La Provincia - Diario de Las Palmas

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Exposiciones memoria incisiva

Como la ciudad misma

La muestra 'Especular con el suelo', recientemente clausurada en La Regenta, da pie a una reflexión sobre Las Palmas, su condición urbana y sus contradicciones

A la memoria de Fernando Estévez

Especular en términos económicos es algo consustancial a una ciudad que, entre otras muchas cosas, también es mercado. Desde que el suelo comenzase a ser un bien comercializable, éste ha sido un proceso reiterado y continuo. Así, seguir especulando sobre lo especulado ha acabado por formar parte de un modelo económico hoy socialmente asumido sin tapujos. La intensidad de estas dinámicas ha llegado a ser tan fuerte que en los últimos años estamos asistiendo a la reventa continuada de inmuebles, devueltos al mercado por la onda expansiva del estallido anunciado de la burbuja. En este contexto, intentar frenar un desahucio injusto es casi un acto heroico a manos de una parte de la sociedad que ha reaccionado decididamente. En cambio, el espectáculo impúdico de este tipo de reventas producto de desalojos se ha convertido en una práctica cotidiana inherente al sistema y apenas cuestionada.

Sin embargo, especular tiene también otras acepciones más allá de la puramente económica. Así, la exposición Especular con el suelo, clausurada recientemente en el Centro de Arte La Regenta, plantea una lectura abierta de la ciudad. Tal y como expresa su comisaria, Cristina Maya León, especular es también, y sobre todo, reflexionar sobre las cosas; y a la vez, entender el espacio expositivo como una sala de espejos en la que se refleja la ciudad de Las Palmas.

Para ello, el espacio disponible se entiende como un tablero de juego tridimensional que desde el suelo se pliega por las paredes hasta el techo de la sala. Sobre este tablero, y dentro de un espacio reducido, los objetos se aglomeran disponiéndose de forma aparentemente abigarrada. El visitante se ve envuelto en una atmósfera saturada que recrea un paisaje propio con tintes muy urbanos. Como la ciudad de nuestro tiempo, se ofrece un paisaje muy heterogéneo que ya no es posible percibir en su totalidad, que hay que aprehender parte a parte, fragmento a fragmento.

Se trata de una muestra que, desde la arquitectura y la reflexión sobre la ciudad, toca otros ámbitos como la antropología urbana; que también respira en tono performativo a través de acciones que van desde la propia parcelación de la sala hasta la presentación y representación de actividades diversas: cine y microteatro, conferencias, servicio de bar, lecturas bíblicas, sesiones de quiromasaje, exhibición de palomas, etc. El bazar chino, la tasca, el negocio de venta de lámparas, la empresa de seguros, la perfumería, y hasta la autoescuela que ofrece tests para aprender a conducir, encuentran también aquí un espacio expositivo que, en términos publicitarios, es igualmente un reflejo de prácticas cotidianas propias del espacio urbano

Es de Las Palmas de donde proceden los referentes de esta muestra, la cual puede ser entendida como una contribución a la reflexión sobre su imaginario. Porque éste compone un repertorio iconográfico mucho más complejo que el muestrario turístico al uso. Si los protocolos notariales o las prácticas litúrgicas responden a formas institucionalizadas de representación, hay lugares surgidos al margen de las formas más habituales con las cuales la ciudad cobra forma. Autores como Karen Franck y Quentin Stevens apuntan hacia ese otro mundo de espacios imprevistos, no planificados, que aparecen como expresión de la creatividad social frente a las rigideces de lo institucionalmente establecido. A menudo aparecen como espacios movedizos cuyo carácter cambiante está ligado a las actividades espontáneas que suelen albergar. En cualquier caso, se trata de lugares incipientes; como el jardín hecho por un vecino que ha aprovechado un vacío urbano de Las Palmas. Este espacio público de iniciativa privada expresa otros procedimientos de apropiación social que brotan en los intersticios de la ciudad. Son lugares cuya capacidad simbólica no ha sido difundida todavía en un espectro más amplio, pero que ponen de manifiesto esa diversidad propia de la cultura urbana.

