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Andrés M. Koppel oscurece Canarias en 'La niebla y la doncella'

El primer largometraje del director canario se estrenó en la Sección Oficial del 20 Festival de Málaga, Cine en Español

El director tinerfeño, durante el montaje de la película en Madrid. LUCAS PINTOS

Para terminar la entrevista le pregunto a Andrés M. Koppel (Friburgo, Alemania 1964), padre de dos hijos, Tomás y Clara, de 13 y 10 años, por el mensaje que subyace en su primer largometraje, basado en la novela homónima de Lorenzo Silva. "Lo que La niebla y la doncella cuenta está ejemplificado en una frase que le dicen al padre de una de las víctimas: "Le van a contar cosas de su hija que no le van a gustar, pero sepa que fue una buena guardia civil". Esto ya se le dice sabiendo que es una mentira. Pero es que encima el padre contesta: "¿Y eso qué importancia tiene? Si tú hubieras hecho bien tu trabajo, mi hija estaría viva". Ante la muerte violenta de un hijo, ni la violencia ni la justicia te ayudarán a curar esa herida. Eso es lo importante, que tus hijos estén vivos".

Durante el festival de cine, Málaga huele más que nunca a biznaga, la flor de penetrante fragancia que da nombre a los premios del certamen que este año se ha abierto al cine latinoamericano. El cineasta canario se muestra relajado en la terraza del hotel AC Málaga Palacio. Entre aquí y el hotel Molina Lario, situado enfrente, pasa durante la semana todo el cine español. Cabreados o ilusionados todos son valientes, porque el cine no es oficio de cobardes. Alrededor, el casco histórico de la capital de la Costa del Sol junta gitanos y payos, cristianos y musulmanes, zeñoritos y trabajadores en medio de una riada de turistas que se detiene solo de madrugada.

Koppel lucía barba antes de todo este hormigueo de barbas actual. Quien escribe lo conoce desde 1994, él es muy poco dado a seguir los dictados de la moda. Me había olvidado de que habla a la velocidad del rayo. La niebla y la doncella la estrenó en Málaga el domingo 19 de marzo, 20 años después de su primer trabajo, La raya (1997), el cortometraje que puso en el mapa a la isla de El Hierro. Con inicios en el cine de la mano del Colectivo Yaiza Borges en los 80, Koppel pertenece a una generación de cineastas, Javier Fernández-Caldas, Juan Carlos Fresnadillo y Roberto Santiago, que realizaron sus trabajos en los 90 a la sombra de la productora La Mirada. En esos tiempos, cortos canarios optaron a un Óscar de Hollywood y una Palma de Oro en Cannes. El más premiado, Esposados (Juan Carlos Fresnadillo, 1996), una comedia negra.

La niebla y la doncella es oscura y sinuosa como todo thriller que se precie. Las mil curvas de La Gomera le vienen de fábula, pero no así su exceso de luz. "Los colores de mi película son los de Canarias, pero la luz es más oscura que la luz que tenemos aquí. Con la fotografía de Álvaro Gutiérrez nos empeñamos en evitar ese exceso de luz. Además, él eligió iluminar a los personajes desde arriba, con lo que pocas veces podía poner la cámara mirando hacia el cielo", dice el director. Koppel buscaba que la película mostrara "la Canarias que se vive todo los días. Porque los paisajes son maravillosos, pero los canarios los vivimos con la misma naturalidad de quien vive al lado de la Torre Eiffel y pasa todo los días por debajo de ella. Estoy especialmente orgulloso del plano que rodamos cerca de Radazul, en Tenerife, en que se ve al helicóptero partir junto a ese esqueleto de edificio a medio construir en el paisaje, un mamotreto que nunca se hará y que nadie se ha preocupado en derribar, un lugar muy surrealista".

