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Lecturas novedades

Un ejercicio de libertad versificada

El nuevo libro de Víctor Álamo de la Rosa parece ya desde el título llevar un aire confesional y de directa referencia biográfica, pero es una engañifa cariñosa

El escritor canario Víctor Álamo de la Rosa. LP/DLP

Navegando creativamente entre el verso y la prosa, y tras una circunvalación editorial que remite ya más de una veintena larga de años, no parece posible disociar en este autor un género del otro, tan medianero es su modo de ficcionar embuchado en la experiencia vital y remando en la inventiva desatada. Pues es el caso de un escritor tinerfeño/herreño que escribe como respira, con fértil productividad y éxito editorial, describiendo incansablemente lo visible y lo que es producto del súbito hallazgo argumental.

El libro suyo que cae ahora en nuestras manos parece ya desde el título llevar un aire confesional y de directa referencia biográfica, hablando exactamente de su hijo Pablo. Pero es una engañifa cariñosa, porque hay otras caras en este poliedro temático, que no resulta ser sólo álbum familiar que se ordena según su mera voluntad, sino que decide ser continuidad sincrónica a su propia escritura intergenérica, o acaso agrupando los poemas al soco de su albedrío, sólo el autor lo sabe.

Su primer libro de poemas - Fósiles o armaduras del tiempo (1989)- nos dice que es ab initio un versificador nato, que irá simultaneando su oficio de partida con un carrerón en tanto novelista. Y poeta sigue siendo Álamo de la Rosa en este libro, comenzando con versos como: "cuando mi hijo Pablo tiene/tos tiene/tos el mundo/el mundo feo"( La tos de Pablo,página7). Feo será un calificativo preciso para que el poeta dé un buen repaso a las miserias del mundo actual, desfile de precariedad que cesa cuando Pablo queda: "(?) sin / tos sin / tos por / fin.", coagulando este mundo feo de necesidad en el arrobo que tan bien siluetea Pau. J, diseñador de la cubierta.

Erotóamano, motero, etc

Estilísticamente Álamo de la Rosa apuesta por una narratividad en sincronización verso a verso, según su albedrío, en esa vía de liberación que ha conquistado el verso libre a lo largo del siglo pasado. Una libertad que hace de él un poeta simultáneamente extensible como erotómano, motero, boxeador, contemplativo, vengativo, poetizando tanto lo trivial como lo imprescindible "para inventar el mundo", hasta rematar cada poema con tres versos demoledores: "(?) ese mapa exacto de / la vida que / me / queda."(Poema del ordenamiento del mundo, página 57).

Acaso Los poetas malos, a los que crípticamente fustiga en el poema de este nombre, carecen de la debida competencia lectiva para explicarse tamaña libertad de vasos comunicantes desde el substrato que informa a Álamo de la Rosa en la narratividad de sus versos, cayendo aquellos en la alienación de 'componer' poemas en formatos estilísticos ya periclitados. Porque lo que hoy manda es la libertad extrema, hasta llegar a situar una sola palabra en un verso. Acaso los 'poetas malos' están en contra suya "(?) porque ignoran que/ el verso/ calibre musicado de la nube nunca / se /explica" (páginas 20-21).

Es este un libro fuerte, tierno y agresivo, con simultaneidad de contrastes, contemplando a la vecina, metido en la piel de un pirómano, rulando a todo gas con su moto de 125 caballos, evocando al abuelo Chencho, renunciando a ordenar su biblioteca, libidinoso voyeur de carne femenina. Terrible, en la acepción francesa de 'tremendo'. Porque el potente novelista puede llegar ser demoledor como poeta, abriendo la granada de su intimidad y sacando granos de padrazo, granos de ángel exterminador, granos de solidaridad humana, granos de hipercrítica ante un mundo que no le gusta, y en este punto sintonizará con muchos lectores y lectoras. Pues Álamo es un ser que se busca en la experiencia, que es poliédrica, tanto cuando se hace en auto-selfie, como cuando le da por actuar como notario de su espacio y tiempo, y hay versos como latigazos y otros como caricias.

Álamo de la Rosa se exhibe en este libro como algo natural, con la desenvoltura habitual en su escritura, haciendo andar una textualidad libre, pulsátil a toda incitación vital que exija formato versificado. Pero ¿en verdad no nos 'contamos' los poetas? Claro que sí; aunque también contemos el orbe circundante, visto para sentencia, en su caso desde Venecia a New York, pasando por La Restinga. Así se "contaron" Walt Whitman, Allen Ginsberg, Jack Kerouac, etc.: íntimos y universales a un tiempo, Free-wheeling, a escape libre, va Álamo de la Rosa "como una moto". El buen poeta cuenta su pequeñez individual mediante las utilidades suministradas por el lenguaje, más la transcendencia que le presta la libertad versificadora; en su caso con contundencia significante en cada unidad poemática.

'Enfant terrible'

Si no fuera ya un cuarentón largo diríamos que Víctor Álamo es ese 'niño tremendo' (enfant terrible) de las letras canarias que no ha dejado el estado de inocencia, leyendo cómo versifica las verdades que piensa y siente en el modo en que se dice lo hacen los viejos y los niños. Aquí el poeta tiene un niño en brazos, mastica las ortigas diarias que le hacen daño, aprende a ser rutinariamente feliz en la escritura y da continuidad a su ya conocida poética en delirante liberación versificada. Lo suyo suele ser la trampa de empezar un poema con descarada autobiografía e ir derivando por un itinerario que desgrana materiales concomitantes, o en externalización a su sincronía histórica, con ese toque de rematar el poema con dos o tres fulgurantes versos que unas veces abren el sentido de lo expuesto con exhalación de conclusiva moraleja y otras lo cierra como inhalación de materia reservada.

Se exhibe pues con premeditada constructividad, no habiendo en el poema un automatismo de descargue anímico en crudo, sino una cuidada elaboración del verso a verso. Respira poesía; acusa los golpes bajos que recibe actualmente la condición humana. La vida misma es su sparring en tal combate, cuyo final se titula a posta Faena del poema(pag. 58) y viene resultando un desfile de sus pulsiones creativas, estrategias, contenidos, incitaciones que impelen sus versos y que se rematan así: "Arrullo del aire del aire/ Energía de la verdad piadosa / Todos los nombres / Crepitación de la melodía / Tremenda faena complicada / El poema.". Encontramos cierta complementariedad entre este poema y el titulado Poética (pag. 52). En este último se reclama el oro de Rimbaud, un canon de genuina fulguración de la poiesis "de alta gama"- como se dice hoy. Ambas pulsiones ( el ejemplo dorado y la propia praxis) resumen bastante la opción poética elegida-, dando pista libre al lector que quiera desenredar el enigma, acercarse más a la onda de Álamo de la Rosa, definida singularmente en el panorama actual de la generación poética intermedia entre los seniors, los emergentes y los espontáneos. Pues en esta nuestra aventurada y provisional cata diacrónica de las echaduras presentes en la literatura hecha en Canarias todo es revisable, queda mucho trigo que separar del tamo ( esto es: evaluar con justeza cada competencia poética individual), antes que dividir en tajadas tal o cual margen de edad y calificarla generacionalmente.

En la devoración canibalista vigente aquí y ahora entre tanto poeta como quiere levantar cabeza, llegamos a comprender que se le envidie: quienes lo hacen están ante un modelo inalcanzable, vitalista y expositivamente muy suelto, espontáneamente molesto o compensado con lo que le da la vida. Resuelto a ser un poeta tan talentoso como lo es en prosa de ficción. Respirando verso a verso en un ejercicio de libertad versificada.

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