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Puentes levadizos

Belleza inhumana

He malgastado media hora intentando encontrar una manera elegante de escribir sobre los parásitos

Imagen de un parásito. LA PROVINCIA / DLP

He malgastado media hora intentando encontrar una manera elegante de escribir sobre los parásitos (no me refiero a los políticos ni a los banqueros, sino a los organismos vegetales o animales que viven a costa de otros organismos de distinta especie), pero creo que la manera menos elegante es la mejor: me gustan los parásitos. Pero no tanto como a Carl Zimmer, uno de los divulgadores científicos más importantes de la actualidad, para quien los parásitos pueden resultar repulsivos (aunque la mayoría de las veces desconozcamos el aspecto que tienen) pero son también una forma de vida exitosa y necesaria. Zimmer representa lo mejor de la tradición darwinista: "El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del hombre". No sé si es amor lo que Zimmer siente por los parásitos, pero ha dedicado su vida al estudio de las criaturas más peligrosas de la naturaleza.

Como un explorador del siglo XIX (Livingstone, supongo), Zimmer ha recorrido el mundo en busca de los lugares más salvajes del planeta y las especies más diminutas, los virus y los parásitos. Lo cuenta en su libro Parásitos, publicado recientemente por Capitán Swing: "Vine a Tambura [en Sudán] por su parásitos, de la misma forma que la gente va a Tanzania por sus leones o a Komodo por sus dragones. En Nueva York, donde vivo, la palabra 'parásito' no tiene mucho significado, o, al menos, no mucho en particular. [...] La palabra es confusa. Incluso en los círculos científicos, su definición es ambigua. [...] Tienden a usar la palabra para referirse a cualquier cosa que vive de forma parásita, exceptuando las bacterias y los virus. [...] Los parásitos pertenecen más al mundo de las pesadillas que al de las consultas de los médicos".

La palabra parásito, del griego parasitos, significa literalmente "junto a la comida". Pero los griegos no la utilizaban para nombrar a algún bicho extraño que pudiera corromper la comida, sino a los soldados encargados de servir los manjares en los banquetes. Según Zimmer: "En algún momento, la palabra se deshizo de su significado estricto y se usó para referirse a una especie de 'adulador', alguien que podía conseguir una comida ocasional de un noble proporcionándole una buena conversación, o realizando alguna tarea para él. [...] Esto ocurría muchos siglos antes de que la palabra pasase al campo de la biología, para definir la vida que vacía otras vidas desde dentro".

Ninguno de los elogios al libro de Zimmer (me gusta éste de The Village Voice: "maravilloso y asqueroso a partes iguales") ha mencionado lo que me parece su logro más espléndido: haber escrito su particular Origen de las especies de los virus y los parásitos. Darwin postuló que todas las especies han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común. Parásitos transparenta una vuelta de tuerca a la teoría de Darwin a escala microscópica. Y aunque los parásitos nos sigan resultando repulsivos, en realidad los estamos juzgando sin ecuanimidad: "la belleza de los parásitos es inhumana. Y lo es, no porque los parásitos hayan venido de otro planeta a esclavizarnos, sino porque llevan en este planeta mucho más tiempo que nosotros". Cuando se produzca el ocaso nuclear, sólo sobrevivirán los parásitos.

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