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La violencia

José María Gómez: ¿Son los humanos violentos por naturaleza, como decía Hobbes, o seres pacíficos a los que la civilización corrompe, como decía Rousseau?

La violencia

En la Revista Nature, 28 de septiembre de 2016, los profesores José María Gómez, Adela González Megías y Marcos Méndez, de la Universidad de Granada, publican el estudio The phylogenetic roots of human lethal violence, en el cual han recopilado datos de más de 4 millones de muertes, cuantificando el nivel de violencia letal en 1024 especies de mamíferos, 137 familias taxonómicas y, concretamente, unas 600 poblaciones humanas, desde hace 50 mil años hasta la actualidad. José María Gómez escribe: "¿Son los humanos violentos por naturaleza, como decía Hobbes, o seres pacíficos a los que la civilización corrompe, como decía Rousseau?". El profesor Gómez da la razón a ambos. La violencia letal como resultado del pasado evolutivo la cifran en este estudio en un 2 por ciento, pero su grado es modulable por la sociedad, siendo que si ésta es una sociedad con un ordenamiento de cacicazgo, la violencia es mucho mayor que cuando la sociedad es meramente un entorno donde el consenso, la cultura y una organización social distributiva, son más utilizados, en suma, en un entorno estatalizado, lo cual se explica porque el monopolio de violencia pasa a ejercerse por los gobernantes. El nivel de violencia letal se ha definido en el estudio como la probabilidad de morir a causa de la violencia intraespecífica en comparación con todas las otras causas (infanticidio, canibalismo, guerra, homicidios, ejecución, etcétera). La proporción de muertes violentas interpersonales a consecuencia del origen filogenético de la violencia, pues, la cifran en un 2 por ciento, pero es curioso advertir, además, que es el mismo porcentaje que se da entre primates y monos (que exhiben alto grado de agresión intragrupal e infanticidio), al igual que entre tribus y bandas prehistóricas, lo que vincula la violencia al lugar filogenético que ocupamos en la evolución. El nivel de violencia letal, no obstante, se ha observado que cambia, en función de la organización socio-política, y que, desde luego, el nivel de violencia letal es mayor en las especies sociales y territoriales que entre las solitarias y no territoriales. Desde esta perspectiva, dicen los autores, "la violencia puede ser vista como una estrategia adaptativa, lo que favorece el éxito reproductivo del autor". Sin embargo, las condiciones ecológicas y contextuales producen variabilidad en dicha correlación, y "desenmarañar la importancia relativa de los componentes culturales y no culturales es un reto, debido a las complejas interacciones entre los factores ecológicos, sociales, conductuales y genéticos". Pero es cierto que la prevalencia de la agresión entre los Mammalia, una vez medida, se presenta entre los humanos tal y como resulta de esperar en función de la posición ocupada en el árbol filogenético. Véase, sin embargo, que la violencia letal no era común entre murciélagos, ballenas y lagomorfos. A veces existen dudas acerca de si, a pesar de la correlación entre especie social y violencia letal, ocurre luego que "la alta densidad de población es, por tanto, probablemente, una consecuencia de la pacificación exitosa, más que una causa de la distensión". En fin, teniendo en cuenta que lo llevamos muy dentro, es de esperar que cualquier amago de desestatalizar el monopolio de la violencia, cualquier fórmula antisistema, pone en peligro la paz, porque surgirá naturalmente la filogénesis de la violencia, pero también, cualquier permisividad de las sociedades estatales al cacicazgo, generará asimismo violencia letal. Es un punto medio entre ambos estados socio-políticos, el que nos garantiza mayor equilibrio e introduce métodos equilibrantes en la naturaleza violenta del humano. Alejémonos como del diablo de esos políticos que utilizan las propuestas anti-sistema, tanto como de los que propugnan el cacicazgo, ambos radicados en el ejercicio de la violencia letal por razones puramente naturales y genéticas.

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