Pen, de Farage, de los Verdaderos Finlandeses, del Jobbik húngaro, de los ultraconservadores austriacos, suizos, alemanes o griegos, que comienzan a crecer como hongos, alimentados por la siguiente ola de furia. En suma, la sociedad abierta y sus enemigos deja paso a la sociedad cerrada y sus amigos: ¡Men at work!

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