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La Bolivia negra de Gonzalo Lema

'Que te vaya como mereces', una nueva entrega del detective Santiago Blanco

La Bolivia negra de Gonzalo Lema

Gonzalo Lema (Tarija, Bolivia, 1959) se ha alzado este año con el Premio Internacional de Novela Negra L' H Confidencial con su obra Que te vaya como mereces, distinción que se suma en su carrera al haber sido, en 1993, finalista del Premio Internacional Casa de las Américas; en 1998, Premio Nacional; y en 2014, Premio Internacional de Novela Kipus y Premio Nacional Culturas, respectivamente. Lema, hace trece años, creó al protagonista de una saga que a su vez también lo es de esta última novela, Santiago Blanco, que vio la luz por primera vez en Dime contra quién disparo (2004) y en las recopilaciones de relatos Fue por amor, María (2009) y La reina del café y otros cuentos policiales (2014). Este personaje se presenta ante el lector como una suerte de detective clásico del hard-boiled: ex investigador en la policía que malvive como portero de un edificio y conserva amistades peligrosas en los bajos fondos, pues, en el mundo que nos dibuja su creador, los expolicías y exconvictos mantienen buenas relaciones, "ambos oficios son primos hermanos". En esta entrega, un antiguo conocido de Blanco, el Abrelatas, le pide ayuda para averiguar quién asesinó a su hijo y, además, las razones por las que han robado el cadáver de la morgue antes de que el forense lo examinara.

Sin embargo, las aventuras de Santiago Blanco no se desarrollan en Los Ángeles, Chicago o Hell's Kitchen, sino a miles de kilómetros al sur, en Cochabamba, Bolivia. Las peripecias de los personajes por las calles de Cochabamba, la tercera ciudad en tamaño de Bolivia, nos permiten conocer un poco mejor las alcantarillas o los ríos -en la novela se presentan como sinónimos- de la sociedad boliviana. Así, nos muestra un mundo en el que es posible que un coronel retirado del ejército boliviano levante sin permiso un edificio que lleve su nombre, Edificio Uribe, sobre un terreno que se encontraba registrado a nombre de un fallecido y, además, ese mismo coronel instale a su querida en una de las plantas y a nuestro protagonista, el ex policía Santiago Blanco, de portero en el bloque. Una ciudad, pues, pintada con trazos finos pero muy negros; una urbe en la que "sólo llueve cuando muere un obispo" y, por tanto, "la lluvia lo es maravillosamente todo". En un país "sin noticias" donde existen "premuertos" y en el que "la crítica a la crítica le ayuda a pensar".

La Bolivia más cruel se desplegará ante nosotros: carteristas y lupanares en cada esquina, cadáveres en las morgues que nadie reclama, policías y jueces corruptos, poderosos que ocultan verdades con más muertos o más dinero, edificios construidos sin licencia, cuchitriles de comida refrita y miles de miserias de seres abocados a no tener futuro. Todo ello bajo una atmósfera densa de corruptelas, de lluvias torrenciales, de montones de comida criolla, de cuerpos sudorosos, donde nada puede brillar excepto una forma particular de apreciar la amistad, la lealtad, la justicia y tal vez el amor, las cuatro cuestiones que siempre obligan a Santiago Blanco a apostar por la vida. Un mundo en el que si alguien te mira fijamente le puedes responder: "¿Se le debe algo? O son puras ganas de joder" (p.131). Una sociedad, pues, que es realmente como esos edificios sin licencia o en ruinas: hay que demolerlos y "volver a foja cero" (p.133).

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