La Provincia - Diario de Las Palmas

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Filosofía diferencial y bandera tricolor

En torno al supuesto ataque contra la libertad de expresión y a la democracia

Acto en Las Coloradas por el 52º aniversario de la bandera. LA PROVINCIA/DLP

La celebración de la efeméride de la bandera canaria con las siete estrellas verdes, el 22 de octubre, aniversario de la creación, en 1964, del Mpaiac, incluye en algunos ayuntamientos y cabildos el izado de dicha insignia, lo cual ha sido prohibido por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, a instancias de la Delegación de Gobierno. El punto 25 de la Resolución adoptada por el Mpaiac en su fundación, establecía: "la Bandera Nacional comprenderá y constará de tres bandas verticales del mismo tamaño, la primera blanca, la segunda, o sea la del medio, azul claro, y la tercera, amarilla. Sobre la banda central y en círculo irán siete estrellas verdes que representarán la igualdad de las siete islas sobre el mar azul". La familia Cantero Sarmiento había lanzado otra bandera semejante, en 1961, en Las Palmas, y vinculada al movimiento Canarias Libre, aunque no reconocida su originalidad por Cubillo, quien había recordado la propuesta por el Mpaiac de su abuela, por haber sido enarbolada por El Ateneo de La Laguna, en 1907, con las siete estrellas, blancas, colocadas en la misma posición en la que están las islas del Archipiélago en el mapa. Cubillo decidió que fueran verdes por el principio de africanidad.

La polémica ha sido que la reciente prohibición ha dado pie para apoyarse en una supuesta injusticia cometida contra la libertad de expresión y, además, la calificación por algunos políticos, de dicha bandera como muestra de democracia (como Román Rodríguez, expresidente de Canarias, o Antonio Morales, presidente del Cabildo grancanario). Para situarnos, los partidos nacionalistas en Canarias representan aproximadamente un 30 por cien de los votos, y en una encuesta efectuada hace pocos años por Hamalgama Métrica, el independentismo no superaba el 2 por cien de la población, con mayor representación en Tenerife que en Gran Canaria. Pero ésa es la situación actual, lo que no quiere decir que sea la futura, pues las decisiones de la población son volubles y versátiles, y cuando se da pie a la oclocracia, las cosas cambian con frecuencia, pues el demos es altamente influenciable por los líderes.

En el exordio de la elucubración que ahora iniciamos, pondremos tres liminares, definiciones cabales sobre el nacionalismo. El dramaturgo Albert Boadella: "El nacionalismo es como un pedo: sólo le gusta al que lo hace, y los que están alrededor lo encuentran muy molesto". El escritor Jorge Luis Borges, por su parte, ha señalado sobre el nacionalismo: "Es el canalla principal de todos los males. Divide a la gente, destruye el lado bueno de la naturaleza humana, conduce a desigualdad en la distribución de las riquezas". Mario Vargas Llosa se expresa, en su Discurso de aceptación del Premio Nobel, en 2010: "Detesto toda forma de nacionalismo, ideología provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del otro, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver".

La palabra nación proviene del latín "natio", que proviene de "nascor", nacer. En efecto, es una referencia al lugar de nacimiento, con toda esa secuencia de nostalgia ontológica a la que alude Mario Vargas Llosa.

Las naciones, como ideas de estado o patria, comienzan a nacer en el siglo XVIII, y se empieza ahí a desligar la relación del ciudadano con un rey o emperador, para religar el vínculo hacia un colectivo. Más modernamente, como dice Benedict Anderson, la prensa y el capitalismo han moldeado un nacionalismo con nuevas características, más compacto, aunque siempre son territorios imaginados, o como dice Ernest Gellner: "El nacionalismo no es el despertar de las naciones hacia su conciencia propia: inventa naciones donde no las hay". Con más dureza, un nacionólogo como el filósofo de la Universidad de Princeton, Avishai Margalit, en La Ética de la Memoria, 2002, habla de la nación: "Se ha definido como una sociedad que alimenta un embuste sobre los ancestros y comparte un odio común por los vecinos. Por lo tanto, la necesidad de mantener una nación se basa en memorias falsas y el odio a todo aquél que no lo comparte".

En el parágrafo 235 de su obra Le Différend (Minuit, Paris, 1983), Jean-Francoise Lyotard expuso lo siguiente: "La humanidad no está hecha de criaturas en proceso de redimirse; está hecha de voluntades en proceso de emanciparse", y explicaba: "los pueblos no forman un pueblo, ni pueblo de Dios, ni pueblo soberano de los ciudadanos del mundo. Nunca hay un mundo solo, sino que hay mundos. El internacionalismo no puede superar a los mundos nacionales porque no puede captar los pequeños relatos populares como epopeyas; el internacionalismo es abstracto: debe borrar los nombres propios. Hasta la epopeya comunista de la emancipación obrera se divide en epopeyas nacionales comunistas". Con esto, Lyotard señala la naturaleza de la diferencia, así como que esa propia naturaleza concreta convive en un internacionalismo abstracto.

