La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ARQUITECTURA PROPUESTAS

La reivindicación de la arquitectura

Apunte sobre la Bienal de Venecia 2016, una cita con proyectos e ideas que desglosan el amplio abanico de desafíos que ofrece el mundo actual

La reivindicación de la arquitectura

"Arquitectura es dar forma a los lugares en los que vivimos. No es más complicado, ni más simple que eso". Con esta frase comienza la presentación de la 15ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2016 que se clausurará a fin de mes, dirigida en esta ocasión por el arquitecto chileno Alejandro Aravena, que este mismo año ha sido galardonado con el Premio Pritzker.

La Bienal de Venecia es uno de esos eventos globales que intentan enfocar los aspectos relevantes del debate cultural del momento, y en relación a la Arquitectura, tal vez el más reconocido de ellos. Con mayor o menor acierto, cada dos años se aúnan innumerables esfuerzos de instituciones profesionales y estatales que se materializan en una macro exposición, a la que siguen reflexiones, encuentros y debates que comparten una perspectiva o tema general de atención.

El título general de la edición de este año es Reporting from the Front, que podríamos traducir como Informando desde el Frente'. Enunciado de tintes bélicos, que al tiempo que define el conflicto como ámbito de atención, plantea también la voluntad de ofrecer su vivencia, palpar sus efectos, así como las fórmulas que se están utilizando para gestionarlo. El título, no obstante, no hizo sino perfilar el enfoque que el nombre del responsable de la dirección de la Bienal de Arquitectura dejaba intuir. Y es que la obra de Alejandro Aravena, y de su estudio Elemental, está intensamente implicada en la resolución de problemas sociales, que efectivamente constituyen el centro de atención que la Bienal propone. Es por tanto una edición que podría calificarse de política en tanto que su ámbito de atención son los desafíos a los que en la actualidad están sometidas la organización social y el bien común. Pero el foco se dirige hacia la arquitectura, con la intención de poner en valor su capacidad y responsabilidad para gestionar el espacio, contribuyendo decisivamente en la superación de esferas de conflicto. El objetivo es pues devolver a la arquitectura a su valor real en el desarrollo del habitar humano junto a su compromiso político por el bienestar de las personas. Por eso es por lo que consideramos esta Bienal, sobre todo, una reivindicación de la arquitectura. Porque al elegir las situaciones límite como ámbito de actuación, se presenta una arquitectura que se convierte al tiempo en manifiesto de sí misma.

La desafección que en la actualidad califica gran parte del sentir general hacia todo, con la crisis generalizada de los sistemas de organización y acuerdos básicos de convivencia colectiva, ha alcanzado a la arquitectura, cuyas mejores cualidades se advierten con suspicacia, y cuya capacidad es claramente minusvalorada. Los motivos que han llevado a esta situación son múltiples, algo que el Pabellón de España de esta Bienal expone con nitidez, al presentar siete series de imágenes, Miradas, en las que se refleja la 'ruina contemporánea', el paisaje de la obra desencajada en el lugar, de la estructura desnuda, abandonada o utilizada in extremis por población marginada. A su lado, se muestra una selección de obras cuidadas, que enlazan con el devenir del lugar, participando en procesos aún abiertos de transformación, que revierten el punto de 'no retorno' al que tantas experiencias del pasado cercano parecían dirigirnos. La claridad con la que este Pabellón afronta la revisión de los mejores valores de la arquitectura, frente a las disfunciones recientes, le ha valido el reconocimiento del León de Oro.

Ahora bien, la Muestra es de una dimensión y diversidad extraordinarias, a lo largo de la cual se desglosa el amplio abanico de desafíos que ofrece el mundo actual, desde la desigualdad a la sostenibilidad, los desastres naturales o la dificultad de alojamiento, el tráfico o la gestión de residuos. En respuesta a cada circunstancia se presentan arquitecturas ajustadas a recursos escasos, que han indagado en fórmulas materiales y constructivas insospechadas, que se han concebido colectivamente, pero ante todo se han pensado y diseñado cuidadosa y reflexivamente. Hemos seleccionado algunas de esas propuestas, a partir de los apuntes que nos ha sugerido esta Bienal.

