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El síndrome de Calígula

El síndrome de Calígula

El 20 de abril de 2010, una joven de 22 años, embarazada de siete semanas, quiso que se le practicara un aborto en una clínica de Mallorca, volvió el 4 de mayo de 2010 para revisión, y el ginecólogo que le había practicado el aborto le comunicó que todo iba bien. La joven volvió, de nuevo, el 14 de agosto, dado que pensaba que, otra vez, estaba embarazada, para, de nuevo, abortar. Se le analizó y se le comunicó que no se trataba de un nuevo embarazo, sino del mismo que había tenido que, por algún tipo de error, a saber, si divino o humano, había sobrevivido. El feto, pues, tenía 22 semanas, y la ley de plazos prohibía abortar, por lo cual el nené nació en octubre de 2010. La joven denunció al médico, a la clínica y a la aseguradora, y la justicia (Primera Instancia Número 2 de Palma de Mallorca) le dio la razón, condenándolos a indemnizar con 150.000 euros a la madre por daños morales, y a hacerse cargo de la manutención del hijo hasta los 25 años cumplidos, a razón de 978,26 euros al mes. Entre los argumentos del juzgador se señaló mala praxis por parte del médico al utilizar intervención quirúrgica en vez de intervención química (vulgo: debía haber matado al embrión envenenándolo, no destripándolo), y que la indemnización por daños morales se origina en que la joven sufrió un estado de zozobra, angustia y ansiedad, dado que al no haber muerto el embrión, llegó el momento en el que, ya de 22 semanas, no pudo seguir ocultándolo a sus padres, a quienes no le había dicho nada por miedo a la reacción de éstos. Dentro de 10 años, por ejemplo, si no prosperó el recurso, pueden cruzarse por las calles de Mallorca el médico, el nené y la mamá, y ésta le dirá a su hijo: "Mira nené, este señor se equivocó y no te mató en su momento con eficacia, y por eso nos paga ahora 978,26 euros".

En toda esta historia se nota que hay algo que no es del todo razonable. El Instituto de la Mujer, en el mismo mes, se dirigió a la empresa Alfa Romeo para que retirara el anuncio del modelo Giulietta en el que una mujer bien parecida le dice al coche "Mírame, tócame, incítame, provócame, sedúceme, contrólame, protégeme, grítame, relájame". De una forma muy precisa y estudiada, el Instituto de la Mujer estimó que los dos verbos "grítame" y "contrólame", parecen querer hacer a la mujer permisiva y asumidora y, en consecuencia, dicen: "Consideramos que, tal como está planteado el anuncio, estos términos coadyuvan a la violencia de género, que es normal gritar y controlar a una mujer". El portavoz de la compañía manifestó que ese anuncio había funcionado en toda Europa y no se les había reprochado nada. El mismo Instituto de la Mujer también se había dirigido a Danone, por un anuncio de Actimel donde se veía a los niños elogiando a las madres por las tareas domésticas que están desempeñando, estimando el Instituto que debía haber, también, una referencia a los padres, a fin de alentar la corresponsabilidad.

El partido socialista, en la anterior legislatura, registró una iniciativa en el Congreso de los Diputados para que en los patios de los colegios se "eliminen los estereotipos que mantienen los roles machistas", señalando como ejemplo que los niños jueguen a la comba y las niñas jueguen al fútbol. La ministro Aído, en esa época, había generado preocupación por su confusión entre lo que es un ser vivo y un ser humano. El catedrático de Genética, Nicolás Jouve de la Barreda, de la Universidad de Alcalá de Henares, entendía que "el problema de la ministra es que a ella le da igual lo que diga la ciencia. Le molesta la verdad. No le interesa oír lo que le dicen los científicos, luego aplica la ideología. Pero la ideología comienza donde acaba el conocimiento". Un tiempo después, la consejera de ¡Cultura!, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno canario, Inés Rojas, confirmó, en el Parlamento de Canarias, que para abordar los problemas del Museo Canario se había puesto en contacto con el doctor Gregorio Chil y Naranjo, de quien ignoraba que había fallecido en 1901, sin que con ello quisiera explicar que había efectuado una sesión de espiritismo, sino que realmente estaba cometiendo un error fruto del analfabetismo. Y antes de la actual legislatura canaria, la entonces candidata del PSOE al Gobierno de Canarias, Patricia Hernández, interrogada sobre si sabía cuánto era el PIB canario, intentó salir airosa del trance y dijo que a ella lo que le importaba era ver que una línea que sube, sube, sube... y luego baja, baja, baja..., vuelva a subir, subir, subir... hasta que se junten. Enfrente de ella estaban Pedro Sánchez, doctor en economía, y José Miguel Pérez, doctor en Geografía, que le aplaudían a rabiar como si estuvieran frente a Ortega y Gasset. ¡Uf!, "rationis ordinatio ad bonum commune", se señala en la Aquinae Summa Theologica, es decir: la ley no es más que una prescripción de la razón en orden al bien común. Pero la razón quiebra con el tiempo y se convierte en mera marca en boca de pollinos nombrados para el cargo como lo hacía Calígula cuando nombró cónsul a su caballo.

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