Por otra parte, la exposición ha puesto el acento en constituirse como un proceso cuyo desarrollo es también importante. Porque el tiempo es también un componente esencial de lo urbano. Lejos de ser un producto acabado, la ciudad es sobre todo devenir. La parcela expropiada, o la que se ha ido alquilando a demanda durante el tiempo de exhibición al público, son buena muestra de ello. Así, como propone Cristina Maya, la muestra es también un espacio para la incertidumbre, un ámbito donde todo puede suceder; y de hecho, han sucedido imprevistos que han añadido nuevos significados a su esfuerzo por aglutinar situaciones tan diversas.

La ciudad se nos presenta así como un mundo incierto cuyo magnetismo atrae miradas distintas. Las rutas Distrito Regenta, dirigidas por Mariano de Santa Ana, sacaron el museo a la calle para indagar incisivamente sobre la ciudad de Las Palmas. Compartiendo preocupaciones, aunque operando en sentido inverso, Especular con el suelo sugiere otros recorridos que traen la calle al museo con aires renovados. Porque, alejándose de los cánones convencionales, la exposición rehúye decididamente de esas formas de museificación que exhiben el objeto como un material ajeno a la posibilidad de ser reinterpretado en el tiempo. Por el contrario, el procedimiento seguido aquí asume el riesgo de una interpretación siempre abierta.

Concebida entonces como una sala de espejos, cada imagen de la muestra se desdobla incesantemente en múltiples reflejos que desdibujan los límites entre el objeto y su representación. Esto hace menos imperiosa la necesidad de distinguir entre lo real y lo que puede ser ficticio, incorporando a los participantes en una obra coral sobre la representación de lo urbano. El amasijo deliberado y los cambios de escala colaboran en ello: desde el espacio escénico del microteatro o las maquetas y objetos miniaturizados, hasta la pantalla de un cine que amplifica el espacio de la sala a los paisajes fílmicos ofrecidos por varios realizadores. Incluso el universo doméstico de una colección particular sugiere el museo dentro del museo; una réplica sobre el hecho en sí de exhibir, en el que perfectamente puede tener cabida la visita turística.

La apreciación del espacio a través de la experiencia corporal ha sido otro componente central de la muestra. Porque a la contemplación de lo visual y a la presencia de lo sonoro, se suman la posibilidad de degustar sabores, la presencia sutil de los perfumes y la experiencia del tacto percibido a través del masaje. Son acciones que adquieren carácter performativo dentro de una representación casi teatral sobre la sociedad urbana.

A este respecto hay que recordar que la identificación entre sociedad y teatro ha sido una imagen recurrente a lo largo del tiempo. Como apunta Richard Sennett, en el siglo XVIII las simulaciones de la vida cotidiana eran presentadas como actuaciones en público, en las que la ilusión y el engaño formaban parte de una puesta en escena para el desempeño de determinados roles sociales; y en ellas, el cuerpo de actores y actrices se comportaba como un maniquí al servicio del arte de la representación. Esta relación entre el escenario y la calle ayudaría a entender algunas claves sobre la transformación de la vida pública en la ciudad. El propio Sennett indica que el ocaso de la cultura de lo público a lo largo del siglo XX obedece a la aparición de una ideología de la intimidad, a la búsqueda exacerbada de una individualidad que conduce al desmoronamiento de la vida social como representación teatral.

Hoy, en todo caso, el espacio urbano se comporta como un teatro de lo cotidiano sometido al juego narcisista de mirar y hacerse ver bajo una marcada distancia social. Esta es ahora una distancia impuesta por el miedo a la diferencia y el sometimiento a las reglas de la sociedad de consumo. Por ello, superar esa tiranía de la intimidad individual sería un requisito para recomponer la vida colectiva en la sociedad actual. Y Especular con el suelo parece contener el deseo oculto de romper límites entre las casillas que componen su tablero de juego, la voluntad de generar interacciones entre los actores que participan en una representación sobre la diversidad y las contradicciones de la ciudad misma.

Al final, el espacio urbano contiene un poco de todo esto: aglomeración y actividad, compraventa y mercadeo, tensiones en juego, conflictos, incertidumbre, representaciones e imágenes cruzadas, intimidad y deseos de encuentro. La ciudad es todo esto, pero también es mucho más.

(*) Pablo Ley Bosch es profesor de Urbanismo y director de Departamento de Arte, Ciudad y Territorio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

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