Koppel destaca también el trabajo del tinerfeño Aarón Melián para rodar la secuencia de acción con que arranca la película. El filme empieza de forma trepidante, pero, como el director admite, "después se convierte en un thriller muy tranquilo, es una película atípica. En realidad hemos hecho una especie de Agatha Christie, un Muerte en el Nilo, gente que habla, habla y habla hasta que le desvelamos al espectador lo que ha pasado". Se ríe cuando le comento que eso le da también un aire a las películas del francés Eric Rohmer. "He tenido mi primera mala crítica ya, espero que vengan otras y que sean distintas. Hay gente a la que le ha gustado mucho, solo espero que no pase desapercibida. El productor Pere Roca lo expresó así: "No se puede mantener una cinematografía sin la complicidad y las ganas de ver esa cinematografía por la gente para la que está hecha. Si la gente no quiere ver cine español, entonces no tiene sentido hacer cine español. Si los canarios no van a ver el cine canario, entonces tampoco tiene sentido hacerlo. La niebla y la doncella es una película de industria, todo su sentido pasa por que la gente vaya a verla".

Todo sale

Koppel tiene trabajo. Ahora mismo escribe con Isabel Peña y Lorenzo Silva una serie policíaca para Movistar de la que no puede adelantar más. Le pregunto por si considera que haber podido dirigir su primer largometraje tiene que ver con el boom de rodajes que viven las Islas. "Mucho", responde, "sería muy ingenuo no pensarlo así. La niebla y la doncella se hace con dinero, sin el aparataje fiscal de los últimos años no existiría la película. Así que tenemos que seguir nutriendo el modelo e intentar que aporte todavía más para el talento de Canarias. Pero el crecimiento es brutal. Me he quedado asombrado con el nivel de técnicos canarios que hay comparado con la época en qué nosotros rodábamos La raya. En mi caso, dos jefes de equipo, la directora de vestuario, Gara Hamad, y el director de arte, Rafa Castro. Y un montón de actores".

Las palabras de Koppel colocan frente al espejo a los que afirman que los rodajes en las Islas no hacen progresar al cine en Canarias. "No por ser canario tienes el derecho de hacer una película, este es un trabajo duro y lo que importa es lo que puedas ofrecer. Hay que decir que yo he visto cosas rodadas sobre las Islas por gente que no son de Canarias y son maravillosas. También es verdad que existe una generación canaria muy potente que, por la falta de las ayudas del Gobierno de Canarias desde 2011, se ha quedado sin esa oportunidad, al borde de poder entrar en una escala industrial del cine. Tengo muchas ganas de ver en pantalla la película de David Pantaleón Dientes de leche. Pero el reto ahora es estar todos juntos. Que la frustración propia no lleve a ir en contra de otra gente. A mí me ha costado dos décadas en el exilio hacer mi primer largometraje, viviendo y trabajando en Madrid".

La niebla y la doncella fue un ofrecimiento. "La película me vino a mí. El productor Gustavo Ferrada me propone adaptar la novela por mi condición de canario. Y, con toda la libertad del mundo, sin ser aún el director, escribí el guión sobre la novela, yo solo. Como decía el guionista argentino Jorge Goldemberg en uno de aquellos talleres Sources que tú organizaste en los 90: "Mientras la película no tenga un director, como guionista tienes que usurpar su papel". Así que lo escribí de forma muy visual y cuando Ferrada y el productor Gerardo Herrero, deTornasol Films, lo leyeron me ofrecieron que la dirigiera yo. Herrero peleó para que fuera el director, se empeñó ante Mikel Lejarza y Mercedes Gamero, de Antena 3. Y lo consiguió".

Como todas película de este nivel de exigencia, La niebla y la doncella tuvo momentos difíciles. Koppel cuenta dos. "El primero fue cuando le entregaron mi guión a Lorenzo Silva sin yo saberlo y me citaron al día siguiente con él. Iba muy nervioso. Quien mata a uno de los personajes no era el mismo en mi guión que en su novela y no sabía cómo se lo tomaría. Para mi sorpresa, lo único que le importó fue la forma en que había matado a ese personaje. Tenía razón y lo cambiamos", admite. "Rodar fue también duro", prosigue, "recuerdo que la cuarta noche seguida, en el puerto de Radazul , tardábamos horas entre plano y plano para poner luz. Fue una filmación de ocho semanas con una exigencia física brutal. Cinco en la isla de Tenerife, rodando todos los interiores menos el puerto de Radazul y una secuencia en la Punta del Hidalgo, y tres en La Gomera, para todo el resto de exteriores. Ahí me di cuenta de que había escrito un guión donde no permaneces en una misma localización más de cinco días. Hubo momentos en que pensaba que no acababa la película, pero como decían en la película Shakespeare in Love (John Madden, 1998), "al final todo sale".