La obra de Borde Arquitectos de Ecuador, y sus magníficos hormigones encofrados en trenzas de paja, las texturas de las paredes de barro de las obras de Anna Heringer en Bangladesh, los equipamientos vecinales de Anupama Kundoo o las espectaculares estructuras de bambú para alojamientos urgentes en Paraguay de Solano Benítez, son todas ellas exponentes de la actualización del uso de materiales y soluciones constructivas singulares en respuesta a la precariedad resultante de circunstancias adversas, lo que ha acentuado la necesidad de contar con la tradición local y la inteligencia colectiva. Similares condiciones, aunque en contexto más urbano y para edificaciones de mayor escala, son las que afronta VAVStudio en Teherán ante el embargo impuesto al país que provocó la falta de productos importados, lo que este equipo de arquitectos convirtió en la oportunidad de revisión de la utilización de la cerámica y la mampostería. Lo remarcable en cada uno de estos casos no es sólo que se hayan solucionado determinados déficits sociales urgentes o se haya respondido del modo más eficiente, con mínimos medios y en condiciones extremas a diferentes problemáticas, sino la calidad de cada una de esas soluciones arquitectónicas. En ningún caso se trata de construcción improvisada, que justificada por la urgencia o la escasez ofrezca apenas una salida de último remedio. Muy al contrario, en todos ellos se responde con arquitectura, espacios resultantes de un proceso audaz y minucioso, reflexivo diría Louis Kahn, cuya calidad y contemporaneidad los pone en relación con la historia, contribuyendo a mostrar y a acoger una colectividad determinada.

La atención al lugar lo es también a su cultura local, lo que proporciona la oportunidad del redescubrimiento de cualidades espaciales singulares, como ocurre en la propuesta de Transsolar + Anja Thierfelder, en cuyo manifiesto puede leerse: '¿Cuál es el poder de este lugar? La identidad local inspira nuestra fantasía', junto a otras sentencias que se refieren a los sentidos, la escala humana o la cultura. De ese modo explican su 'lluvia de luz', presentando un espacio definido por destellos puntuales y paralelos, al modo en que el sol se experimenta desde el interior de un bosque. Efecto conseguido mediante la utilización de tecnología de última generación, a partir de la profundización en las tradiciones locales, y que desarrollaron para el New Louvre de Abu Dhabi, del Atelier Jean Nouvel.

Pero ante todo, lo local implica a las personas, el 'Juntos', lema elegido por el Pabellón de Brasil, que podría traducirse como Interrelación, es la recuperación al primer plano de la condición básica a partir de la cual se construye la ciudad, el espacio para estar juntos, el ámbito de lo colectivo. En el Pabellón de los Países Nórdicos se enuncia como 'Cara a cara', en el de Dinamarca como 'El derecho al espacio', o en el de Venezuela como 'Fuerzas Urbanas'. En todos ellos se quiere profundizar en las fórmulas de participación colectiva para la construcción de la ciudad.

En la actualidad es imprescindible la articulación de procesos de encuentro, cooperación y acuerdo, cuyo fin constituye el inicio de la producción arquitectónica, en tanto que permiten enunciar adecuadamente la pregunta o la demanda de partida. En este sentido resulta muy alentador y refrescante el dilatado trabajo del grupo Rural Studio, Programa-Proyecto de la School of Architecture, Planning and Landscape Architecture de Auburn University, Alabama, EEUU. Durante más de veinte años equipos de profesores y alumnos han elaborado más de ciento cincuenta actuaciones para el área más deprimida del estado, en total implicación con las comunidades y a partir del lema: 'todos, pobres y ricos, merecen los beneficios del buen diseño', respondiendo a la cuestión de 'Qué debe construirse', en lugar de 'Qué puede construirse'. El resultado es una arquitectura alegre, sencilla y culta. La exponen en una selección de videos dentro de un receptáculo construido con somieres, y se ha convertido en uno de los puntos más visitados de la exposición.

