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AMALGAMA

Renta básica universal

Sus defensores se sitúan a lo largo de todo el espectro de izquierda a derecha, hasta los fundadores del neoliberalismo

Los jóvenes preuniversitarios no disfrutan de pensadores vivos y con la mente abierta a lo novísimo, sino que son inundados por Aristóteles, Platón, quizás Hegel, Marx o Heidegger, y ya está. Abogamos porque ese tipo de enseñanza, como la lista de los reyes godos, desaparezca, que se convierta en mera optativa para alumnos de culto. No está bien ganarse los garbanzos imponiendo un pensamiento aburrido con la protección del Estado. Sin embargo, no todo el panorama es empalagoso, y lo vemos en pensadores jóvenes como Markus Gabriel o Rutger Bregman, que sí se atreven y proponen algo nuevo, rompedor y evolucionario. Vamos hoy a por Rutger Bregman. Ha publicado su reciente obra Utopia for Realists, 2016. Rutger es historiador y comienza su libro así: "Empecemos con una pequeña lección de historia: en el pasado, todo era peor". Esa verdad de Perogrullo la explica: "El 99% de la humanidad, a lo largo del 99% de la historia, pasaba hambre y era pobre, sucia, temerosa, ignorante, enfermiza y fea? miles de millones de nosotros hemos pasado de repente a estar bien alimentados, sanos, limpios y a salvo, a ser inteligentes, ricos y, en ocasiones, incluso bien parecidos. Mientras que en 1820 el 94% de la población mundial todavía vivía en la pobreza extrema, en 1981 ese porcentaje se había reducido hasta el 44% y ahora, sólo unas décadas más tarde, se sitúa por debajo del 10%". Fueron los adelantos tecnológicos de finales del siglo XIX y el XX los que provocaron el cambio en el que estamos inmersos los humanos. La ciencia ficción se convierte en ciencia real: está el Proyecto Lázaro que va rescatando especies ya extinguidas, hay implantes cerebrales como el Argus II que devuelven la visión al ciego, las impresoras 3D reproducen estructuras embrionarias completas, el precio de la energía solar se ha reducido en un 99% desde 1980, en 2013 de los 7.000 millones de humanos unos 6.000 millones tenían teléfono móvil, la esperanza de vida ha pasado a los 70 años, más del doble que en 1900, la viruela, la polio o el sarampión han desaparecido... Audrey de Grey, de la Universidad de Cambridge, dice que la persona que cumplirá su primer milenio ya ha nacido. Bregman se pregunta por qué trabajamos cada vez más desde la década de los ochenta, y por qué hay millones de personas viviendo en la pobreza cuando tenemos capacidad para erradicarla. La respuesta está en las utopías, dice Bregman. Los argumentos de Bregman son sorprendentes, y pone el ejemplo, en 2009, de 13 vagabundos de Londres que, en asistencia social, consumían en total unas 400.000 libras al año. Se procedió por una organización de ayuda, Broadway, a dar a cada uno de ellos 3.000 libras para gastos, sin que tuvieran que hacer nada a cambio, sólo se les preguntó: ¿qué crees que necesitas? Resultó que los 13 vagabundos se comportaron comedidamente, gastaron en un año una media de 800 libras, el dinero cambió sus vidas, los que eran heroinómanos se desengancharon y se hicieron jardineros, siete de los trece encontraron techo. Con 50.000 libras anuales se había logrado reinsertar en una vida buena a nueve de los trece. The Economist dijo entonces que la mejor forma de gastar dinero con los vagabundos era dárselo para que ellos lo gestionaran. Bregman pone muchos ejemplos más, bien documentados, y postula: "El dinero gratis funciona". Y acabar con la trama de expertos es principal: "Lo bueno del dinero es que la gente puede usarlo para comprar las cosas que necesita, en lugar de las cosas que quienes se proclaman expertos creen que necesita". Bregman termina su propuesta utópico-realista: dinero gratis, una renta básica universal. Nos recuerda que "es una noción que ya propusieron algunos de los pensadores más destacados de la historia. Así, en 1516 Tomás Moro soñó con ello en su libro Utopía. Numerosos economistas y filósofos seguirían sus pasos. Los defensores de esta noción se sitúan a lo largo de todo el espectro de izquierda a derecha, hasta los fundadores del pensamiento neoliberal, Friedrich Hayek y Milton Friedman. Y el artículo 25 de la Declaración Universal de los De- rechos Humanos promete que un día se hará realidad. Una renta básica universal. En 1991, tal como quedó plasmado en mi libro Apuntes sobre Filosofía occidental, el filósofo Luis Racionero dio una conferencia en el teatro Guiniguada acerca del avance tecnológico y nos recordó que el think tank Rank Corporation predecía que para el año 2000 solo bastaría que trabajáramos un par de horas al día en una semana corta. Hoy día, cuando ya está prevista, en una década, la robotización del 70 al 80 por cien de las tareas necesarias para producir todo lo que requerimos, nos encontramos con que en Reino Unido ya hay 905.000 contratos de trabajo de cero horas o de una hora: el empleado se compromete a estar a disposición de la empresa para sustituciones y cobra como mínimo 12 horas al año, por si no los llaman. Pues si no se redistribuye un bienestar y un ocio que corresponde a la generalidad y, por el contrario, trabajamos más y con mayor dependencia y precariedad, es porque existe un interés en tener a los individuos alienados en beneficio de la clase política y funcionarial: la renta básica es el antídoto contra esto, y todos empezamos a saberlo.

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