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La evolución del héroe romano

La editorial Coeditum publica el segundo tomo del integral 'Las aventuras de Alix', que incluye tres de sus álbumes más importantes con material inédito

La evolución del héroe romano

A pesar de que Alix remita inmediatamente a la dulce lengua de Virgilio, se trata en realidad de un nombre propio francés de origen germánico que tiene el protagonista de una mítica serie de cómic franco-belga dibujada en la línea clara por uno de los grandes nombres de este estilo: Jacques Martin (1921-2010). Bajo las diferentes sagas de Las aventuras de Alix, Los viajes de Alix y Alix Senator, los seguidores de esta colección han podido disfrutar, desde hace casi setenta años, de las aventuras de su protagonista, un joven galo-romano que vivió durante los estertores de la República romana y que viaja por el mundo antiguo junto a su amigo, el egipcio Enak.

Este clásico del cómic histórico ha permitido a muchas generaciones deleitarse con historietas que recrean diferentes escenarios de la antigüedad -incluso el protagonista ha llegado a China- con gran precisión histórica y un sorprendente detallismo, con tal éxito que cada año se publica una nueva aventura. Pero como suele suceder, en aras del entretenimiento, su autor se ha dejado llevar por la imaginación, cayendo en ocasiones en el anacronismo, lo cual no deja de ser una simple curiosidad en su rigurosa aproximación hacia el mundo antiguo. Sea como fuera se trata de un buen momento para analizar algunos de sus capítulos más importantes ahora que la editorial Coeditum está reeditando a través de integrales de tres títulos todo su material original, acompañado de páginas extras y con una mayor luminosidad de las viñetas.

Hasta el momento se han publicado dos tomos. El primero está compuesto por los títulos Alix el intrépido, La esfinge de oro y La isla maldita. Y el segundo, que acaba de salir y que vamos a analizar en estas páginas, incluye La tiara de Oribal, La garra negra y Las legiones perdidas que leídas consecutivamente, suponen una oportunidad de ver de forma magistral como su creador fue consiguiendo su madurez y finalmente logró dar al afamado protagonista su aspecto definitivo.

1. La tiara de Oribal

El primero, L a tiara de Oribal, es un álbum de transición, porque muestra a un autor en evolución hacia su estilo definitivo. Pero por eso mismo, aunque sea mejor que los tres anteriores, no consigue estar al nivel de los posteriores. En ocasiones, su estilo parece dudar entre el cómic de aventuras y la narrativa histórica. Sin embargo el álbum muestra una impresionante evolución en el diseño del autor francés, que lo convierte en una obra crucial en relación con el estilo visual de la serie.

Los personajes están dibujados a la manera de la línea clara, pero un poco antes de llegar a la mitad del álbum el dibujo se vuelve más complejo, las siluetas se espesan y los rostros se vuelven más realistas. Jacques Martin demuestra su gran dominio del diseño, alternando constantemente viñetas ancha y estrechas. Por otra parte las cartelas y bocadillos a pesar de ser algo largos no aburren, sino que capturan la atención del lector porque muestran una historia llena de sorpresas, con las dosis exactas de magia, drama y suspense. Alix está en una misión en Oriente Medio, en las fronteras romanas con el Imperio Parto. Tiene que llevar al joven rey Oribal -que había sido trasladado a Roma para protegerlo de las intrigas palaciegas- de vuelta a Zur-Bakal, la capital de su reino.

Pero su retorno no es deseado por algunos nobles. A pesar de que la historia no tiene ninguna indicación temporal concreta se supone que tiene lugar en el período habitual de las aventuras de Alix, entre el 51 y el 49 a. C. Tampoco queda claro donde encuentra el reino de Oribal, que ni siquiera tiene nombre, por el simple hecho que es ficticio; sin embargo, Jacques Martin lo muestra con muchos detalles, especialmente en lo referente a Zur Bakal, una hermosa ciudad que contiene jardines colgantes como los de Babilonia, una de las maravillas del mundo antiguo.