Hacia contextos urbanizados de mayor densidad se refieren los ejemplos de rehabilitación a los que esta Bienal otorga un rol destacado: rehabilitación urbana, para adaptar las condiciones del espacio público existente a los cánones actuales de salubridad, movilidad y adecuación para la relación social; rehabilitación edificatoria, a partir de estructuras previas o como fórmula de preservación de valores patrimoniales. Podríamos destacar la Biblioteca España en Medellín, Colombia, de Giancarlo Mazzanti, que aun habiendo sido ampliamente difundida con anterioridad, es un caso paradigmático de arquitectura como catalizador social, en el marco de un programa articulado de mejora de la movilidad y de cualificación del espacio público, que ha rescatado el 'bosque' informal de la periferia. A objetivos y concepción similares responden también el Friendship Center, de Kashef Chowdhury / Urbana, en Bangladesh o las propuestas de rehabilitación de infraestructuras obsoletas como redefinición de los límites entre ciudad formal e informal de Andrew Making, Enabling Structures, en Sudáfrica.

Es, no obstante, la redefinición de los polígonos residenciales que inundaron la periferia de las ciudades en los años sesenta y setenta del pasado siglo, el que concita una mayor cantidad de experiencias de rehabilitación. De entre ellas, querríamos señalar las dos propuestas del estudio francés LAN, una en Lormont Gènicart, París, de rehabilitación de la edificación existente y la otra en Bordeaux, de nueva edificación tras la demolición de un polígono que había quedado obsoleto. En ambos casos se profundiza en la actualización de la vivienda colectiva en relación con la 'escala humana', así como en la apuesta por una 'densidad suficiente', que permita ir más allá de los estándares definidos en el Movimiento Moderno, avanzando en la idea de ciudad como vía hacia la igualdad.

La rehabilitación urbana constituye una de las principales preocupaciones en Canarias de las últimas décadas, a la que corresponden gran parte de las actuaciones recientes o en marcha. Resulta oportuno revisar ejemplos como los citados, en particular en relación a la importancia central del espacio libre público, que en ningún caso debe disponerse como resultante aleatorio de la suma de otros procesos y decisiones.

Es curioso, pero la ciudad no se cita expresamente en ninguno de los subtítulos propuestos por Aravena para esta Bienal, pero, y tal vez ese sea el motivo, está omnipresente. Del mismo modo que señalamos el carácter político de esta edición de la Bienal, podríamos también señalar su carácter urbanístico. Ciudad y colectividad podrían definirse como marco general de la exposición, de tal forma que cada pieza de arquitectura, aún las de menor dimensión o localización aislada, se entienden en tanto que participan de la voluntad de construir ciudad, de contribuir a configurar el espacio de la vida en común. Así, por ejemplo, las pequeñas obras de Mª Giuseppina Grasso en Sicilia contienen una inmensa carga colectiva, lo que se desprende especialmente de sus cuidados detalles, la reunión de decisiones materiales, ajustes de diseño y apropiación del entorno a que responde cada solución.

Pero ¿cuáles son en la actualidad los límites de la ciudad? En el reciente Congreso de Arquitectura de Pamplona, Rem Koolhaas dijo que los profesionales de la arquitectura debíamos atender al espacio no urbanizado, imprescindible para afrontar retos urgentes de la ciudad. Se refería a la importancia del cuidado del espacio agrícola, la protección del patrimonio natural, la definición de ámbitos de producción energética, etc. aspectos centrales para la vida comunitaria, que quedan fuera del ámbito urbanizado, pero que plantean importantes retos relacionados con la ciudad actual y futura. Su adecuada resolución merece responder no solamente desde la instrumentación sectorial correspondiente, sino también, y fundamentalmente, desde su conformación general como objeto partícipe del paisaje y de la estructura del espacio territorial libre.