Ángel Mollá, filósofo de la Universidad de La Laguna, en una conferencia en el CAAM, a principios de 1998, se propuso dar un varapalo a la identidad diferencial. En primer lugar, señaló que la naturaleza del concepto "identidad colectiva" es una catacresis, un oxímoron, como un cortocircuito semántico semejante al que provoca el "muero porque no muero" de Santa Teresa. Y señaló una segunda contradicción para la identidad colectiva: que se acostumbra a elegir un momento de la historia, y entonces ocurre que, según el momento de la historia que se elija, puede pasar que un mismo territorio tenga identidades muy distintas, conviviendo y repeliéndose a la vez. Mollá se burló, entonces, de lo que ocurre en las Canarias isleñas: los hay que eligen ser ingleses, aunque sea en sueños, otros anhelan una sola región, como en la pangea del villancico del gobierno de Coalición Canaria, otros se sienten bereberes, otros de la federación macaronésica, otros prefieren desmembrarnos en reinos de taifas donde cada cacique mande en su isla como en un feudo. Mollá excluyó, en principio, a la Atlántida y a la isla de San Borondón. En tercer lugar, Mollá aludió a que el secreto del movimiento nacionalista está en aquellos iniciados que saben halagar los bajos instintos de las masas. Como risible ejemplo criticó la publicación del Centro de Cultura Popular, Símbolos de la identidad: indumentaria, silbo, gofio, papa, habla, madre. Hizo notar que "madre" parece ser una decisiva aportación que un antropólogo defiende dando como prueba el "arrorró, mi niño chico", y poniendo como eslogan aquello de que "padres puede haber muchos, pero madre no hay más que una".

Justamente la canción de la bandera canaria de las siete estrellas verdes, denominada bandera tricolor es:

"Me gusta la bandera/

Me gusta la bandera/

¡Oh, mamá!/

bandera tricolor/

con siete estrellas verdes".

Elfidio Alonso, en un artículo de la revista El Puntal, número 12, 1981, decía de este himno: "Ya ven ustedes: alguien tuvo la ocurrencia de ponerle esta letra a una conocida melodía brasileira, que hizo furor en los tiempos de Carmen Miranda: ¡Oh mamá, mamá, mamá! Aunque la tonadilla nada tiene que ver con los aires canarios, ni menos la letra original (me late el corazón / me gustan las muchachas) el tema de la bandera se ha convertido en los últimos años en un verdadero hit entre los jóvenes canarios, que lo cantan colectivamente en festejos y romerías, ya sea La Rama o en el Cristo lagunero".

El siglo XX ha sido un siglo de imperialismos internacionalistas violentos, innumerables, fascistas o comunistas, lo mismo da. Una vez sobrevenido el gran desencanto finisecular, es obvio que en toda la superficie del planeta los hombres han quedado huérfanos del imperium, huérfanos del bastón de mando de un vencedor al que los mitos de todas las latitudes siempre han mantenido como figura arquetípica. Esto ha provocado que, como con la caída del imperio soviético, millones de personas hayan quedado a merced de sus identidades locales, pues no hay todavía ninguna identidad supranacional que haya tomado el relevo.

La globalización o planetarización no es tan sólo un efecto del desarrollo económico de la sociedad humana, sino que es más una consecuencia del desarrollo tecnológico, que ha puesto en manos de los decisores políticos y empresariales que detentan en esta ocasión los nodos de poder del mundo, un arma eficaz. Sin tecnología, la planetarización no es posible.

A finales de 1996, tuvo lugar en el Centro Atlántico de Arte Moderno un Seminario dirigido por el filósofo Francisco Jarauta. En el momento álgido del encuentro asistimos a una reflexión a cuatro bandas entre Francisco Jarauta, Remo Gudieri, Samir Nair e Ignacio Ramonet, acerca de los procesos de globalización económica y fragmentación nacional que, simultáneamente, afectan al mundo. El modelo metafísico sobre el que se explica la dinámica globalitaria actual señaló Ramonet es el de fusión-fisión, atracción-fragmentación. Una ruptura geopolítica como la de la URSS ha dado lugar a la aparición de 17 estados, en Checoeslovaquia 2 estados, en Yugoeslavia 5 estados, y los fragmentos están cada vez más afectados de esta dinámica de fragmentaciones: en Transcaucasia aparece Georgia, Armenia y Azerbaiján, en Georgia, a su vez, aparece Abjasia y Osetia, et sic de coetera. Este fenómeno de la fisión coincide con el de la fusión. El fenómeno de fusión más grande de la historia geopolítica es Europa y su asociación voluntaria: 15 estados de alta ambición política (en aquel momento, 1996). Al fraccionamiento de las lenguas corresponde la universalización del inglés, al fraccionamiento de las particularidades nacionales corresponde la universalización del comportamiento del modelo occidental.

El dilema del nacionalismo, pues, se diluye ante un teatro del mundo fascinante, como se diluyó en su época la institución esclavista, la feudal o la proletaria. Buscar en este panorama una razón de ser del nacionalismo no es tarea muy distinta a la de marcar los límites de la vivienda propia, pero dentro del total convencimiento de que ello no va a significar que, por muy privada que sea nuestra propiedad, podamos sustraernos de las normas del Ayuntamiento, de la Comunidad o del Estado, que se hace global a una velocidad exponencial.

Entre tanto, está bien que cada uno coloque su banderita en el Ayuntamiento o en el Cabildo, y también su logo y dirección en el buzón de correos.

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