Maravillosas actrices jóvenes

En el polo opuesto, Koppel recuerda como los mejores momentos cuando obtuvo el sí a su guión y Antena 3 lo aceptó como director. "El momento de hacer el casting para el papel de Virginia Chamorro, que finalmente hizo Aura Garrido, fue especialmente bonito, porque me dio la oportunidad de conocer a las maravillosas actrices jóvenes que hay en este país". La niebla y la doncella está sostenida por un elenco inapelable. El último ganador de Premio Goya al mejor actor, Roberto Álamo, es el teniente Nava, a quien el dossier de prensa presenta como el "primer investigador del caso. El líder y el carisma. Al mando del destacamento de la Guardia Civil en La Gomera. De fuertes convicciones y padre de familia?y antiguo amante de Ruth Anglada". Para Koppel, Roberto Álamo es "una bestia, yo digo que un actor en tres dimensiones, es un hombre que trabaja mucho con su cuerpo". El actor madrileño impactó a sus compañeros de equipo y la prensa especializada en Málaga con sus palabras: "Mi secreto como actor es abordar a mis personajes como si fuera poeta", afirmó con solemnidad. Especialmente deslumbró a Aura Garrido, que estaba a su lado durante la comparecencia. "Aura Garrido tiene un rostro espectacular para el cine, la cámara la embellece, tiene la magia de la fotogenia más allá", afirma el director. "Y es otra gran trabajadora. La elegí por la química que tiene con Quim Gutiérrez, otro trabajador incansable. Él hace un sargento Bevilacqua raro, algo marciano. ¡Tienes que ver el guión de trabajo de Quim! Parece el diario de un loco, lleno de anotaciones. Me hizo un montón de preguntas y trabajó de forma muy cómplice con Aura".

Le confieso la impresión que me causó la presencia en pantalla de Marián Álvarez, quien se diera a conocer por la Concha de Plata a la Mejor Actriz en el 61 festival de cine de San Sebastián por La herida (Fernando Franco, 2013). "Marián es un regalo", dice, "pero me hizo una cosa muy graciosa, porque en pleno rodaje de la secuencia que desvela el final de la película, me viene con Roberto Álamo y me dicen: "Tal y como lo tienes escrito, este final no funciona. Los personajes no actuarían así en una situación como esta, tienes que reescribirla". Y tenían razón, me tuve que sentar a reescribirlo completamente a toda marcha".

Del personaje que interpreta Verónica Echegui, Ruth Anglada, se lee en el dossier de prensa: "Es parte del equipo que llevó a cabo la primera investigación. Ruth Anglada es una fuerza de la naturaleza. Una guardia civil atípica. Por su energía y vitalidad. Por su capacidad de saltarse las reglas y la disciplina? y conseguir resultados. Y va a encontrar la segunda oportunidad para cerrar definitivamente el caso?" Sobre la actriz que se dio a conocer en el cine por su papel en Yo soy la Juani (Bigas Luna, 2006) dice Koppel: "Verónica Echegui es una fuerza de la naturaleza. Trabaja mucho desde la intuición y tienes que darle las tomas que pide para que llegue a la que ella cree que es la buena. Consigue una cosa esencial, que el espectador se identifique con su personaje, pero no por ser policía, sino por lo personal. Entiendes que a esta mujer le pasa algo terrible, pero no sabes qué es".

El plano que Andrés M. Koppel prefiere de su película es uno "muy sencillo. Dos de los personajes acaban de hacer el amor y están acostados en la cama y con un movimiento de cámara le vemos una gran cicatriz a ella y el personaje masculino, que lo ha descubierto al mismo tiempo que el espectador, mira la cicatriz y la toca. Entonces desaparece la música y se oye el roce del dedo del hombre contra la herida cicatrizada. Y él le pregunta a ella: "¿Tú eres una buena persona?" Él ya sabe que no lo es".

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