La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Genios, ingenios y otros especímenes

Caballero Bonald publica más de un centenar de retratos literarios de personajes, sobre los que lanza también una mirada crítica

Justamente acababa de leer, con cierto retraso desde su publicación, Somos el tiempo que nos queda (una recopilación de su obra poética), cuando cayó en mis manos el último libro de José Manuel Caballero Bonald Examen de ingenios (Seix Barral), en el que se recogen fugaces retratos literarios de una nutrida nómina de personalidades del mundo de la cultura a quienes que el poeta nacido en Jerez de la Frontera trató de una u otra forma a lo largo de su vida. Del recuerdo de esas relaciones nació este libro que es al mismo tiempo una mirada crítica de Caballero Bonald a la obra, y a veces también a la figura, de cada uno de ellos.

Siento por la poesía de Caballero Bonald un respeto y una admiración como por la de muy pocos poetas españoles contemporáneos, pero tan gratificante como su poesía me resulta leer su obra en prosa. Y no me refiero tanto a sus novelas ( Dos días de septiembre, Toda la noche oyeron pasar pájaros, Ágata, ojo de gata) como a sus libros de memorias, en los que narra en tono novelesco las peripecias de una infancia, una juventud y una madurez cuyas vicisitudes el autor convierte en relatos auténticamente literarios. Leí Tiempo de guerras perdidas para preparar con Pedro Altares la entrevista que le hizo el periodista en el programa de TVE que entonces dirigía y presentaba y en el que yo trabajaba como redactor. Cuando se publicó La costumbre de vivir no pude sino lanzarme a la lectura de la continuación de aquellas memorias que me habían fascinado. Ambos libros conforman además, al mismo tiempo, uno de los retratos más brillantes que se hayan hecho de una sociedad y de unos años de la historia de este país, aunque muchos de esos años fueran más bien grises.

En el mismo tono que esos dos libros de memorias escribe Caballero Bonald este Examen de ingenios. Lo primero que uno siente cuando lee este libro voluminoso (más de 460 páginas) es una cierta envidia por la oportunidad que la vida le ha brindado a Caballero Bonald de conocer y tratar a tantos escritores, artistas, músicos? (aquí hay más de cien) por muchos de los cuales uno siente tanta admiración. De haber gozado de su amistad y de sus confidencias. De haber compartido aventuras literarias, políticas, intelectuales, incluso etílicas. De haber vivido con ellos y con ellas (hay pocas mujeres pero muy representativas: Pepa Flores, Niña de los Peines, Rosa Chacel, Carmen Laffon) episodios que han marcado las vidas de todos, también la del narrador. De alguna manera este libro es también otra memoria del propio Caballero Bonald porque al contar la vida de los demás (curiosamente casi todos ya fallecidos), cuenta también la suya.

Tiene Caballero Bonald una curiosa capacidad para resumir en unas pocas palabras el aspecto físico y aún la personalidad de sus retratados. Recuerda a aquellos garabatos geniales con los que Valle-Inclán retrataba a algunos personajes de la historia decimonónica. He aquí algunos ejemplos: "Ya octogenario se le fue poniendo cara de anciana ama de casa, con su toquilla y su espejuelo" (Antoni Tàpies), "se movía con parsimonia y delicadeza, evitando tropezar con alguno de sus personajes de ficción" (Cortázar), "Se notaba que hacía esfuerzos para ser el que particularmente era pero la poderosa sombra del actor podía más a veces que el solícito talante de la persona" (Adolfo Marsillach)? Algunas descripciones remiten al humor o a la ironía: "era una copia en vivo del retrato de Zuloaga, sólo que más estático" (Azorín), "una silueta inconfundible: el signo de cierre de interrogación" (Bergamín), "sus manos solían repetir el gesto del que busca el reborde de un púlpito" (Jesús Aguirre), "la voz le salía de una cueva de incierta localización y su gravedad remitía a la del actor de teatro clásico" (Umbral).

Pero, con todo, lo más interesante de estos retratos es la imagen que, también sintética, transmite Caballero Bonald de la obra de estos creadores. En ocasiones elogiosa pero no pocas veces crítica. Ahí se nota la profunda formación cultural y los conocimientos del autor, sobre todo en aquellas disciplinas sobre las que tiene una autoridad cuyos méritos ha demostrado en tantas ocasiones: la poesía, por supuesto, pero también el arte, el flamenco, la literatura. Un libro ciertamente gozoso, entretenido, interesante y que transmite una imagen muchas veces inédita o poco conocida de muchos de los personajes aquí tratados.

He advertido un único error, que tampoco es decisivo, cuando señala que Torrente Ballester publicó Los gozos y las sombras a su regreso de su etapa docente en los Estados Unidos. Su publicación es anterior a su estancia en aquel país ( El señor llega, primer tomo de la trilogía, se publicó en 1957). La novela que Torrente publicó cuando regresó a España en 1972 fue La saga/fuga de JB).

Compartir el artículo

stats