Resulta evidente la implicación que para las Islas tienen los aspectos reseñados, en tanto que territorio escaso y frágil a lo que suma su vocación turística. A dichos presupuestos responden en la Bienal de Venecia variadas propuestas. Algunas, de carácter más teórico, como la de Archizoom EPFL, con su concepción de 'Metrópolis Horizontal', o las presentadas en el Pabellón de New Zealand, con el lema 'Future Island', que comparten el reto de construir nuevas formas de relación entre espacios urbanos y naturaleza. Otras, más abiertas, planteadas a modo de líneas de investigación, como las que ofrece el Pabellón de Venecia para el área del Puerto Marghera, ámbito industrial obsoleto y abandonado, que ofrece la oportunidad de redefinir parte de su frente marítimo. Los singulares valores paisajísticos, y las dificultades para coordinarlos con un proceso de reconversión productiva, a partir de modelos de ocupación puntual vertical combinados con amplias superficies de restauración natural, son algunas de las líneas tentativas de trabajo que quedan apuntadas. Pero la actuación, que en nuestra opinión resulta más rotunda y ejemplarizante es la 'Restauración paisajística del depósito controlado de Vall d'en Joan, en el Parque Natural del Garraf, Barcelona', de los arquitectos Batlle & Roig. Ante el desafío en apariencia contradictorio de preservar el paisaje y dar forma a un vertedero, el trabajo de detalle que combina procesos evolutivos, dispositivos de tratamiento de residuos, diseño topográfico y desarrollo agrícola, canaliza el potencial de la arquitectura para operar a escala territorial de forma magistral.

En relación al territorio no podemos dejar de citar la atención de la Bienal a la escala descomunal de las migraciones a las que asistimos, cuya estimación de crecimiento para el futuro próximo es aterradora. La acogida a los millones de personas que se ven obligadas a trasladarse a las periferias urbanas o el tratamiento de campos de refugiados, cuya existencia resulta no tan coyuntural como podría desprenderse de su definición, están lejos de contar con respuestas adecuadas. Aun así, ejemplos como los de Rural-Urban Framework en Mongolia o planteamientos como los de la Asociación de Mujeres Saharauis, avanzan apuestas innovadoras.

Muchos más son los problemas candentes que esta Bienal reúne con respuestas arquitectónicas a todas las escalas, imaginativas y oportunas, materialización de la aspiración y derecho colectivos. Derecho a los espacios bellos, como los que ofrece Sanaa en sus ligeros pabellones de pompas de cristal para el frágil paisaje de la isla Inujima; o la geometrización del desierto del Naga Museum en Sudán de David Chipperfield; o la rehabilitación de un antiguo mercado como Escuela de Música en Braga, Portugal, por citar sólo algunos de los más relevantes.

Al entrar en la sala negra donde se expone la propuesta de Aires Mateus se siente un sobrecogimiento íntimo. El texto que acompaña la pieza avisa: 'La belleza, una de las primeras cosas que la gente identifica con la Arquitectura. Recientemente, una de las cosas por las que los arquitectos somos más criticados'. A la altura de la mirada una fractura de luz atraviesa las paredes perimetralmente, moviéndose, comprimiéndose, ensanchándose,... atrapándonos. Es Arquitectura, donde la belleza resiste a la banalidad.

La 15ª Bienal de Arquitectura de Venecia es pues una celebración de la Arquitectura. Crítica, al poner en primer plano su enorme responsabilidad, y estimulante, al contrastar el alcance de sus capacidades en respuesta a importantes retos sociales actuales. Tantas y tantas respuestas brillantes, en situaciones de enorme complejidad, en medio del conflicto, ponen en evidencia las bases de partida, la atención al lugar, la implicación en el medio natural y social, la contribución a la mejora colectiva y el diseño cuidado que resultan en espacios bellos. Y lo hace con tanta Arquitectura, que lo único que podemos hacer es aprender y mejorar.

(*) Elsa Guerra, arquitecta CASARIEGO·GUERRA / ARQUITECTURA ANCA

Compartir el artículo

stats