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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Ars longa, vita brevis

"El suicida se siente anudado más que nunca a la existencia". LA PROVINCIA / DLP

Maurice Blanchot, en Thomas el oscuro (editado por Pre-Textos en 2002), escribió que "el hombre que se cuelga [...] no siente más que la cuerda que le sostiene, resistiendo hasta el final, aferrado más que nunca, ligado como no lo ha estado jamás a la existencia de la que quisiera liberarse". Este fragmento terrible llevó al filósofo y escritor inglés Simon Critchley a preguntarse acerca del suicido y sus paradojas: "La pavorosa perspectiva que Blanchot describe con tanta fuerza es que el suicida, tras dar el salto al vacío, lo único que experimenta es la soga que le ata cada vez más fuerte a la existencia. El suicida se siente anudado más que nunca a la existencia que racional o irracionalmente quería dejar atrás".

La lectura de Apuntes sobre el suicidio (Alpha Decay) de Critchley me lleva a pensar que no todo está perdido, que siempre hay un delgado hilo de esperanza. Pienso si ir más lejos en la escritora Dorothy Parker, que intentó suicidarse cinco veces antes de conseguirlo ingiriendo un cóctel de alcohol y barbitúricos en la habitación de un hotel de Nueva York, aunque en el informe de la policía figurara que murió de un ataque cardíaco. La autora de Una rubia imponente hacía ya algunos años que había escrito un poema sobre los métodos de darse muerte sin decidirse por ninguno: "Las navajas cortan / Los ríos mojan / Los ácidos manchan / y las drogas acalambran. / Las armas están prohibidas, / Los lazos se sueltan / El gas huele que apesta, / Tampoco está tan mal la vida".

En el suicidio nada nunca es explícito, sino vago. En aras de preparar el terreno, el fotógrafo y es-critor francés Édouard Levé empieza su Autorretrato, que acaba de publicar la editorial Eterna Cadencia, con estas palabras: "De adolescente, creía que La vida, instrucciones de uso [novela de Georges Perec] me ayudaría a vivir, y Suicidio, instrucciones de uso, a morir". Y termina con éstas otras más terribles todavía: "El día más hermoso de mi vida quizá ya pasó". Levé se suicidó en 2007 después de entregar a su editor el manuscrito de Suicidio, en el que confesaba, a través de su alter ego de veinticinco años, que hubiera querido conocer su futuro, menos por quedarse tranquilo respecto a lo que sería de él que por vivir por adelantado la vida que le esperaba. Asímismo presumía que los que le conocían releerían cada uno de sus gestos a la luz del último.

En Apuntes sobre el suicidio, Critchley sostiene que Levé rechaza la idea de Albert Camus del absurdo de la creación cuando afirma que: "Muerto, estás tan vivo como en vida". Muriendo, tanto Levé como su joven personaje, cuyo nombre no se menciona por ningún lado, viven eternamente: "Muriendo, viven para siempre: como Hamlet, como la Mona Lisa, con la señora Ramsay [de Al faro, de Virginia Woolf]. Ars longa, vita brevis". Apuntes sobre el suicidio es un libro cargado de disyuntivas: la creación artística como forma de salvación o como imprescindible modo de perpetuarse muriendo. Critchley apuesta por no descartar ninguna ni a ninguno: Jean Améry, Paul Celan, Yukio Mishima, David Foster Wallace, Kurt Cobain, Robin Williams, Philip Seymour Hoffman.

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