Aún así, este innominado reino está basado en uno de los estados limítrofes del Imperio parto: el reino de Iberia, denominado Iberia caucásica, Iberia del Este o Iberia

Asiática para distinguirlo de la región de la península ibérica. Estaba ubicado en la mitad oriental de la actual Georgia y había conquistado varios estados vecinos, incluyendo la Cólquida -la mitad occidental del territorio actual- dominando el Cáucaso. Por eso cuando Oribal dice a Alix que su país tenía acceso al mar, se refiere al mar Negro. El reino de Iberia había sido invadido por los romanos el 65 a. C., poco antes del momento en el que tiene lugar al aventura de Alix, que lo convirtieron en un estado satélite, lo cual explica que el príncipe Oribal hubiera sido enviado a Roma para garantizar su seguridad y recibir una educación romana. Por lo tanto Zur-Bakal, que en el cómic está situada en la confluencia de dos ríos, no puede ser otra que la ciudad de Mtskheta, que fue antiguamente la capital del reino caucásico de Iberia y está situada en la confluencia de los ríos Mtkvari (llamado Kurá en Georgia) y Aragvi. Para hacer honor a la verdad, hay que reconocer que a pesar de que Jacques Martin se documentara profusamente, el álbum comienza con un grave error, cuando se habla de Craso como el tercer Cónsul. En realidad nunca hubo más de dos cónsules en Roma y Craso sólo fue el tercer triunviro. Un elemento destacable de La tiara de Oribal es la gran batalla que tiene lugar entre partidarios de Oribal y sus enemigos, descrita en cuatro páginas en las que Martin mezcla las viñetas panorámicas con los primeros planos y los planos medios, reconstruyendo con gran realismo las tácticas militares y las diferentes fases de una batalla de la antigüedad.

2. La garra negra

El siguiente álbum del integral es La garra negra. El argumento de esta aventura es más complejo que el de la anterior. De hecho, por vez primera desde el comienzo de sus aventuras, Alix no está en una misión oficial sino privada.

Alix es invitado a Pompeya por su primo Petronio. Una vez en la ciudad campana es testigo del desarrollo de una extraña venganza. Cinco notables de la ciudad, uno de ellos su propio familiar, son atacados y paralizados por un veneno que se les inocula con una especie de garra. Quienes perpetran la venganza son de raza negra y están dirigidos por un mago, Rafa, que posee poderes hipnóticos.

Alix descubre rápidamente que los cinco hombres son ex oficiales que como resultado de un malentendido destruyeron una pequeña ciudad en el norte de África, Icara, y masacraron a su población. Para intentar salvar a las víctimas de la garra negra, -una de ellas un niño atacado por error-, Alix marcha al África ecuatorial en busca del antídoto.

Después de varias vicisitudes, la acción concluye nuevamente en Pompeya. Como vemos, en realidad hay dos historias que se suceden, con dos escenarios claramente separados. En la primera parte, existe una investigación que apenas posee suspense, ya que se revela rápidamente lo que había sucedido, mientras que la segunda parte tiene como escenario África. La primera parte ocupa la mitad del álbum y en ella el dibujo y el coloreado mejoran y se desarrollan con una riqueza de detalles que aportan veracidad a una historia que reconstruye la ciudad engullida por la erupción del Vesubio con viñetas ricamente ilustradas y muy documentadas. Sin embargo se habla de la destrucción de Cartago durante la segunda guerra púnica, cuando la urbe se arrasó al final de la tercera. Icara no existió ni se tiene noticias de que medio siglo después de la caída de Cartago una pequeña ciudad cartaginesa del norte de África aliada de Roma hubiera sido destruida por error. Esta historia de venganza por una falta cometida en el pasado, en la que se emplea un procedimiento idéntico, parece una reminiscencia del episodio de Tintín Las 7 bolas de cristal, con la excepción que aquí las víctimas son sólo seis. Al igual que en el álbum de Hergé, en esta aventura se supera el maniqueísmo, los personajes positivos no son los buenos y sus antagonistas tienen poderosas razones para actuar como lo hacen. Por ello, Rafa, el mago, es uno de los personajes más interesantes de las aventuras de Alix.

