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AMALGAMA

Perfil psicológico del canario

La mujer, con menos autoestima, valora más la confianza que la felicidad; el varón, a la inversa

Perfil psicológico del canario

En el Estudio sobre la visión del canario de sí mismo y de su entorno, llevado a cabo por Hamalgama Métrica, en 2008, sobre aspectos de la población que vive en el archipiélago que no tienen que ver estrictamente con alternativas políticas o métricas económicas, se intentó escarbar apenas para comenzar a obtener una foto de ciertas características profundas de la población de las islas. Al respecto, en el tesauro onírico, el 33,50% de la población no recuerda sus sueños. El 38,00% de la población sueña con familiares y conocidos. Sueña con hijos el 25,10% de mujeres y el 11.90% de hombres, con la madre el 14,20% mujeres y el 5,40% de hombres, con catástrofes el 7,10% de mujeres y 2,10% de hombres, con animales el 3,50% de mujeres y 2,60% de hombres, con políticos el 1,20% de hombres y el 0,60% de mujeres. En contenido psicológico en vigilia, la mujer parece que, en general, tiende a ser más miedosa que el hombre. Es decir, hay bolsas de mujeres sin miedo, pero es superior la cantidad de mujeres que manifiestan tener más miedo que la de los hombres. Ahora bien, hay que tamizar las respuestas, pues puede muy bien ocurrir que la percepción de ser miedoso respecto a una circunstancia sea una percepción modulada por la sinceridad y la subjetividad de género. El perfil del hombre canario es el de que es un hombre que no tiene miedo fatal a enfrentarse a cualquier circunstancia, excepto si se le suprime de la libertad o de sus seres queridos; es el hombre canario, a su vez, un hombre no muy apegado a su pareja, en general, y más bien si la cambia de vez en cuando no se siente mal. La mujer canaria se muestra, por otra parte, bastante apegada a sus seres queridos, pero se considera a sí misma con menor autoestima que los hombres, y tal vez por eso, valora más la confianza que la felicidad, cuando que el hombre canario, con la confianza y la autoestima más subidas, valora más la felicidad que la confianza. Las mujeres canarias, asimismo, son mucho más ricas en su universo interior, medido éste por la frecuencia de los sueños, en los cuales le sacan ventajas frecuenciales al hombre canario de, a veces, el triple. La mujer canaria, en este sentido, es la que domina en el mundo de los arquetipos: no hay, así, un macho virgen que reciba fastos populares, sino siete hembras vírgenes que son las patronas del pueblo de cada isla, porque ahí, en el mundo de lo invisible, la mujer es la dueña. Resulta interesante constatar que la figura de los padres es substituida poco a poco por la de los hijos, que pasan a formar parte más relevante del imaginario onírico de los mayores, a la inversa que en la juventud, por razones vitalmente obvias. Así como resulta curioso ver que la figura materna y la paterna, pero aquélla en mayor intensidad, pasa a formar parte importante de la vida onírica de la mitad de la existencia: entre los 31 y 64 años, pero muy especialmente entre los 45 y 64 años, lo que psicológicamente podría considerarse como la edad en la que la personalidad psíquica profunda empieza a asentarse o a traumarse, a la par que el cuerpo físico. Que los animales en los sueños doblen su presencia a partir de los 45 años puede indicar tanto el que estaban presentes en la juventud de entonces de la población representativa de esa edad, cosa que hoy día no ocurre, o puede significar también que a partir de esa edad la psicología profunda empieza a brotar a borbotones y hace aflorar arquetipos ancestrales. Por contra, se nota una presencia estadística de catástrofes en los sueños mayor entre los jóvenes, lo que también podría tener dos interpretaciones: que el imaginario del mundo actual, por vías multimedia, es más catastrófico, o bien que a edad temprana la catástrofe es oníricamente una presencia compensatoria de la conformación del substrato inconsciente. En función de su condición religiosa los que más miedo tienen a la enfermedad son los católicos y los creyentes de otras religiones, siendo un poquito menor entre ateos y agnósticos, diferencia que se acusa más aún en el miedo a los accidentes, que sube varios puntos entre católicos, y baja un poco más todavía entre ateos y agnósticos, siendo los menos miedosos a un accidente los creyentes en otras religiones. La relación se invierte cuando se trata de perder la libertad, circunstancia que es temida sobre todo entre agnósticos, seguida de los ateos, y siendo los creyentes religiosos quienes menos todos valoran más la confianza, pero ya vimos que son los ateos quienes más valoran la felicidad. Ser joven y ateo es un perfil que se vincula más al hedonismo. Si se tiene en cuenta que el ateo está por debajo de todas las medias en cuanto a prácticas de gimnasia o deportes individuales, es esperable que el joven ateo empiece a disfrutar y relaje su cuerpo, dejándose ir, de forma que podamos ver un perfil de ateo maduro más descuidado que el resto de la población, pero esto a título sólo de propuesta teórica. Definitivamente, el canario es un individuo bien normalizado, apegado a sus emociones, con sus miedos y su hedonismo, un ser vital, un tanto diferenciado en cuanto a género, y con un déficit de cultivo mayor de su riqueza interior que, si tuviera lugar, le posibilitaría ser un pueblo más inquisitivo, con más personalidad hacia lo conmovedor, menos representado por el gofio y el sorondongo, y más inserto en la vanguardia humana.

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