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Múnich, una transición frustrada

El historiador Jordi Amat reconstruye de forma detallada la gran cita de la oposición franquista a través de Julián Gorkin y Dionisio Ridruejo

En junio de 1962, en Múnich, en el marco del Congreso del Movimiento Europeo, los opositores a la dictadura franquista del interior y del exilio de tendencia socialista, democristiana y liberal (sin presencia de los comunistas), reunidos en una sesión previa y después de debatir intensamente, presentaron al congreso la propuesta de que el Movimiento Europeo apoyase la negativa a la entrada de España en la Comunidad Económica Europea por su condición de país no democrático. Pero, también y, sobre todo, la que constituía su verdadero objetivo: los cinco puntos que proponían la sustitución del régimen franquista por una democracia. La dictadura franquista que trató de torpedear frustradamente esa iniciativa de los opositores por medios diplomáticos, tras la acogida favorable del Congreso de esas propuestas, recurrió a una campaña de propaganda descalificadora de Múnich ( el congreso fue denominado como el Contubernio de Múnich) y a una dura represión de los participantes del interior: algunos fueron deportados a su vuelta a España y obligaron a otros al exilio.

El historiador catalán Jordi Amat realiza en La primavera de Munich, libro ganador del Premio Comillas, un minucioso análisis de los antecedentes, desarrollo y fracaso de Múnich utilizando documentos de los archivos personales de los actores que eran inéditos- como el caso del archivo del político nacionalista vasco Manuel de Irujo- o habían sido escasamente explotados o mal utilizados. Esa reconstrucción la realiza nuestro autor esencialmente a través de dos personajes; uno de ellos apenas conocido en relación con Múnich, Julián Gorkin y el otro el intelectual exfalangista Dionisio Ridruejo.

El primero era un antiguo miembro de POUM, antiestalinista primero y anticomunista visceral después que, en el contexto de la Guerra Fría que se vivía, entendía que la supervivencia del franquismo era un grave peligro porque podría ser la causa para una posible toma del poder en España por los comunistas. Él fue quien desde una institución penetrada y financiada por la CIA, el Congreso para la Libertad de la Cultura, puso las bases para la convocatoria de Múnich estableciendo la conexión de la oposición del exilio con la oposición del interior, que, desde la revuelta estudiantil de febrero de 1956, comenzaba a estar liderada por Dionisio Ridruejo. Éste, que había abandonado su anterior ideología fascista tendiendo hacia posiciones socialdemócratas asumió las intenciones de Gorkin, colaboró estrechamente con aquél y fue el inspirador intelectual de las medidas que se aprobaron en Múnich.

Es a través de la reconstrucción de la actividad antifranquista de estas dos figuras cómo Amat nos va desvelando todo ese proceso que condujo a Múnich y la labor en el interior de las instituciones creadas para ello y las actividades culturales antifranquistas que, desde España y a partir de 1962, desarrollaron tratando de hacer realidad el programa establecido en la ciudad bávara Y analiza con minucioso detalle y gran agudeza los hechos y el papel de los personajes que intervinieron en ellas rescatando para la historia de Múnich algunos que habían quedado en el olvido y que tuvieron un papel de importancia en todo ese proceso como fue el caso de Pablo Martí-Zaro.

Toda esa actividad antifranquista se vino abajo en 1966 y, como decía uno de sus protagonistas, José Vidal - Beneyto, en los años ochenta, todavía los historiadores no habían logrado dar una respuesta coherente hasta aquel momento al fracaso de aquella iniciativa que arrancó en Múnich. La respuesta de Amat hoy es convincente en parte y tiene mucho que ver con su interpretación de aquel episodio que se opone- según él- a la interpretación sesgada, que durante la etapa democrática se ha venido dando de aquel proceso.

No sólo, nos dice el autor, fue el gran escándalo que produjo el desvelamiento que el New York Times hizo en ese año, de que el Congreso para la Libertad de la Cultura, que había apoyado a través de Gorkin esa oposición a la dictadura y había sido una institución decisiva en la convocatoria de Múnich, no era sino una institución financiada y amparada por la CIA, fruto de otra más de sus operaciones encubiertas. Pero a esa había que sumar otras varias causas de gran importancia como la propia represión franquista de la oposición del interior; la negativa, como no podría ser de otra manera dado su origen anticomunista, de aliarse ésta con la oposición del PCE que, sin duda, era la más intensa, activa y organizada, además de la más difundida entre las nuevas generaciones y que se desarrollaba bajo la bandera de Política de la Reconciliación Nacional. Y también los aires de distensión que establecían una nueva etapa de la Guerra Fría que comenzaba a hacer obsoleta aquella oposición.

De todo lo anterior se deriva que nuestro historiador no pueda admitir, como se ha hecho desde la Transición con un evidente mal uso de la historia por su parcial finalidad política, que Múnich no había sido si no el antecedente frustrado de la que definitivamente triunfó tras la muerte del dictador. Porque aquélla se llevó a cabo no por los reformistas del bando franquista dando lugar a la partitocracia que tenemos hoy, sino por una oposición al margen del franquismo que fue duramente boicoteada y reprimida por la dictadura,

Una interpretación difícil de aceptar ésta porque deja en segundo plano el carácter sectario anticomunista que la impregnó al excluir a los comunistas de aquella oposición cuando el PCE luchaba contra la dictadura bajo la bandera de la reconciliación nacional.

Sin duda, un libro imprescindible en la bibliografía sobre Múnich.

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