Sin embargo, mientras que Hergé logró mantener el misterio hasta el final de su historia, aquí descubrimos rápidamente la clave del enigma. Y es que parece que para Martin el propósito de esta primera parte no es hacer que el lector se pregunte acerca de las razones de la misteriosa venganza, sino de servir como introducción a la segunda parte, en la que la acción toma el protagonismo. En ésta, el largo viaje que lleva a cabo Alix a lo largo de costas de África y termina en un bosque habitado por una tribu negra al pie de un volcán recuerda al Periplo de Hannón, en el que el explorador cartaginés homónimo exploró por mar la costa africana y posiblemente llegó hasta el Monte Camerún. Pero a pesar de ello es poco probable que como aparece en el cómic los cartagineses instalasen un puerto comercial tan lejos y menos aún que lo mantuviese un siglo después de la caída de Cartago. En esta parte parece que Martin se inspiró en otra obra de Hergé, porque los africanos portadores de la garra negra que dan título a la obra guardan algunas similitudes con los hombres leopardo de Tintín en el Congo.

3. Las legiones perdidas

El último álbum de este integral, Las legiones perdidas, fue iniciado tres años después de La garra negra, y Martin alcanza su estilo definitivo, lejos de la línea clara de los primeros álbumes de las aventuras de Alix tan deudora del estilo de Hergé. Aquí, la línea se vuelve más precisa y el dibujo muy detallado. También se emplea la perspectiva y la anatomía humana de una manera más acertada. En este momento Alix adquiere los rasgos faciales que lo definirán en las siguientes aventuras. Otra innovación es que la página está compuesta mayoritariamente por tres bandas de viñetas en lugar de cuatro, lo que hace que los dibujos sean mayores. Por el contrario el argumento es más sencillo que en números anteriores y quizás por eso las secuencias están unidas entre sí mucho mejor que en el pasado, dotando a la historia de mayor coherencia rítmica. El argumento de este episodio tiene su origen en la rivalidad entre César y Pompeyo, y aunque esté magníficamente documentado -como se ve por ejemplo en las luchas de gladiadores en las que se aprecian las categorías de combatientes y sus armas- Martin comete algunos errores.

El mayor de ellos aparece cuando Alix afirma que medio siglo antes tuvo lugar el sitio de la colina Capitolina por Brennus, jefe de una tribu gala de la costa adriática de Italia, que en realidad aconteció en el año 390 a. C., mientras que la acción está situada después de la rendición de Vercingetorix en el 52 a. C., por lo cual entre estas dos fechas habían pasado en realidad más de tres siglos. En cuanto a la famosa espada de Brennus, es poco probable que como se afirma en la obra, César la llevara a Roma tras su campaña en la Galia. El arma blanca es, como la tiara de Oribal o la garra negra, una excusa para construir la historia. Además, al haber pasado más de tres siglos desde la muerte de Brennus, era poco probable que su espada aún pudiera servir como un símbolo unificador de tribus galas contra César.

Posteriormente un galo dice que la conquista romana ha sido beneficiosa para la Galia, olvidando que no hubo una Galia pacificada y completamente romanizada hasta mucho más tarde, bajo el Imperio. Pero a pesar de estos pequeños errores, La tiara de Oribal, La garra negra y Las legiones perdidas están repletas de aciertos que sería imposible detallar y que reconstruyen la antigüedad con una exactitud digna de alabanza, lo cual unido a las dotes como narrador de Jacques Martin suponen una ventana a un pasado lleno de magia y aventuras.

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