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Cayuco para poetas

No fue una antología cercada, sino abierta a otros géneros y muy especialmente a la investigación y la crítica literaria

Cayuco para poetas

¿Quién, que no se llame Rimbaud o C. Rodríguez, puede catalogarse como `poeta' a los 20 años? Una de las contribuciones prioritarias de aquel grupo de jóvenes idealistas es -como se ha visto luego- el estudio del legado de la literatura insular, en cuya promoción han sido más pródigos y audaces que con el propio selfie generacional.

A diferencia del autodidactismo mayoritario y la casi exclusiva dedicación a la poesía que, salvo muy puntuales excepciones (Quesada, Arozarena, González Sosa, M. Padorno?) había inspirado a las hormas anteriores, desde la Escuela Regionalista, a fines del XIX (o, con más exactitud y relevancia, desde los modernistas que inauguran el XX) a la Generación del 50, la de PCU es una antología nada cercada. Además de que la perspectiva actual propicia nuevas incorporaciones (A. Sánchez, M. Martinón, JJ. Padrón), sus componentes derivarían a otros géneros literarios; hacia la narrativa, bien de un modo combinado (A. Sánchez) o bien, en exclusiva (A. O´Shanahan, en cuya placa conmemorativa de un callejón de Guanarteme, se lee, significativamente, "Escritor y periodista"), pero, sobre todo, al ensayismo, la investigación y la crítica literaria. No por nada, desde el Viera a la ULL, el grupo se caldeó al amparo de las instituciones académicas, y, como última Generación factible, inauguraría la notable tendencia posterior a autores docentes y periodistas, o funcionarios. Entonces se intuía, pero hoy lo sabemos de forma impepinable: en poesía -y en cualquier otra actividad creadora- la regla es la excepción?

¿Qué sería hoy del retrato de esa Generación sin el impagable esfuerzo de investigación crítica sobre el legado literario y cultural de las Islas de J. Rodríguez Padrón, E. Padorno, L. Santana, A. Sánchez o M. Martinón, entre otros?... Pero más singular es el caso de A. García Ysábal, que asoló su interés en el legado africano, operando como un antropólogo de esa lírica tan vergonzantemente desconocida por nosotros, sus vecinos insulares?

A raíz de su residencia, muy joven, en Johannesburgo -"la urbe de los corruptos limos", como la llama en un verso-, durante un par de años, el primero en desaparecer, en 2008, de la apostólica'nómina de PCU, pasaría luego más de 40 años investigando la poesía popular africana. Sistematizada su investigación en su voluminoso Animales y dioses en la memoria de África'(Ediciones La Palma, 2002), haría luego una recreación más poética y resumida en Peregrino en África, publicada en La Caja literaria, en el año de su muerte. Se ofrecía ahora aquel cancionero como un mapa, en el que los versos recopilados recorren el continente de cabo a rabo (literalmente, desde Ciudad del Cabo al Magreb), alternándolos con poemas de su cosecha. Así, por ejemplo, en View from the blue train of a pregnant woman walking through the desert (los títulos de la parte surafricana, al comienzo, figuran en inglés), el poeta nos describe con culpa el traqueteo de la contemplación, desde su confortable ventanilla del tren "sólo para blancos", de esa mujer preñada que avanza a pie por las cunetas del desierto, a que alude el título; y, en adelante, los cantos africanos y los propios poemas de Ysábal parecen declamados por esa triste y anónima mujer.

Es, en efecto, la exhausta voz de la mujer preñada, alter-ego del poeta, quien, en su deambular infinito por desiertos y sabanas, nos canta al recalar, por ejemplo, en Mali: "El guiso de un ciego, / de lágrimas lleno, / es un guiso negro". O quien, a corro con los bereberes del Magreb, conviene en que "Si hago el amor / con mi amante / pienso que cribo / los cereales / y me alimento / hasta saciarme. / Y como, y como / un campo entero / hasta agotarlo / y siempre siento / mi corazón insatisfecho". Es la que alza la cabeza de este modo con los trovadores de Togo: "El cielo de la noche / es una gran ciudad / donde los hombres y las bestias vagan [?] Allí no hay accidentes / ni pérdidas. / El firmamento es / la suprema armonía: / cada cosa conoce / su camino".

O quien, en fin, escucha el merecido tirón de orejas de esta endecha de Ghana:

"Es como un niño / el europeo. / Él nunca come / mis alimentos. / Bebe en su vaso / agua de miedo. / Es como un niño / no sabe hablar, / y se enfurece / porque mamá / no lo comprende / nunca podrá. / El Europeo de otros no sabe, / poco le importan sus semejante / y se rebela / contra sus padres. / Los Europeos / son criaturas / tan delicadas / que nos asustan: / cualquier rasguño / acaba en úlcera"? Pues eso: de tal palo, tal astilla de cayuco en la noche atlántic

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