Tras dejar a los Hot Chips, Joe Goddard tenía dos opciones. La primera era continuar con los malabarismos rítmicos de la banda londinense que creó un nuevo género dentro del electropop. Y la otra era derivarse por los escarceos tecnológico en un intento de escalar posiciones con respecto a aquel proyecto. El músico opta por la segunda opción, aunque el resultado no convenza todo lo que uno esperaba. Goddard muestra algunas veces resquicios de su picaresca en títulos como Human heart o Nothing moves. Pero en otras ocasiones se deja llevar por lo autocomplaciente acercándose peligrosamente al terreno de Pet Shop Boys.